Nunca imaginó Manuel Llorente que su regreso de Zaragoza sería tan duro, tan tortuoso. Lo hizo por carretera, en el coche de Braulio Vázquez, coordinador de la secretaría técnica, y el desplazamiento, que en condiciones normales hubiera sido placentero, se convirtió en una pesadilla. Por la mente del presidente del Valencia pasaron una y mil veces imágenes del lamentable espectáculo que ofrecieron sus jugadores sobre el césped de La Romareda, donde fueron humillados como la temporada pasada.
Llorente bajó al vestuario al término del partido. Diversas fuentes consultadas coinciden al relatar que Unai Emery no dio tiempo a que hablara el dirigente. «Presi, no hay excusas. Un desastre, una vergüenza», le dijo el entrenador, mientras el presidente lucía una cara de póquer que asustaba. Su respuesta, parca en palabras. «Hay que ganar al Sevilla». Emery considera que la debacle de Zaragoza fue «un accidente, en un partido para olvidar y que venía condicionado anímicamente por la derrota de Alemania», que costó la eliminación de la Champions League.
Ayer, transcurridas unas horas de la humillante derrota de La Romareda, la calma tensa se mantenía entre los responsables del Valencia, quienes realizan un esfuerzo por mentalizarse de que sólo fue un accidente que no tiene por qué empañar la trayectoria del equipo a lo largo de la actual temporada.
Sin embargo, a Manuel Llorente no se le olvida que la actitud de algunos jugadores no fue la mejor en Gelsenkirchen y que la de todos los que salieron en Zaragoza ni siquiera existió. «Se puede perder un partido, pero no de esta forma», repitió el presidente hasta la saciedad en la madrugada de ayer, de vuelta a casa. Llueve sobre mojado y entiende que en ese aspecto una parte importante de la responsabilidad es también del entrenador. Y lo lleva clavado.
A falta de diez jornadas para que finalice la Liga, Llorente no se ha pronunciado sobre el futuro de Unai Emery, manteniendo su postura de la pasada campaña. La indefinición del presidente evidencia que mantiene dudas. De lo contrario, saldría a la palestra para anunciar la renovación. Ni siquiera puede afirmarse con rotundidad que el tercer puesto asegure la continuidad de un técnico que da la sensación de que se ha liberado, de que se ha soltado el pelo, como ha demostrado en sus últimas comparecencias públicas, en las que ha aparecido sonriente, distendido y bromeando.
Emery no espera
Unai Emery está cansado de que se le cuestione por unos u otros motivos: deportivos y personales. Su entorno más cercano se postula en que se le valora más lejos de Valencia que en la propia ciudad. Y eso le duele a un entrenador que no va a esperar a que el club se pronuncie. Su representante trabaja en el asunto, en encontrarle un nuevo destino y, si lo encuentra, se comprometerá. Es decir, puede producirse la situación que el club le plantee la renovación y que el técnico agradezca el gesto, pero decline seguir unido a la entidad de Mestalla otra vez por un mísero año más.
La rumorología de un mercado que empezó a moverse hace algún tiempo, apunta a que Emery podría incluso haberse comprometido ya con el Atlético de Madrid si, como parece, Quique Sánchez Flores firma con el Sevilla. Lo que sí ha podido comprobar LAS PROVINCIAS es que el vasco figura en la agenda de Miguel Ángel Gil. Su adiós a Mestalla tampoco sería un drama para una afición valencianista que, si bien le ha mostrado su descontento en algunos momentos, en la mayoría de decepciones ofrecidas por el equipo se ha postulado con indiferencia.
Diez jornadas
Con la mencionada calma tensa afronta el Valencia las diez últimas jornadas del campeonato en las que, como dijo siempre Luis Aragonés, se decide todo. Y no van a ser fáciles para un equipo que no muestra la solvencia debida en Mestalla, donde tiene que recibir, entre otros, al Sevilla el próximo domingo y, posteriormente, a Villarreal y Real Madrid. A domicilio visitará a Getafe, Osasuna, Espanyol o Deportivo, algunos de cuyos recintos no se le dan nada bien al equipo valencianista.
Llorente no quiere ni oír hablar de acabar en el cuarto lugar y tener que jugarse la presencia en la próxima edición de la Champions en una eliminatoria previa durante el verano. La fortuna acompañó ayer al Valencia, que vio como el Villarreal, su rival directo en la pelea, dejaba escapar dos puntos en el tiempo de prolongación, cuando el Sporting empató al transformar un penalti. La ventaja blanquinegra no se redujo al mínimo. Los castellonenses quedan a tres puntos. Mas bueno será tener presente que es sólo un partido.
Miguel y Chori
La pugna, probablemente, va a continuar hasta el final. La actitud del vestuario va a tener una importancia decisiva. Y el tacto con el que se manejen presidente y entrenador ante la plantilla influirá sin duda. Ahora mismo tienen dos patatas calientes: Miguel y Chori. El primero, apartado y con expediente informativo en marcha; su compañero, en situación de aparente normalidad, pero extraoficialmente también fuera del equipo y sin visos de volver, salvo cambio espectacular en las próximas jornadas.
Todo apunta a que el asunto de Miguel Brito se puede resolver esta semana. Llorente, Emery y Braulio Vázquez deben pronunciarse y decidir qué se hace con el lateral, quien no goza del apoyo generalizado del vestuario. Se ha escuchado alguna voz favorable al regreso del portugués, pero también mucho silencio. Nadie sabe qué hacer. Es necesaria la estabilidad interna, tanto como no transmitir una imagen de debilidad en lo que a imponer disciplina se refiere.
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