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jueves, 20 de agosto de 2015

La memoria de las sandías

ALBERTO SANTAMARÍA. HOY El domingo por la noche, el Valencia recibió la segunda negativa de Eliaquim Mangala en solo cuatro años. Cuando desde el club filtraban a todo aquel que los quería escuchar que el francés ya estaba fichado, nadie se preocupó por atender al central...



VALENCIA. 

No y otra vez no. El domingo por la noche, el Valencia recibió la segunda negativa de Eliaquim Mangala en solo cuatro años. Cuando desde el club filtraban a todo aquel que los quería escuchar que el francés ya estaba fichado, nadie se preocupó por atender al central, a preguntar a su entorno. Simple y llanamente a saber cuál era su predisposición. Ésta quedó clara nada más terminar el partido entre el Manchester City y el Chelsea. Tras la goleada por 3-0 del equipo que entrena Manuel Pellegrini, el internacional galo escribió en su cuenta de twitter que él era ‘Cityzen' y que nunca se iba a rendir. ¿A nadie le pareció raro que mientras desde Mestalla gritaban a los cuatro vientos que el defensa sustituiría a Otamendi, él jugara los 90 minutos en el Etihad? ¿A nadie? El final de la historia ya lo conocen.El argentino está en Manchester...y Mangala también. Porque este último no quería jugar en el Valencia. Para él, significaba dar un paso atrás en su carrera. Porque para él, vestir de blanquinegro ni siquiera fue suficiente premio cuando defendía la camiseta del Standard de Lieja en el verano de 2011. Entonces, su actuación sí que fue realmente reprochable. Entonces sí faltó a su palabra. Entonces sí dejó a aquel conjunto que dirigía Unai Emery compuesto y sin central.

Eliaquim había dado su palabra, su agente Fabrizio Ferrari también había dado el ‘OK' a las condiciones del contrato, incluso los dirigentes de Standard validaban la operación. Únicamente faltaba estampar la firma. Y fue ahí dóndeBraulio Vázquez, director deportivo de la época, pecó de buen tipo. De pardillo, si lo prefieren. Se fió de las tres partes y una de ellas, le falló. El jugador dijo tener más tarde otros representantes quienes, con el asesoramiento de un ex presidente del conjunto belga, amigo y socio de Pinto Da Costa, -fue kafkiano- se lo acabaron llevando al Oporto por algo más de 7 millones de euros. Braulio no se lo podía creer. Corría el mes de agosto, los días se agotaban y al gallego no le quedó otra que pagar 8 kilos por Víctor Ruiz. Sin comentarios. O mejor sí, uno final. Víctor te podría gustar más o menos, pero tenía dos dedos de frente. El francés...es más discutible. A Mangala lo que más le inquietaba saber de nuestra ciudad era si habían sandías. Se lo juro. Así se lo preguntó en alguna ocasión a Nacho González, el centrocampista uruguayo que semanas atrás había sido traspasado precisamente al mismo Standard. "Es que a mí me gusta comerme una todos los días". Juzguen ustedes.


Volviendo a lo sucedido a lo largo del pasado fin de semana, entendí a todos aquellos que no se explicaban cómo esa noche Otamendi se marchaba hacia tierras británicas en un vuelo privado cuando la operación, ni mucho menos estaba cerrada. ‘Si le paga el Valencia, que entrene con el Valencia' era el clamor popular. Exigencia lógica. Sin embargo, en este negocio del fútbol moderno en el que la voluntad de los grandes agentes se impone a la opinión de los clubes, esta imagen no nos puede parecer ni tan extraña ni tan injusta. Debemos ser consecuentes. ¿Ya no nos acordamos de cuándo Rodrigo Moreno y Joao Cancelo estuvieron encerrados en dos hoteles diferentes de la ciudad antes de hacer oficial su fichaje por la entidad che? Hace justo un año de esto. Memoria.
Una virtud, esta de la memoria, de la que ha carecido Otamendi desde que regresó de sus vacaciones. Siempre he defendido la forma de actuar del argentino hasta el mismo día de la victoria en Almería. Su sinceridad, su profesionalidad. El no querer mentirle a los aficionados diciendo que le hubiese gustado seguir aquí. Pero esa actitud ha brillado por su ausencia en las últimas semanas. Pedirle a Nuno no jugar la previa de Champions no tiene nombre. El respeto que se había ganado hasta entonces, lo perdió de un plumazo. Forzó la máquina hasta perder la razón. Sin embargo, ese respeto es el que su entorno asegura que desde los antiguos rectores del Valencia nunca le tuvieron al propiojugador. Amadeo Salvo por no querer escucharle cuando allá por el mes de marzo le confirmó cara a cara que se quería marchar. Pero sobre todo sus iras se dirigen a Rufete. Nico no olvida que por un error de la dirección deportiva que él encabezaba tuvo que irse ‘obligado' a Brasil para jugar en el Atlético Mineiro. No podía entender cómo un club del nivel del Valencia no conocía que su ficha era de extracomunitario, y lo que es peor, que se decidieran por Vinicius antes que por él. Además, en su foro interno, Otamendi piensa que se quedó sin Mundial por no haber competido al máximo nivel en Europa. Eso nunca lo olvidó. Para esto sí tuvo memoria.
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