La cesión de Sergio Canales al Valencia, que puede ser oficial en cuestión de horas, confirmará otra tendencia, la de la normalización institucional en las relaciones entre el club de Mestalla y el Real Madrid, superando definitivamente los tres lustros más tensos de convivencia en la historia de las dos entidades. El diálogo fluido entre los dos clubes ya se evidenció este verano con el fichaje por el Valencia de Dani Parejo, futbolista criado en la cantera del Real Madrid, que facilitó las negociaciones al no ejercer la opción de recompra que tenía acordada con el Getafe, a cambio de mantener un derecho de tanteo de dos años sobre el jugador.
Un punto clave en esta restablecida armonía es la excelente relación personal entre los dos presidentes, Manuel Llorente y Florentino Pérez, que han impuesto su innato talante negociador para superar el turbio pasado y llegar a acuerdos que satisfagan a ambas partes. Los dos clubes también han ido de la mano en el reparto de derechos televisivos, en los que el Valencia se ha posicionado a favor de las tesis de Real Madrid y Barcelona.
Esa química, según se ha apuntado estos últimos días, ha valido para que el Valencia haya tenido prioridad sobre otros clubes, como ha sucedido en el caso de Canales.
El traspaso, en 2009, de Raúl Albiol al club merengue por 15 millones de euros rompió una guerra fría de 13 años, iniciada en 1996 con la marcha de Pedja Mijatovic al Real Madrid, que abonó los diez millones de dólares en los que estaba cifrada la cláusula de rescisión. La decisión del delantero montenegrino, poco cuidadoso con las formas, enervó a la grada, que desplazó al Barcelona como máximo rival, una vez apagados los últimos ecos de la «Batalla de València», y aumentó su antipatía hacia el Real Madrid. La animadversión se vio multiplicada cuando el Valencia pasó a ser un rival directo de los madridistas y disputarle títulos. El 6-0 en las semifinales de Copa del Rey de 1999, con Mestalla jaleando «sois San Marino» al Madrid, entrenado por JB Toshack, marcó el inicio definitivo de la rivalidad deportiva. Un año después, los dos conjuntos volvieron a verse las caras en la final de la Liga de Campeones de París. Un hito histórico para el valencianismo, que pagó su falta de cultura de finales ante un Real Madrid en peor estado de forma pero más experto y resolutivo, que se llevó el título de calle con un inapelable 3-0.
Los dos clubes volverían a cruzarse en el camino de los títulos. En 2002 y 2004, el Valencia conquistó su quinto y sexto título de liga, respectivamente, con sendas remontadas incluidas en la segunda vuelta ante los madridistas, aderezadas con la fuerte polémica arbitral en las visitas del conjunto de Rafa Benítez a Chamartín. Un gol mal anulado a Ilie en 2002, unido a un dudoso penalti en el último minuto sobre Raúl en 2004, y que evitó la victoria valencianista, provocó un amargo cruce de declaraciones entre técnicos y directivos.
De Mendieta a Villa
La relación se deterioró, hasta el punto de rozar la ruptura total, con los intentos del Real Madrid de fichar a los jugadores más emergentes del Valencia. Pasó con Gaizka Mendieta, Fabián Ayala, David Villa y David Silva. En todos esos casos, esparcidos a lo largo de la década pasada, el Valencia acabó desprendiéndose de esos futbolistas aunque aguantó el pulso madridista. De hecho, la época actual, de entente entre los dos clubes a nivel de fichajes, es una excepción histórica. Son pocos los casos, como en los años 70 con el traspaso al Bernabéu del defensa Juan Cruz Sol, después de unas arduas negociaciones.
Precisamente, la mayoría de transacciones en las últimas décadas entre las dos instituciones ha sido con jugadores que acababan contrato —Quique, Cañizares—, futbolistas que ya no contaban para el Madrid —Ochotorena, Maqueda o Milla—, o la pesca del Valencia en la cantera madridista, como en el caso de Mata.
Un punto clave en esta restablecida armonía es la excelente relación personal entre los dos presidentes, Manuel Llorente y Florentino Pérez, que han impuesto su innato talante negociador para superar el turbio pasado y llegar a acuerdos que satisfagan a ambas partes. Los dos clubes también han ido de la mano en el reparto de derechos televisivos, en los que el Valencia se ha posicionado a favor de las tesis de Real Madrid y Barcelona.
Esa química, según se ha apuntado estos últimos días, ha valido para que el Valencia haya tenido prioridad sobre otros clubes, como ha sucedido en el caso de Canales.
El traspaso, en 2009, de Raúl Albiol al club merengue por 15 millones de euros rompió una guerra fría de 13 años, iniciada en 1996 con la marcha de Pedja Mijatovic al Real Madrid, que abonó los diez millones de dólares en los que estaba cifrada la cláusula de rescisión. La decisión del delantero montenegrino, poco cuidadoso con las formas, enervó a la grada, que desplazó al Barcelona como máximo rival, una vez apagados los últimos ecos de la «Batalla de València», y aumentó su antipatía hacia el Real Madrid. La animadversión se vio multiplicada cuando el Valencia pasó a ser un rival directo de los madridistas y disputarle títulos. El 6-0 en las semifinales de Copa del Rey de 1999, con Mestalla jaleando «sois San Marino» al Madrid, entrenado por JB Toshack, marcó el inicio definitivo de la rivalidad deportiva. Un año después, los dos conjuntos volvieron a verse las caras en la final de la Liga de Campeones de París. Un hito histórico para el valencianismo, que pagó su falta de cultura de finales ante un Real Madrid en peor estado de forma pero más experto y resolutivo, que se llevó el título de calle con un inapelable 3-0.
Los dos clubes volverían a cruzarse en el camino de los títulos. En 2002 y 2004, el Valencia conquistó su quinto y sexto título de liga, respectivamente, con sendas remontadas incluidas en la segunda vuelta ante los madridistas, aderezadas con la fuerte polémica arbitral en las visitas del conjunto de Rafa Benítez a Chamartín. Un gol mal anulado a Ilie en 2002, unido a un dudoso penalti en el último minuto sobre Raúl en 2004, y que evitó la victoria valencianista, provocó un amargo cruce de declaraciones entre técnicos y directivos.
De Mendieta a Villa
La relación se deterioró, hasta el punto de rozar la ruptura total, con los intentos del Real Madrid de fichar a los jugadores más emergentes del Valencia. Pasó con Gaizka Mendieta, Fabián Ayala, David Villa y David Silva. En todos esos casos, esparcidos a lo largo de la década pasada, el Valencia acabó desprendiéndose de esos futbolistas aunque aguantó el pulso madridista. De hecho, la época actual, de entente entre los dos clubes a nivel de fichajes, es una excepción histórica. Son pocos los casos, como en los años 70 con el traspaso al Bernabéu del defensa Juan Cruz Sol, después de unas arduas negociaciones.
Precisamente, la mayoría de transacciones en las últimas décadas entre las dos instituciones ha sido con jugadores que acababan contrato —Quique, Cañizares—, futbolistas que ya no contaban para el Madrid —Ochotorena, Maqueda o Milla—, o la pesca del Valencia en la cantera madridista, como en el caso de Mata.
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