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viernes, 17 de febrero de 2012

La técnica se impone a la fiereza

Pablo Piatti intentasobrepasar al centralSahwcross, que le supera en 33 centímetros.



Un golazo de Topal encarrila la eliminatoria a favor de un Valencia que contrarrestó con solidez defensiva y habilidad atacante el primitivo fútbol del Stoke City (0-1) - Guaita y la zaga solventan con contundencia las faltas laterales, córners y saques de banda del rival

VICENT CHILET Al Valencia le bastó la contundencia defensiva, representada en los despejes de puños de Vicente Guaita, y la justa habilidad en ataque para contener al Stoke City y poner pie y medio en octavos de final de la Liga Europa. Un zapatazo formidable desde 30 metros de Mehmet Topal deshizo la propuesta primitiva de los «Potters», un conjunto que depende exclusivamente de la fiereza en el remate de faltas y saques de esquina, y que convierte sus partidos en el Britannia Stadium en un viaje de medio siglo atrás en el túnel del tiempo del fútbol.

El equipo de Unai Emery fue práctico para contrarrestar toda la previsible garra rival, rayana en el rugby, y dispuso de ocasiones para liquidar con tranquilidad la eliminatoria. La vuelta en Mestalla no debería sino confirmar la diferencia sideral entre los dos equipos.
Con un generoso esfuerzo, el Valencia contuvo el primitivo fútbol del Stoke City. Como se preveía, los Potters entraron al partido con intensidad. A los 28 segundos de encuentro ya habían gozado de su primera oportunidad, en una escapada de Walters a la espalda de Dealbert. El remate salió desviado por muy poco. Fue una acción completamente imprevista, porque el conjunto de Tony Pulis atacaría siempre según el guión establecido, esculpido en piedra. Juego directo, con Etherington y Pennant abiertos a banda para colgar balones al área, buscando siempre la referencia de los 202 centímetros de altura de Crouch, tanto para el remate como para pivotar sobre otros compañeros y buscar una segunda jugada.

La única virtud del Stoke es el principal defecto del Valencia, que se ha dejado un reguero de puntos esta campaña por la deficiente defensa de faltas laterales, por lo que se imponía una mayor contundencia. La grada del Britannia Stadium rugía con cada córner y saque de banda a favor. En los saques de esquina apareció agigantada la figura de Vicente Guaita, un meta muy inglés, que con autoridad se impuso de puños a la avalancha de rematadores locales.

Huth, Shawcross y Crouch entraban con todo. Del espigado delantero se ocupó Ángel Dealbert, una de las novedades del sorprendente «once» inicial de Unai, que dejó en el banquillo a tipos temperamentales. Su duelo fue titánico. El castellonense, 17 centímetros más bajo que Crouch, se las ingenió para sujetar al internacional inglés de todas las maneras posibles. En la defensa de cada córner, los dos futbolistas parecían bailar un tango agarrado.
Más fortuna tendrían los valencianistas en el primer saque de banda de Delap. La jabalina del veterano irlandés se paseó por el área sin que Walters llegara, por poco, a empujar de cabeza a la red.

En el segundo saque de banda que contaría Delap en la primera mitad, Emery protestó airadamente al cuarto árbitro el tiempo que el Stoke perdía para completar el ritual previo al lanzamiento de secar la pelota con una toalla —prohibida por la UEFA— que le ofrecían los recogelotas.

El Valencia tardó en llevar el partido al terreno que más le interesaba. La alineación de Emery, con una sola referencia en ataque como Aduriz, y una tripleta de mediapuntas con mucha movilidad como Feghouli, Piatti y Jonas, estaba diseñada para imponer la mayor calidad técnica y marear a la rígida y lenta zaga local. Sin embargo, en los primeros minutos abusó de los desplazamientos largos, que originaban balones divididos en los que los jugadores del Stoke aplicaban toda la agresividad, con el permisivo arbitraje del danés Rasmussen.

A poco que el Valencia adelantó la defensa, se alejó de Guaita y controló y bajó el balón al césped, el Valencia iba a desnudar todas las limitaciones del Stoke, un conjunto de media tabla en la Premier. A los veinte minutos, una pared entre Jonas y Piatti, acompañada de una serie de rebotes, desembocó en el disparo a bocajarro del brasileño, interceptado con reflejos por Begovic.

En la siguiente ocasión, Feghouli remachó un saque de esquina ensayado, desviado por una pierna rival. El Valencia se había adueñado de la situación y no perdonaría en su tercera aproximación clara. Topal recogió el rechazo de un córner, buscó ángulo de disparo y se sacó un derechazo por toda la escuadra. Un golazo que debe ayudar al mediocentro turco a recuperar todo su potencial desaprovechado y volver a ser una necesaria competencia de Albelda, que debe dosificar fuerzas.

El Stoke notó el golpe. Su garra bajó y, salvo en una tijera de Crouch, sus llegadas ya no serían peligrosas. También quedó tocada la grada, que en la segunda parte bajó mucho sus decibelios y solo reaccionaría en los saques de esquina. El Valencia contaría con los espacios suficientes para poder sentenciar la eliminatoria al contragolpe, con la habilidad de Feghouli. En dos ocasiones, el argelino rozó el segundo gol. En la primera, su «pase de la muerte» fue interceptado por un rival. En la segunda, su disparo fue rechazado entre Begovic y el poste. Pulis puso mucho más músculo en el campo con la entrada al campo de Whitehead y Cameron Jerome.

Al partido le esperaba un final brusco. Las refriegas entre futbolistas de ambos equipos se multiplicaron. Un juego en el que cayó el Valencia y que no le convenía. Miguel con Etherington, Tino Costa con Whitehead. Rasmussen que hasta ese momento se había contenido con las tarjetas, con un clásico arbitraje UEFA, echó mano de las amonestaciones. Ese desorden no se tradujo en ocasiones en contra, y el triunfo del Valencia no corrió peligro. Tampoco debe revestir emoción la eliminatoria, que en circunstancias lógicas se cerrará en Mestalla sin sobresaltos.


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