REFLEXIONES SOBRE UNA INTERESANTE CHARLA CON EL NUEVO DIRECTOR DE MARKETING, PETER DRAPER
Aunque soy un fan acérrimo de Iker Jiménez y me espero a que mi señora se duerma cada domingo para robarle el mando, quitar Gran Hermano (El Debate) y poner Cuarto Milenio, no piensen que los tiros van por ahí.
Bueno, no ¿o sí? Porque, a pesar de que no quiero adentrarme en la “Nave del misterio”, sí que coincido con Íker en que las personas necesitamos siempre tener esperanza, creer en algo más, en que todo tiene una explicación aunque no se la encontremos. Coincido con el conocido periodista con la satisfacción y el prurito personal y profesional que siente, -sentimos- cuando descubrimos un misterio, cuando entendemos el porqué de las cosas, el funcionamiento de esos mecanismos que a priori se nos escapaban.
Me acordaba de él paseando por la Bastida de Les Alcusses, (Mogente es visita obligada) en buena compañía, rebatiendo a Pedro, el gran guía del poblado íbero del mismo nombre, que me aseguraba que en ese asentamiento vivieron más de medio millar de personas y cada día subían el agua porque arriba no tenían depósitos. ¡Venga, hombre va! Ahora voy yo y me lo creo. Estoy seguro, le decía, que algo se nos escapa. Mi teoría es que esa y no otra es la explicación por la que en 80 años construyeron un poblado, con su muralla, sus calles y todo, y lo abandonaron enseguida. Misterios por descubrir.
Esa especie de euforia e inquietud que le genera a un investigador aficionado un misterio desvelado; ese subidón que te provoca cuando un reto nuevo se te presenta en el camino, me invade desde que hace 100 días la presidenta Layhoon Chan se puso el club por montera y, tras el adiós de Salvo, se ató los machos y dio un nuevo acelerón en su adaptación a la vida, la cultura y el fútbol valenciano.
Es más, con el tiempo y los días de reflexión por La Costera (la toscana valenciana como la conocen los modernos), he comprobado como ese sentimiento de admiración, satisfacción y ansias de conocimiento se ha incrementado exponencialmente desde que tuve la oportunidad de conocer, escuchar y aprender con Peter Draper, (uno de los que contribuyó a hacer grande al gran Manchester United) y uno de los pilares de Layhoon en este nuevo Valencia.
Tener delante, para ti sólo y un selecto grupo de periodistas, a un gurú del marketing europeo y, por ende, mundial, dispuesto a desvelarte sus primeras impresiones cuando conoció Valencia hace unos meses; explicándote con detalle las oportunidades de negocio que se le plantean al club y el plan de marketing comercial a corto y largo plazo (5 años) del Valencia, es un auténtico privilegio.
Buena parte de la charla fue privada, entre personas que se empiezan a conocer, se tantean y demuestran tener feeling. Pero he de confesarte amigo lector que lo que más me llamó la atención es cómo una persona, entradita en años, que peina canas y con su ya amplio y extenso bagaje profesional, vive su profesión con la ilusión y la pasión de un principiante.
En realidad muchas cosas más me impresionaron de Draper. Por ejemplo, su forma de decir que Valencia era uno de las ciudades-secretas mejor guardadas en el mundo; una gran desconocida y que había que darla a conocer aún más; o su idolatría por sir Alex Fergusson, al que cita como si de un autor clásico se tratara, pero sobre todo cómo su charla me permitió redescubrir que el Valencia CF, definitivamente, está a las puertas de una nueva dimensión por lo que a profesionalización se refiere en el área de conseguir dinero, que es con diferencia una de las cosas más difíciles que hay en este mundo.
Ahora lo entiendo
Oyéndole descubres que el Valencia estuvo en Nueva York, entre otras cosas, porque quiere que Norteamérica sea su próximo gran mercado; Te enteras que lo de la oficina en Singapur no es un brindis al sol aunque sólo tenga dos empleados; o que lo de la firma con Dentsu Sports Asia, aunque ahora no sea la bomba económicamente hablando, es el “toc-toc” que el Valencia ha hecho en el este de Asia para convertirse en una potencia futbolística mundial a medio plazo.
Antes de escuchar al director de marketing ya sabía que el precio de la camiseta del Valencia era de diez millones de euros, pero no entendía por qué el club no negociaba un precio más asequible. Ahora sé que es porque hay que darle valor en el mercado, porque aparecer en el pecho del actual Valencia y de lo que pretenden que sea el club en el futuro vale eso, y más. Entendí que el fútbol es un negocio, en el que los fans son lo más importante después de los futbolistas. Conocí, o al menos escuché lo que la gente de fuera piensa de nosotros: Creen que el sentimiento que experimenta la afición del Valencia en Mestalla es especial, que es una pasión desenfrenada que supera casi al fervor nacionalista bien entendido. Aprendí, -porque siempre tienen que venir de fuera a recordártelo-, que lo nuestro mola mucho, que fuera nos envidian y que el Valencia es como la ciudad que lo acoge: una agradable sorpresa para el que no lo conoce. Pero, sobre todo, con Draper entendí que tenían razón cuando me explicaban que el Valencia había fichado a su Lewandoski o a su Agüero del marketing. Porque, desde que cogió las riendas de la parcela sustituyendo al nefasto Louis Dowens, esta nave del misterio llamada Valencia, sabe hacia dónde navega… Hasta el infinito y más allá que diría mi hijo Víctor.
Aunque para misterio, y quede como pincelada para un futuro artículo, me pregunto en voz alta ¿Si el entrenador es el mismo, la plantilla prácticamente la misma del año pasado y sólo ha cambiado el segundo entrenador, puede ahí residir la clave del bajón del juego del equipo? Seguiremos investigando, como diría el gran Iker Jiménez. Feliz día de la Hispanidad, feliz cumple papá y feliz semana para todos.
Más información valencia.eldesmarque.com
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