Los héroes de hoy son los villanos del mañana. Tan lejos como el miércoles, el personal y la cátedra aclamaban a Mathieu y a Ever Banega por su aportación ante el Barça. Tres días después, los elogios se tornan en vituperios por su penosa actuación frente al Sevilla. Así de paradójico es el fútbol. Como la vida.
Por si todavía no se había enterado, ya sabe Víctor Ruiz a qué lateral zurdo tiene a su lado y cómo se las gasta ese francés que, para poder llevar a cabo sus despendoles por la banda, requiere de otro compañero dedicado a cubrirle las espaldas. No es ya que su mermada capacidad pulmonar le impida recuperar el terreno abandonado a sus espaldas; es que su analfabetismo táctico se convierte en un chollo para el rival y en un quebradero de cabeza para los suyos. Esta vez, la víctima de sus desmadres fue Víctor Ruiz, que tuvo que salir a mar abierta para intentar cubrir la zona que dejaba desguarnecida Mathieu, que le dejó vendido en varias jugadas, como la del gol. Eso sí: balones centrados del galo, a mansalva. Y todos controlados, sin problema, por el portero y los defensas sevillistas. Sus envíos, de tan previsibles que resultaron, fueron un chollo para Javi Varas y sus truculentos compinches de la defensa. Navas, en cambio, ya tiene en Jeremy un amiguito más con el que twittear. Jesusín se puso las botas.
Como no podía ser de otra forma, plantarle cara al Barça requirió de un esfuerzo físico que pagaron futbolistas como Banega. Se lamentaba Unai tras el choque por la cantidad de balones perdidos por su equipo. El técnico no señaló a nadie pero quien viera el partido pudo comprobar que la mayoría de esos extravíos los protagonizó el diez.
A todo eso se sumó la tardanza de Emery en recomponer líneas cuando el Sevilla se quedó en inferioridad numérica -sobraba un central y faltaba munición arriba-; la pérdida de Jonas en banda; las marrullerías del Sevilla, personificadas en el payasete de Fernando Navarro y su baile de San Vito, cuando se le cruzaron los cables a Aduriz. Muchos errores y demasiados horrores, para salir vivo del enrevesado Pizjuán.
http://www.levante-emv.com/deportes/2011/09/26/festival-horror/842749.html
Por si todavía no se había enterado, ya sabe Víctor Ruiz a qué lateral zurdo tiene a su lado y cómo se las gasta ese francés que, para poder llevar a cabo sus despendoles por la banda, requiere de otro compañero dedicado a cubrirle las espaldas. No es ya que su mermada capacidad pulmonar le impida recuperar el terreno abandonado a sus espaldas; es que su analfabetismo táctico se convierte en un chollo para el rival y en un quebradero de cabeza para los suyos. Esta vez, la víctima de sus desmadres fue Víctor Ruiz, que tuvo que salir a mar abierta para intentar cubrir la zona que dejaba desguarnecida Mathieu, que le dejó vendido en varias jugadas, como la del gol. Eso sí: balones centrados del galo, a mansalva. Y todos controlados, sin problema, por el portero y los defensas sevillistas. Sus envíos, de tan previsibles que resultaron, fueron un chollo para Javi Varas y sus truculentos compinches de la defensa. Navas, en cambio, ya tiene en Jeremy un amiguito más con el que twittear. Jesusín se puso las botas.
Como no podía ser de otra forma, plantarle cara al Barça requirió de un esfuerzo físico que pagaron futbolistas como Banega. Se lamentaba Unai tras el choque por la cantidad de balones perdidos por su equipo. El técnico no señaló a nadie pero quien viera el partido pudo comprobar que la mayoría de esos extravíos los protagonizó el diez.
A todo eso se sumó la tardanza de Emery en recomponer líneas cuando el Sevilla se quedó en inferioridad numérica -sobraba un central y faltaba munición arriba-; la pérdida de Jonas en banda; las marrullerías del Sevilla, personificadas en el payasete de Fernando Navarro y su baile de San Vito, cuando se le cruzaron los cables a Aduriz. Muchos errores y demasiados horrores, para salir vivo del enrevesado Pizjuán.
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