Al bofetón recibido en Gelsenkirchen, le ha seguido el guantazo propinado por el Zaragoza. Dos palizas seguidas, en tan sólo cinco días, lleva el Valencia sobre sus espaldas. Y no hace falta doctorarse en futbología para descifrar la causa de los dos fiascos. El equipo no ha sabido afrontar los momentos más delicados de ambos choques. En Alemania, cuando contaba con un marcador favorable, careció de oficio. En La Romareda, tras encajar el primer gol en el minuto 4, tocaba nadar a contracorriente y optó por bajar los brazos y entregarse. En ambos trances, el Valencia careció del carácter y la fortaleza mental que se requieren para sobreponerse a las propias debilidades, más que la fortaleza de los rivales, nada del otro en ambos casos.
Los partidos de fútbol se decantan muchas veces por un pequeño detalle, así sea de la fortuna o del árbitro, por lo que una derrota aislada no es significativa de nada. Sin embargo, si resulta preocupante que, encuentro tras encuentro, el Valencia incurra en los mismos errores y en idénticos despropósitos, sin que Unai Emery halle el remedio para solucionarlos. Es lo que viene sucediendo con su retaguardia. Es de sobra sabido que defender es una misión de todo el equipo, pero ya pueden esforzarse en esa labor tanto individual como colectivamente los medios y delanteros valencianistas si, llegado el momento de la verdad, los especialistas en la materia cantan por soleares, como es el caso. En La Romareda, el recital de disparates defensivos fue memorable.
A este respecto, hay que preguntarle a Ricardo Costa, a qué santo venía esa sonrisa con la que abandonó el campo al ser cambiado. ¿Era irónica o picaresca? ¿Se burlaba del entrenador o se compadecía de si mismo? En el portugués, que no ha respondido en absoluto a las espectativas con las que llegó, tiene la zaga uno de los causantes principales de su endeblez. Que no vaya ahora dándoselas de víctima y mucho menos de sobrado. Su trayectoria está siendo infame.
En fin, que esta semana toca depresión. Esperemos que sea sólo temporal. Si, como se vio en Zaragoza, lo de Alemania no fue un tropiezo aislado, sino que ha acarreado consecuencias, a Emery le corresponde desencadenar esa sucesión de despropósitos para no provocar una epidemia. Hasta ahora, ha sufrido dos traspiés, duros, pero aislados. Hay que intervenir con rapidez para que no se conviertan en sintomáticos. Está en peligro todo lo conseguido hasta ahora.
http://www.levante-emv.com/deportes/2011/03/14/bofeton-aleman-guantazo-aragones/790177.html
Los partidos de fútbol se decantan muchas veces por un pequeño detalle, así sea de la fortuna o del árbitro, por lo que una derrota aislada no es significativa de nada. Sin embargo, si resulta preocupante que, encuentro tras encuentro, el Valencia incurra en los mismos errores y en idénticos despropósitos, sin que Unai Emery halle el remedio para solucionarlos. Es lo que viene sucediendo con su retaguardia. Es de sobra sabido que defender es una misión de todo el equipo, pero ya pueden esforzarse en esa labor tanto individual como colectivamente los medios y delanteros valencianistas si, llegado el momento de la verdad, los especialistas en la materia cantan por soleares, como es el caso. En La Romareda, el recital de disparates defensivos fue memorable.
A este respecto, hay que preguntarle a Ricardo Costa, a qué santo venía esa sonrisa con la que abandonó el campo al ser cambiado. ¿Era irónica o picaresca? ¿Se burlaba del entrenador o se compadecía de si mismo? En el portugués, que no ha respondido en absoluto a las espectativas con las que llegó, tiene la zaga uno de los causantes principales de su endeblez. Que no vaya ahora dándoselas de víctima y mucho menos de sobrado. Su trayectoria está siendo infame.
En fin, que esta semana toca depresión. Esperemos que sea sólo temporal. Si, como se vio en Zaragoza, lo de Alemania no fue un tropiezo aislado, sino que ha acarreado consecuencias, a Emery le corresponde desencadenar esa sucesión de despropósitos para no provocar una epidemia. Hasta ahora, ha sufrido dos traspiés, duros, pero aislados. Hay que intervenir con rapidez para que no se conviertan en sintomáticos. Está en peligro todo lo conseguido hasta ahora.
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