El Valencia aguantó anoche el tipo en laLiga de Campeones, gracias al valor supremo del empate que le arrancó al Chelsea a última hora. En un partido de intermitencias, con oportunidades en las dos porterías, la noche encumbró la figura de Diego Alves, el gran héroe del partido. A él le debe el Valencia gran parte del punto sumado ante los ingleses, con cinco paradas decisivas en las segunda parte, la última al borde de la bocina, en una remate de Anelka. Todo eso ocurrió en la segunda parte, tras el gol del Chelsea y la ejemplar reacción del equipo de Mestalla, que cobró el premio del gol en un penalti cuando las cálculos situaban al Valencia en una posición muy comprometida. El tanto de Soldado, de penalti, varía sustancialmente el panorama. Sin ser un buen resultado, le da vida al Valencia para no tener que jugárselo, a cara o cruz, ante los alemanes. Todo sigue por decidirse.
El Chelsea se plantó con convicción en el campo, decidido desde el principio a alcanzar la portería de Diego Alves. En sólo unos minutos, provocó momentos de angustia en Mestalla. Primero, con una carrera de Fernando Torres, tras un despiste de Banega, que solucionó Rami con su imponente corpulencia. Luego, Ramires, el potente futbolista brasileño que lanza a su equipo desde el centro, provocó el segundo susto, mientras Miguel y Jordi Alba cerraban las entradas de Mata y Malouda por las bandas.
El Valencia tardó unos minutos en carburar. Emery volvió a sus orígenes en busca de nuevo del equipo sensato y dinámico del día del Barça, nada que ver con el del Sánchez Pizjuán, donde fue víctima de una regresión sorprendente. Ante otro rival de envergadura, Unai devolvió a Mathieu al interior izquierdo y agrupó en el centro a Albelda y Banega, por detrás de Canales, de «10». El centrocampista aportó frescura y ayudó a enlazar las lineas, demasiado alejadas al principio. Controlado el ímpetu inicial del Chelsea, tras una nueva incorporación de Ramires, que provocó la tarjeta amarilla de Víctor Ruíz, el Valencia se acomodó con el paso de los minutos.
El equipo de Emery dejó de obsesionarse con la banda izquierda, donde Mathieu y Jordi Alba se entendieron muy bien, e intentó penetrar también por otros frentes, con Banega especialmente centrado en filtrar algún balón hacia Soldado, incansable dejándose caer a las bandas. El ariete no se hace el remolón a la hora de bajar a recibir, alternativa habitual del Valencia si se atasca en el arranque. Penetró una vez Miguel, en el primer remate serio del Valencia del partido,en la jugada que otorgó el primer córner a su equipo. El Valecia estaba en el partido.
Sin apenas noticias de Mata y de Malouda, gracias al excelente trabajo de Jordi Alba y Miguel en el cierre de las bandas, el Chelsea perdió gas también por el centro, donde Albelda ejerció un trabajo táctico extraordinario. A faltitas, una detrás de otra, en el sitio correcto, anuló la salida del balón del Chelsea, incapaz de armar un par de ataques más hasta el descanso. La labor de Miguel merece mención. Se «merendó» a Malouda, mientras Torres se quedó aislado casi todo el tiempo. Sin espacios para correr detrás de la pelota, el «Niño» resulta ser un delantero del montón.
Con el Chelsea controlado, el Valencia se animó en busca del gol. La cuestión era romper la defensa inglesa, un gran desafío que el equipo de Emery intentó con sus armas más útiles. Pablo, muy espabilado, probó el disparo desde fuera del área, mientras a Mathieu le falló la puntería en casi la media docenas de entros que ofreció desde la izquierda. El partido estaba intenso, con ritmo, pero falto de más ocasiones. Demasiado respeto.
El partido se agitó tras el descanso, consciente el Chelsea de la poca renta que significaba el empate. Fue recibir Albelda la primera tarjeta amarilla, por una nueva falta táctica ante Ramires, y el Valencia venirse abajo ante un rival que comenzó a mostrar toda su fiereza. El club de Abramovich no se va a rendir hasta conseguir su primera Champions. El magnate ruso lo tiene entre ceja y ceja y ha vuelto a armar un conjunto potente, casi a la altura del Barça y el Madrid.
En un momento, el Chelsea resquebrajó la defensa del Valencia, que le pasó algo parecido al día del Barça, cuando se vino abajo en la segunda parte. Esta vez, Diego Alves dilató las consecuencias de las diferencias que el conjunto inglés abrió en el campo. El portero levantó a Mestalla de sus asientos con cuatro geniales paradas en cinco minutos— la primera, espectacular, a un remate de cabeza de Torres— . El guardameta, de héroe repentino, rehuyó de los aplausos y del protagonismo y reclamó, rabioso, la atención de sus defensas. Sabía lo que se le venía encima. A la quinta, no hubo respuesta. El eterno Lampard remató desde el corazón del área a un centro de Malouda, que se había internado en el área ante la sorprendente complacencia de los defensas. Sólo unos minutos antes, Soldado no había llegado al remate de cabeza a un centro de Pablo. Una lástima.
El Valencia reaccionó como requería la ocasión. Aumentó el ritmo y aprovechó, a continuación, las incorporaciones de Piatti, Joanas y Feghoul, con quienes el Valencia ganó velocidad en las bandasy presencia en el campo del Chelsea. Más motivos para que Canales entrara en juego.
A toque de corneta, el Valencia dispuso de tres ocasiones para empatar. Dos llegaron de los pies de Piatti; en una encontró la respuesta de Cech, y en la otra, cruzó demasiado la pelota. Mucho ruido y pocas nueces. Feghouli lo intentó desde fuera del área, ante un rival que no perdió la colocación en su campo.
Tanta insistencia, con Mestalla reclamando a su equipo un último esfuerzo, el Valencia cobró su merecido premio. Fue gracias a una absurda acción de Kalou, una mano dentro del área incomprensible. Soldado, plácidamente, anotó el penalti y recogió la pelota de la red pensando en la victoria. Nadie esperaba, entonces, que Alves fuera a ser el protagonista. Salvó un remate de Anelka, con la punta de la bota, cuando el Chelsea cantaba otra vez la victoria.
http://www.levante-emv.com/deportes/2011/09/29/valencia-mantiene-pie/843780.html
El Chelsea se plantó con convicción en el campo, decidido desde el principio a alcanzar la portería de Diego Alves. En sólo unos minutos, provocó momentos de angustia en Mestalla. Primero, con una carrera de Fernando Torres, tras un despiste de Banega, que solucionó Rami con su imponente corpulencia. Luego, Ramires, el potente futbolista brasileño que lanza a su equipo desde el centro, provocó el segundo susto, mientras Miguel y Jordi Alba cerraban las entradas de Mata y Malouda por las bandas.
El Valencia tardó unos minutos en carburar. Emery volvió a sus orígenes en busca de nuevo del equipo sensato y dinámico del día del Barça, nada que ver con el del Sánchez Pizjuán, donde fue víctima de una regresión sorprendente. Ante otro rival de envergadura, Unai devolvió a Mathieu al interior izquierdo y agrupó en el centro a Albelda y Banega, por detrás de Canales, de «10». El centrocampista aportó frescura y ayudó a enlazar las lineas, demasiado alejadas al principio. Controlado el ímpetu inicial del Chelsea, tras una nueva incorporación de Ramires, que provocó la tarjeta amarilla de Víctor Ruíz, el Valencia se acomodó con el paso de los minutos.
El equipo de Emery dejó de obsesionarse con la banda izquierda, donde Mathieu y Jordi Alba se entendieron muy bien, e intentó penetrar también por otros frentes, con Banega especialmente centrado en filtrar algún balón hacia Soldado, incansable dejándose caer a las bandas. El ariete no se hace el remolón a la hora de bajar a recibir, alternativa habitual del Valencia si se atasca en el arranque. Penetró una vez Miguel, en el primer remate serio del Valencia del partido,en la jugada que otorgó el primer córner a su equipo. El Valecia estaba en el partido.
Sin apenas noticias de Mata y de Malouda, gracias al excelente trabajo de Jordi Alba y Miguel en el cierre de las bandas, el Chelsea perdió gas también por el centro, donde Albelda ejerció un trabajo táctico extraordinario. A faltitas, una detrás de otra, en el sitio correcto, anuló la salida del balón del Chelsea, incapaz de armar un par de ataques más hasta el descanso. La labor de Miguel merece mención. Se «merendó» a Malouda, mientras Torres se quedó aislado casi todo el tiempo. Sin espacios para correr detrás de la pelota, el «Niño» resulta ser un delantero del montón.
Con el Chelsea controlado, el Valencia se animó en busca del gol. La cuestión era romper la defensa inglesa, un gran desafío que el equipo de Emery intentó con sus armas más útiles. Pablo, muy espabilado, probó el disparo desde fuera del área, mientras a Mathieu le falló la puntería en casi la media docenas de entros que ofreció desde la izquierda. El partido estaba intenso, con ritmo, pero falto de más ocasiones. Demasiado respeto.
El partido se agitó tras el descanso, consciente el Chelsea de la poca renta que significaba el empate. Fue recibir Albelda la primera tarjeta amarilla, por una nueva falta táctica ante Ramires, y el Valencia venirse abajo ante un rival que comenzó a mostrar toda su fiereza. El club de Abramovich no se va a rendir hasta conseguir su primera Champions. El magnate ruso lo tiene entre ceja y ceja y ha vuelto a armar un conjunto potente, casi a la altura del Barça y el Madrid.
En un momento, el Chelsea resquebrajó la defensa del Valencia, que le pasó algo parecido al día del Barça, cuando se vino abajo en la segunda parte. Esta vez, Diego Alves dilató las consecuencias de las diferencias que el conjunto inglés abrió en el campo. El portero levantó a Mestalla de sus asientos con cuatro geniales paradas en cinco minutos— la primera, espectacular, a un remate de cabeza de Torres— . El guardameta, de héroe repentino, rehuyó de los aplausos y del protagonismo y reclamó, rabioso, la atención de sus defensas. Sabía lo que se le venía encima. A la quinta, no hubo respuesta. El eterno Lampard remató desde el corazón del área a un centro de Malouda, que se había internado en el área ante la sorprendente complacencia de los defensas. Sólo unos minutos antes, Soldado no había llegado al remate de cabeza a un centro de Pablo. Una lástima.
El Valencia reaccionó como requería la ocasión. Aumentó el ritmo y aprovechó, a continuación, las incorporaciones de Piatti, Joanas y Feghoul, con quienes el Valencia ganó velocidad en las bandasy presencia en el campo del Chelsea. Más motivos para que Canales entrara en juego.
A toque de corneta, el Valencia dispuso de tres ocasiones para empatar. Dos llegaron de los pies de Piatti; en una encontró la respuesta de Cech, y en la otra, cruzó demasiado la pelota. Mucho ruido y pocas nueces. Feghouli lo intentó desde fuera del área, ante un rival que no perdió la colocación en su campo.
Tanta insistencia, con Mestalla reclamando a su equipo un último esfuerzo, el Valencia cobró su merecido premio. Fue gracias a una absurda acción de Kalou, una mano dentro del área incomprensible. Soldado, plácidamente, anotó el penalti y recogió la pelota de la red pensando en la victoria. Nadie esperaba, entonces, que Alves fuera a ser el protagonista. Salvó un remate de Anelka, con la punta de la bota, cuando el Chelsea cantaba otra vez la victoria.
http://www.levante-emv.com/deportes/2011/09/29/valencia-mantiene-pie/843780.html
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