El Valencia se presentará el miércoles en Gelsenkirchen sin fantasmas que le atenacen, sin que, finalmente, le afloren dudas. No las tenía en los resultados, que siempre le han acompañado, pero ahora tampoco le asoman en el juego. Ayer ganó en Son Moix, el estadio maldito de Unai Emery, con autoridad, confiado en sí mismo, con un fútbol sólido, constante en su rendimiento, sin altibajos, con una idea definida que lo hace reconocible, para seguridad de su hinchada y temor de sus oponentes. Siempre fue superior al Mallorca, se recompuso sin esfuerzo del gol local y, sin necesidad de alardes, encajó los intentos de reacción local.
Emery además recupera jugadores para la causa, como Pablo, necesitado de autoestima. Fue el gran protagonista del partido con dos goles. Y descubre a otros, como Jonas. Sin ser un virtuoso en ninguna faceta, reúne movilidad, trabajo, técnica, disparo y regate. También intuición, como en el pase en profundidad a Pablo, en el segundo gol. Y si nacen los problemas, Guaita está para lo que haga falta. Bloca hasta las jugadas que están invalidadas. Qué porterazo ha criado el Valencia en la ciudad deportiva de Paterna. Falta por ver si gozará de la continuidad que tuvo en su día Sempere o si, ante la llegada de competencia, tendrá que buscarse la suerte, como sucedió con Molina. En todo caso, el Valencia ha recuperado todos los argumentos necesarios para ser favorito contra el Schalke 04 y pasar a cuartos de final de la Liga de Campeones.
El buen sabor de boca de los partidos en San Mamés y contra el Barcelona han devuelto al Valencia la personalidad propia tan reclamada a lo largo de la temporada, en una espiral interminable de alineaciones y sistemas distintos. Los cambios en el "once" siguen su curso -ayer justificados por la cercanía de la eliminatoria contra el Schalke 04-, con la entrada por primera vez como titular de Jonas, muy adaptado al grupo, y de Aduriz, que con su velocísima recuperación (recortando dos semanas a los plazos previstos) ha protagonizado un caso paradigmático de profesionalidad, en su acepción más íntegra.
Ni los cambios desentonaron a un Valencia decidido, con las ideas claras. El equipo valencianista maniobró sin dificultades ante las concesiones de inicio del Mallorca, que le cedió descaradamente el balón. Michael Laudrup eligió el contragolpe, dirigidos por el vertical Chori Castro. David Navarro y sobre todo Topal taponaron las vías de fuga.
Con posesiones largas, el Valencia tardó en llegar con peligro al área local, pero no por ello se resignó a dejar de circular pacientemente la pelota, buscando su oportunidad, por el centro o las bandas, entre la ordenada defensa bermellona. A base de persistencia, acabaron llegando as oportunidades, dos de ellas casi consecutivas y siempre bien trenzadas. La primera nació de las botas de Jonas, que cedió a Mata, que a su vez abrió la jugada a la banda izquierda, a la aparición de Jordi Alba. El lateral izquierdo centró a Pablo, que de un taconazo dejó la pelota franca para el remate de Mata, desviado por Aouate. En la posterior aproximación participaron los mismos protagonistas. Pablo se inventó un gran pase al espacio para Mata, a quien se le complicó el control pero resolvió la papeleta con un espuelazo en dirección a Jonas, que le pegó raso, al palo corto, la opción más complicada. El disparo salió pegado al poste.
Aparece Pablo
Eran los minutos más primorosos del Valencia, que quedaron interrumpidos bruscamente con el penalti que Undiano Mallenco ofrendó al Mallorca. Una pena máxima muy rigurosa: Webó se derribó él solo, como en el penalti de la primera vuelta en Mestalla, cuando se resbaló en el intento de armar un chut. El Mallorca venía de fallar los últimos cuatro penaltis y tuvo que ser el central Ramis quien acabara con la psicosis, a pesar de que Guaita le adivinó la trayectoria del lanzamiento. Lejos de abatirse, el Valencia reaccionó a las primeras de cambio. Aduriz, incansable trabajador, bajó con un gran salto un pase largo de Jonas, para que Pablo, que entraba desde segunda línea, remachara.
La locura de los primeros minutos de la reanudación (con una mano prodigiosa de Guaita a disparo de Nsue) quedó aplacada con el segundo gol de Pablo, felizmente rehabilitado para la causa. Jonas vio el desmarque de Pablo y le mandó un pase en profundidad. Solo ante Aouate, definió con facilidad. El marcador hacía justicia pero el partido tenía reservadas sorpresas. Laudrup, muy reservón hasta ese momento, dinamizó a su equipo con la entrada de Aki. Por la banda del habilidísimo japonés entraron los ataques del Mallorca. De Guzmán y Castro contaron con ocasiones, pero se encontraron ante la gigantesca presencia de Guaita. En los últimos minutos reapareció Albelda, dos meses después. Emery cuenta prácticamente con todos sus efectivos para afrontar la batalla de Gelsenkirchen.
Emery además recupera jugadores para la causa, como Pablo, necesitado de autoestima. Fue el gran protagonista del partido con dos goles. Y descubre a otros, como Jonas. Sin ser un virtuoso en ninguna faceta, reúne movilidad, trabajo, técnica, disparo y regate. También intuición, como en el pase en profundidad a Pablo, en el segundo gol. Y si nacen los problemas, Guaita está para lo que haga falta. Bloca hasta las jugadas que están invalidadas. Qué porterazo ha criado el Valencia en la ciudad deportiva de Paterna. Falta por ver si gozará de la continuidad que tuvo en su día Sempere o si, ante la llegada de competencia, tendrá que buscarse la suerte, como sucedió con Molina. En todo caso, el Valencia ha recuperado todos los argumentos necesarios para ser favorito contra el Schalke 04 y pasar a cuartos de final de la Liga de Campeones.
El buen sabor de boca de los partidos en San Mamés y contra el Barcelona han devuelto al Valencia la personalidad propia tan reclamada a lo largo de la temporada, en una espiral interminable de alineaciones y sistemas distintos. Los cambios en el "once" siguen su curso -ayer justificados por la cercanía de la eliminatoria contra el Schalke 04-, con la entrada por primera vez como titular de Jonas, muy adaptado al grupo, y de Aduriz, que con su velocísima recuperación (recortando dos semanas a los plazos previstos) ha protagonizado un caso paradigmático de profesionalidad, en su acepción más íntegra.
Ni los cambios desentonaron a un Valencia decidido, con las ideas claras. El equipo valencianista maniobró sin dificultades ante las concesiones de inicio del Mallorca, que le cedió descaradamente el balón. Michael Laudrup eligió el contragolpe, dirigidos por el vertical Chori Castro. David Navarro y sobre todo Topal taponaron las vías de fuga.
Con posesiones largas, el Valencia tardó en llegar con peligro al área local, pero no por ello se resignó a dejar de circular pacientemente la pelota, buscando su oportunidad, por el centro o las bandas, entre la ordenada defensa bermellona. A base de persistencia, acabaron llegando as oportunidades, dos de ellas casi consecutivas y siempre bien trenzadas. La primera nació de las botas de Jonas, que cedió a Mata, que a su vez abrió la jugada a la banda izquierda, a la aparición de Jordi Alba. El lateral izquierdo centró a Pablo, que de un taconazo dejó la pelota franca para el remate de Mata, desviado por Aouate. En la posterior aproximación participaron los mismos protagonistas. Pablo se inventó un gran pase al espacio para Mata, a quien se le complicó el control pero resolvió la papeleta con un espuelazo en dirección a Jonas, que le pegó raso, al palo corto, la opción más complicada. El disparo salió pegado al poste.
Aparece Pablo
Eran los minutos más primorosos del Valencia, que quedaron interrumpidos bruscamente con el penalti que Undiano Mallenco ofrendó al Mallorca. Una pena máxima muy rigurosa: Webó se derribó él solo, como en el penalti de la primera vuelta en Mestalla, cuando se resbaló en el intento de armar un chut. El Mallorca venía de fallar los últimos cuatro penaltis y tuvo que ser el central Ramis quien acabara con la psicosis, a pesar de que Guaita le adivinó la trayectoria del lanzamiento. Lejos de abatirse, el Valencia reaccionó a las primeras de cambio. Aduriz, incansable trabajador, bajó con un gran salto un pase largo de Jonas, para que Pablo, que entraba desde segunda línea, remachara.
La locura de los primeros minutos de la reanudación (con una mano prodigiosa de Guaita a disparo de Nsue) quedó aplacada con el segundo gol de Pablo, felizmente rehabilitado para la causa. Jonas vio el desmarque de Pablo y le mandó un pase en profundidad. Solo ante Aouate, definió con facilidad. El marcador hacía justicia pero el partido tenía reservadas sorpresas. Laudrup, muy reservón hasta ese momento, dinamizó a su equipo con la entrada de Aki. Por la banda del habilidísimo japonés entraron los ataques del Mallorca. De Guzmán y Castro contaron con ocasiones, pero se encontraron ante la gigantesca presencia de Guaita. En los últimos minutos reapareció Albelda, dos meses después. Emery cuenta prácticamente con todos sus efectivos para afrontar la batalla de Gelsenkirchen.
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