ALBERTO SANTAMARÍA. HOY Los futbolistas y el cuerpo técnico se han ganado mi confianza hasta que no se demuestre lo contrario. La Champions es el oxígeno con el que respirará la entidad. La vida económica para un club que necesita de los 30 millones de euros de la Liga de Campeones...
VALENCIA.
El cliente siempre tiene la razón. Esta es la máxima de cualquier negocio. De cualquiera. También en el fútbol porque, para bien o para mal, el deporte, en demasiadas ocasiones, se queda aislado en un mísero segundo plano para dar prioridad a lo que lo rodea. Como ocurrió el día de la presentación del Valencia. La derrota del pasado sábado ante la Roma fue una anécdota -o al menos así quedo reflejado- en los análisis de la mañana del domingo. El recibimiento de la grada tanto a Otamendi como a Nuno, así como los pitidos hacia Parejo se convirtieron en el centro de atención. Lo dicho, el partido parecía un simple complemento al espectáculo previo. Las redes sociales clamaron contra la figura del entrenador casi más incluso que la grada de Mestalla. El portugués se convirtió en la diana de las críticas de parte de los cerca de 50.000 aficionados que se dieron cita en el coliseo de la Avenida de Suecia y de otros que estaban fuera. La salida al campo del míster pasó a ser un concierto de viento. Los silbidos se impusieron claramente a los aplausos. Una ecuación que llevaría a determinar que la hinchada no quiere a Nuno. Pues bien, no estoy de acuerdo. Nadaré contra corriente a lo largo de la siguientes líneas para explicar el porqué no entendí la reacción de los que recriminaron al técnico. Entre otras cosas, porque los encuentros oficiales ni siquiera han empezado.
VALENCIA.
El cliente siempre tiene la razón. Esta es la máxima de cualquier negocio. De cualquiera. También en el fútbol porque, para bien o para mal, el deporte, en demasiadas ocasiones, se queda aislado en un mísero segundo plano para dar prioridad a lo que lo rodea. Como ocurrió el día de la presentación del Valencia. La derrota del pasado sábado ante la Roma fue una anécdota -o al menos así quedo reflejado- en los análisis de la mañana del domingo. El recibimiento de la grada tanto a Otamendi como a Nuno, así como los pitidos hacia Parejo se convirtieron en el centro de atención. Lo dicho, el partido parecía un simple complemento al espectáculo previo. Las redes sociales clamaron contra la figura del entrenador casi más incluso que la grada de Mestalla. El portugués se convirtió en la diana de las críticas de parte de los cerca de 50.000 aficionados que se dieron cita en el coliseo de la Avenida de Suecia y de otros que estaban fuera. La salida al campo del míster pasó a ser un concierto de viento. Los silbidos se impusieron claramente a los aplausos. Una ecuación que llevaría a determinar que la hinchada no quiere a Nuno. Pues bien, no estoy de acuerdo. Nadaré contra corriente a lo largo de la siguientes líneas para explicar el porqué no entendí la reacción de los que recriminaron al técnico. Entre otras cosas, porque los encuentros oficiales ni siquiera han empezado.
Que la pretemporada no ha sido positiva es una obviedad, pero ningún equipo consigue sus objetivos en el mes de agosto. Esta plantilla, y por supuesto también este entrenador, son los mismos que llevaron al conjunto blanquinegro a la cuarta plaza de la clasificación. Los mismos que le devolvieron la ilusión a esos seguidores que se relamen por situarse a tan solo 180 minutos de ver cómo los suyos regresan a la máxima competición continental. Y qué quieren que les diga, con tantísimo en juego en apenas una semana no es momento para los reproches. Los futbolistas y el cuerpo técnico se han ganado mi confianza hasta que no se demuestre lo contrario. La Champions es el oxígeno con el que respirará la entidad. La vida económica para un club que necesita de los 30 millones de euros de la Liga de Campeones para cuadrar su presupuesto, no verse obligado a vender más de la cuenta y consolidar el bloque de un equipo que, no olvidemos, es el más joven de toda la Primera División. Además, su rendimiento -no me cabe duda- irá mejorando con el transcurrir de los partidos. Es solo una cuestión de experiencia.
Cierto es también que los asistentes al acto de presentación no suelen parecerse en nada al público habitual que llena las gradas de Mestalla domingo tras domingo. A excepción de los miembros de la Curva Nord, no sabría delimitar cuántos abonados acudieron el sábado a Mestalla, pero el porcentaje no sería demasiado alto. Nunca lo ha sido. No obstante, noto cierta predisposición desde determinados sectores a cargar contra el entrenador. Lo consideran el único y gran culpable de la marcha de Amadeo Salvo y de Rufete. Y parece que eso no se lo van a perdonar nunca. Y tampoco estoy de acuerdo con tal afirmación. La caducidad del poder del expresidente y el exmanager general quedaron patentes el mismo día en el que conocieron por boca de Mendes que Pizzi no seguiría como técnico del primer equipo. Aquel 11 de junio se empezó a escribir el final de su historia en el nuevo Valencia de Peter Lim. Su periplo acabaría en el preciso instante en el que no acataran las decisiones de los de arriba. Incluido Nuno. Y así sucedió. Las cartas estaban marcadas desde que el magnate de Singapur se hizo con las riendas del Valencia. Entonces a Nuno le prometieron que mandaría. Y tanto Mendes como Lim han cumplido su palabra. Nos guste o no, estas son las reglas...y Nuno el entrenador que tiene que conducir al Valencia hacia lo más alto de Europa para que la camiseta con el murciélago en el escudo brille de nuevo por todo el continente.
Hablando de camisetas, mucho he discutido con amigos sobre la importancia de lucir una marca como Adidas en el pecho de la elástica. Milongas, les decía yo. Cuando los antiguos rectores cerraron el acuerdo con el nuevo patrocinador nos contaron que, pese a que el fijo a cobrar iba a ser menor que el que pagaba Joma, la venta de camisetas equipararía las ganancias. Pero que sobre todo, la entidad tendría una repercusión mundial gracias a su mejor distribución y que el trato sería preferente con respecto a otros equipos. No seré tan osado de valorar económicamente el cambio porque no dispongo de los números, pero lo de la repercusión...En fin, como todos han podido comprobar el equipaje de portero del Valencia es el mismo que el del Betis, el polo de vestir el mismo que el de Olympiacos...¿y la distribución? Miren la semana pasada estuve en París. Allí, en los Campos Elíseos, está situada una de las tiendas más grandes de la marca...y ni rastro del Valencia. El Madrid, la Juve, el Bayern, el Olympique de Marsella, el Manchester United -una foto de Juan Mata presidía uno de los pisos- sí estaban. Es más si me apuran, Nike, que cuenta con una tienda justo enfrente tenía expuesta en un lugar privilegiado la casaca del Atlético de Madrid.
Todo esto me llevó a reflexionar hasta llegar a la conclusión para una que no es necesario estudiar en Salamanca: los clubes se ganan su grandeza sobre el césped. Para vender hay que estar otra vez entre los mejores y los mejores están en la Champions. El Valencia está obligado a jugarla y si los que estamos alrededor podemos ayudar a que así sea, dejémonos de pitar a Nuno a Otamendi o a mi prima la del pueblo. Basta de silbidos y de milongas y arrimemos el hombro. A tiempo de criticar, siempre estamos.
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