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miércoles, 24 de diciembre de 2014

Un Valencia CF Historico.



Sin olvidar el fair play financiero, un Valencia CF de posguerra ha iniciado su particular e incruenta batalla en busca de escribir una nueva Historia entre potencias de un poderío económico cuasi inalcanzable aun teniendo el respaldo económico de Peter Lim. Digo escribir, y digo bien, porque reescribir sería sinónimo de falsear y no estamos por esa labor, mas bien quiere decirse en el sentido de una Historia después de un renacimiento tras la venta. Así pues, utilizando sus mismas armas, nunca lograríamos vencer en una carrera de fondo a los equipos top de España porque no contamos en nuestras filas, entre otros, con jugadores de la capacidad goleadora de Ronaldo o Messi, ni siquiera con colaboración arbitral alguna. Un equipo, por ejemplo,  que tuviese en su haber a Pelé tendría allanado gran parte del camino, pero en la actualidad semejante circunstancia no deja de ser una utopía para el equipo che aunque nos arroguemos el derecho a soñar en la posibilidad de tener la capacidad económica suficiente para fichar, y mantener, semejantes jugadores en un futuro próximo. Hemos ganado ligas sin tenerlos, seis, pero eran tiempos distintos a los actuales donde no había que sumar cerca de los cien puntos para conseguirlas. Aún así, me parecen pocas para un club de la solera del blanquinegro.No debemos desfallecer por ello sino más bien estamos ante un reto histórico e ilusionante. Ya lo sabemos: es difícil ganar a quien nunca se rinde, y además podemos usar argucias donde no funcionan sus mismas armas.
Según los cronistas de la época, también era invencible el ejército romano en los combates cuerpo a cuerpo, pero vencible cuando se le tendía una emboscada en un desfiladero. Así mismo, durante la invasión napoleónica, el pueblo español habría sucumbido ante tropas tan preparadas como las francesas, pero la guerra de guerrillas, esos ataques aislados, rápidos, por sorpresa, tan similar al juego valencianista, labraron una victoria también histórica. Debemos aprender de ejemplos centenarios para cambiar el devenir de los tiempos, para terminar con la supremacía de ejércitos tan poderosos como los top de éste país y otros allende nuestras fronteras.
Las casas no empiezan a construirse por el tejado, y los equipos de fútbol con aspiraciones a top, deben empezar  a configurarse desde la defensa porque, como ya dijimos, sería imposible por el momento igualar los registros goleadores del Real Madrid o Barcelona, pero podemos neutralizarlos manteniendo nuestra portería a cero la mayor parte de los encuentros aunque eso signifique renunciar a un fútbol más del gusto de la grada, al menos mientras se termina la reconstrucción del equipo, tan mermado por la sangría de ventas de futbolistas para pagar intereses a Bankia. No podemos fichar a un Messi, pero en su día tuvimos la oportunidad de traer a Pelé cuando tan solo tenía diecisiete años y lo desestimamos por su juventud. ¡No caigamos de nuevo en el error ni nos precipitemos con los talentos en ciernes! Quiere decirse que debemos fabricar nuestros craks al mismo tiempo que generamos la capacidad económica suficiente, bien por patrocinios, bien por ingresos superiores gracias al Nuevo Mestalla, bien por cotizar en Bolsa, para poder mantenerlos mientras sorteamos el fair play financiero.
Por supuesto, enfrentarse a los todopoderosos rehuyendo el combate directo requiere de unas altas dosis de paciencia e ingenio, de pícaro resabiado y hambriento. Una batalla cuerpo a cuerpo es rápida y, si no estás preparado, la perderás sin lugar a duda, y lo que es peor, terminarás perdiendo la guerra que es como decir la carrera de fondo. Una guerra de guerrillas es lenta, dura, quizá ingrata, pero te permitirá ganar la guerra a largo plazo, incluso vencerás al tiempo porque quizá te permita generar los recursos suficientes para armar un ejército a lo romano o a lo napoleónico, y comprar un Pelé formado abreviando los tiempos para combatir a campo descubierto. Más atractivo sin lugar a dudas debido al cortoplazismoinstaurado en el mundo del fútbol donde pasamos del cielo al infierno según haya sido el resultado del último partido. Tal cortedad de miras nos llevaría siempre a ganar pequeñas batallas aunque nunca nos permitiera ganar la guerra. Una guerra que deberá lucharse paralelamente en los despachos, en las oficinas, en el cortijo de la burocracia, es decir, la Federación, la LFP y por ende en el Colegio de Árbitros. Con paciencia y una caña, habrá que sacar de allí a los Cortés, Llorente, Gomez y demás ralea, incluidos Villar y Tebas - estos dos más complicado -, para sustituirlos por gente de la cuerda de Lim. Ya sé que para aquellos que no tienen fe, esto parece imposible como también debió parecerselo a la gente de la época cuando la invasión napoleónica. También se venció la batalla contra los buitres en el proceso de venta cuando parecía imposible, y muchos ya habían tirado la toalla llevados por la desesperación. No queda más remedio que conseguir más peso específico en los estamentos de Madrid si queremos más tajada en los derechos televisivos, sin recurrir a Al-Yazira, si queremos ser respetados por los árbitros, si queremos ser partícipes activos de los que toman las decisiones y no que las decisiones sean tomadas por otros.
Nadie dijo que fuera a ser fácil, ni un camino corto lleno de jardines floridos. Cualquier objetivo, sueño, proyecto, siempre, siempre, siempre... tiene su origen en el mundo de las ideas. Por ello, la afición valencianista deberá madurar y pensar en términos históricos, con una visión panorámica a largo plazo, y dejar de lado sus frustraciones personales - como si fuese fácil - cada vez que perdemos un partido y sentimos deseos de crucificar al entrenador y quemar en la hoguera a algún jugador por el delito de haber hecho un mal partido. Esa mentalidad es de mediocres, de cortedad de miras, de estar anclados en la brevedad del presente inmediato o de un pasado sin perspectivas, de las urgencias históricas que terminan en sueños quemados más propios del mundo fallero.
¿Y cuál es la recompensa ante esfuerzos tan titánicos, ante paciencia tan frustrante, ante luchas imposibles contra los poderes establecidos? Pues si damos tiempo a fichar nuevos jugadores, a que crezcan los jóvenes talentos, a que consigamos peso en los estamentos, a que lleguen grandes patrocinadores, a que se termine el Nuevo Mestalla, sin quemar antes la falla por la tan manida urgencia histórica, el premio será algo sólo entendible para los poseedores del sentimiento valencianista, es decir, la consecución, tras otros títulos menores, del Premio Nobel de Clubes, el colofón de los colofones, la Historia escrita a sangre y fuego, la sangre de todos los valencianistas de corazón y, como no podía ser de otra manera, el ingreso certificado en el mundo de los top tras ganar la Champions League. ¿Difícil? Nunca nadie dijo que fuera fácil, ni un camino corto lleno de jardines floridos... 

AMUNT.

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