Son voraces y nunca se cansan de marcar. Son delanteros y viven del gol. Soldado y Messi tratarán el miércoles de prolongar el estado de gracia en el que se encuentran. A Mestalla llegan con los mismos goles como aval, cinco. Y, curiosamente, los dos han marcado un triplete; Soldado se lo anotó al Racing de Santander y Messi al Osasuna. Sin embargo, en las asistencias, el blaugrana golea porque ha dado tres pases que han acabado en gol mientras Soldado tiene el casillero vacío. El Valencia, en parte, le debe el liderato a su nueve porque son sus goles los que han aupado al equipo a lo alto de la clasificación -existe una clara soldadodependencia-, mientras en el Barça los goles están repartidos, pero el equipo sigue encomendándose a la inspiración del genio argentino. Son futbolistas con roles muy diferentes. Y caché.
El delantero español está saboreando por primera vez las mieles del éxito; Messi no para de recolectar elogios pero no está saciado. Además, con Cesc como nuevo socio, ha recuperado la sonrisa que con la selección de Argentina pierde. Y con la selección española sueña Soldado. "Estoy en mi mejor forma. Me encuentro fenomenal y no solo a nivel individual sino a nivel colectivo", lanza, mientras espera esa llamada que Del Bosque se resiste a realizar. Pero él sabe que su momento va a llegar y quiere estar preparado. "Sé que si lo hago bien y marco, tendré más oportunidades que si lo hago mal. Hablo sobre el césped, fuera de nada sirve", apunta el goleador que se declara admirador de Ronaldo con quién compartió vestuario en el Real Madrid.
Messi, el jugador perfecto en lo deportivo y lo personal, tenía por ídolo en su infancia a Pablo Aimar y el miércoles, el mejor jugador del mundo, pisará el césped que encumbró e idolatró al argentino. Y de donde guarda un gran recuerdo. El 18 de diciembre de 2004, tras un Valencia-Barça (1-1) Messi superó su vergüenza y, por primera vez, pidió a un rival su camiseta: a Aimar. Ahora, es la camiseta de Messi la más cotizada. Y su equipo el más admirado del continente.
El delantero español está saboreando por primera vez las mieles del éxito; Messi no para de recolectar elogios pero no está saciado. Además, con Cesc como nuevo socio, ha recuperado la sonrisa que con la selección de Argentina pierde. Y con la selección española sueña Soldado. "Estoy en mi mejor forma. Me encuentro fenomenal y no solo a nivel individual sino a nivel colectivo", lanza, mientras espera esa llamada que Del Bosque se resiste a realizar. Pero él sabe que su momento va a llegar y quiere estar preparado. "Sé que si lo hago bien y marco, tendré más oportunidades que si lo hago mal. Hablo sobre el césped, fuera de nada sirve", apunta el goleador que se declara admirador de Ronaldo con quién compartió vestuario en el Real Madrid.
Messi, el jugador perfecto en lo deportivo y lo personal, tenía por ídolo en su infancia a Pablo Aimar y el miércoles, el mejor jugador del mundo, pisará el césped que encumbró e idolatró al argentino. Y de donde guarda un gran recuerdo. El 18 de diciembre de 2004, tras un Valencia-Barça (1-1) Messi superó su vergüenza y, por primera vez, pidió a un rival su camiseta: a Aimar. Ahora, es la camiseta de Messi la más cotizada. Y su equipo el más admirado del continente.
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