Con la cuesta de enero, como cada año, llegaron las rebajas. Arrancaron antes en algunas comunidades. En Valencia, unos días después que, por ejemplo, en Madrid. Ni la crisis puede con la tentación de acudir en busca de la ansiada ganga. En ello está el Valencia, intentando hacer malabares con el escaso dinero disponible para fichajes. La cesta de la compra, por lo tanto, se le pone complicada a Manuel Llorente, de manera especial para que su poder adquisitivo le permita llegar a adquirir todo lo que se pretende. Casi una utopía.
Braulio Vázquez y su equipo de colaboradores vienen peinando el mercado desde hace tiempo. Aspirar a conseguir producto de primera categoría es prohibitivo. Si no llega para degustar ternera, a conformarse con lomo. Por eso hay que dar más vueltas al mercado futbolístico, recorrer nuevos puntos de venta, en busca del bueno, bonito y barato. La metáfora es aplicable a uno de los objetivos, Kevin Gameiro. Se suspira por vestirlo de blanquinegro. Pero es ternera.
En el Valencia se tiene constancia de que la oferta blanquinegra resulta notablemente inferior a la de otros pretendientes. Tres equipos pagan más por el futbolista del Lorient. El Girondins de Burdeos ofrece 10 millones de euros, mientras que desde Mestalla sólo se puede llegar, a duras penas, a la mitad. De ahí que ni siquiera la preferencia de Gameiro por venir a la Liga española haga concebir demasiadas esperanzas de verlo con la camiseta valencianista.
Otro producto que el Valencia pretende meter en su saco es 'Chori' Castro. Se le ha visto mucho, también se le ha sufrido en las dos temporadas anteriores y el problema es el mismo, el dinero. El Mallorca está poco menos que haciendo una subasta con él, consciente de que le resta tan sólo un año más de contrato, y lo venderá al mejor postor. Un agravante añadido es que por medio está Paco Casal, un representante con el que es complicado lidiar. El Atlético de Madrid también tiene a Castro en su agenda para ocupar la banda izquierda, lo que provoca un cuadrado mágico entre los dos clubes, el uruguayo y Vicente Rodríguez, cuyo futuro sigue en el aire. Lo que suceda con el valenciano depende exclusivamente de él, del rendimiento que ofrezca hasta final de temporada.
Tercer nombre propio: Diego Alves, guardameta del Almería, 24 años, 15 millones de euros de cláusula de rescisión y entre seis y siete a pagar por su fichaje. El presidente del club andaluz no está dispuesto a bajar la cifra, ya que le costó dos millones y medio en su día. La temporada pasada el Udinese italiano ofreció cinco millones por el brasileño, sin que el Almería accediera al traspaso. Se especula con que Alves puede tener un acuerdo verbal con el Valencia y que Llorente y el presidente almeriense se pudieron reunir en la localidad murciana de Águilas, donde reside la empresa del dirigente rojiblanco.
La relación de nombres de equipos interesados en Alves desde que llegó a España es extensa, cada año aparecen nuevos. Pero, finalmente, nunca sale de Almería. Hace un par de meses se dijo que ficharía por el Villarreal, ante la marcha de Diego López a un club de la Premier. Un mes más tarde iba a convertirse en portero del Sevilla. Al término de la pasada campaña se despidió de todo el mundo, porque su marcha era un hecho. Y así, sucesivamente. En algunos momentos ha dado la sensación de que su entorno se ha encargado de filtrar el interés de equipos que le pretendían, sin que ello se ajustara a la realidad.
Es cierto, en este caso, que el Valencia lo quiere. Sin embargo, su posible llegada a Mestalla dependerá de otra serie de movimientos que afectan a Moyà, al que no olvida Gregorio Manzano, el entrenador que le conoce mejor que nadie, hoy al frente del Sevilla. El guardameta balear tiene mercado y una buena operación de venta le abriría las puertas a Diego Alves. Es decir, tienen cabida diferentes situaciones, en función de las carambolas que se puedan dar.
Por el momento tan solo es seguro que vendrá Rami, el central francés cuya incorporación ya anunció el Valencia hace algunos días. Braulio Vázquez sigue trabajando para llenar su particular cesta de la compra, sin descuidar la situación particular de alguno de los actuales jugadores del club: Guaita, David Navarro o Stankevicius, por citar nombres. El guardameta renovará, cualquier otra cosa sería impensable. Al central de Puerto de Sagunto le queda una campaña más y su rendimiento será el que marque las directrices a seguir por los técnicos. Por lo que se refiere al futbolista lituano, en el Valencia están encantados con él, con su progresión profesional y su comportamiento personal. Como además su ficha es asequible, todos los puntos convergen para que la decisión final sea ejecutar la opción de compra de 1,5 millones de euros y se quede en el equipo.
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