ALBERTO SANTAMARÍA. HOY Su fútbol parecía haberse estancado y lejos del césped el comportamiento del gaditano no era lo que se dice ejemplar. Su talento estaba fuera de toda duda, pero había que tomar una decisión, y ésta fue la de no apostar por él...
VALENCIA.
Fue mi primera vez. La primera ocasión en la que yo llevaba a un futbolista a la redacción del periódico. Corría el mes de octubre de 2004, y el jugador en cuestión era un simple juvenil. Un juvenil de segundo año que estaba llamado a ser la estrella de aquel Valencia que entrenaba José Luis Albiol. Supongo, porque sinceramente no lo recuerdo, que habría marcado un par de goles en el partido del fin de semana anterior y le dediqué una página entera de la publicación del día siguiente. Se trataba de Manuel Agudo Durán. ¿Y quién es ése?, se preguntarán. En el vestuario de aquella hornada de canteranos era conocido como ‘El Nolo'.Para ustedes, y desde hace tiempo, Nolito. Él era uno más en una plantilla que contaba promesas ilustres cómo Vicente Guaita (Getafe), Jaume Costa (Villarreal), David Lombán (Elche) y Pepe Pla, entre otros muchos. La calidad de este interior derecho que había aterrizado en Paterna procedente del Atlético Sanluqueño estaba fuera de toda duda. Cuando quería, cuando a él le daba la gana, era un centrocampista diferente, de los que no había. Capaz de decidir un encuentro por sí solo. El problema es que no siempre le apetecía. Podía pasarse encuentros enteros y su equipo parecía jugar con diez sobre el terreno de juego del todavía Mini Estadi.
La actual estrella del Real Club Celta de Vigo también lo fue en la Ciudad Deportiva, pero fuera del campo. Era un sinvergüenza en el mejor sentido de la palabra. Su gracejo gaditano era inconfundible. No había broma que se le resistiera. Se hacía querer. Y con apenas 17 años, como dicen por su tierra, 'sabía más que los ratones coloraos'. Recuerdo aquella tarde en la que entró por la puerta de ‘Súper' y lo primero que hizo fue intentar ligar con la chica de recepción. Un monstruo. Nada le daba apuro. Pero precisamente fueron todas estas cosas las que, ya en un contexto algo más serio, terminaron por dejarlo sin renovar con los blanquinegros. Su fútbol parecía haberse estancado y lejos del césped el comportamiento del gaditano no era lo que se dice ejemplar. Su talento estaba fuera de toda duda, pero había que tomar una decisión, y ésta fue la de no apostar por él.
VALENCIA.
Fue mi primera vez. La primera ocasión en la que yo llevaba a un futbolista a la redacción del periódico. Corría el mes de octubre de 2004, y el jugador en cuestión era un simple juvenil. Un juvenil de segundo año que estaba llamado a ser la estrella de aquel Valencia que entrenaba José Luis Albiol. Supongo, porque sinceramente no lo recuerdo, que habría marcado un par de goles en el partido del fin de semana anterior y le dediqué una página entera de la publicación del día siguiente. Se trataba de Manuel Agudo Durán. ¿Y quién es ése?, se preguntarán. En el vestuario de aquella hornada de canteranos era conocido como ‘El Nolo'.Para ustedes, y desde hace tiempo, Nolito. Él era uno más en una plantilla que contaba promesas ilustres cómo Vicente Guaita (Getafe), Jaume Costa (Villarreal), David Lombán (Elche) y Pepe Pla, entre otros muchos. La calidad de este interior derecho que había aterrizado en Paterna procedente del Atlético Sanluqueño estaba fuera de toda duda. Cuando quería, cuando a él le daba la gana, era un centrocampista diferente, de los que no había. Capaz de decidir un encuentro por sí solo. El problema es que no siempre le apetecía. Podía pasarse encuentros enteros y su equipo parecía jugar con diez sobre el terreno de juego del todavía Mini Estadi.
La actual estrella del Real Club Celta de Vigo también lo fue en la Ciudad Deportiva, pero fuera del campo. Era un sinvergüenza en el mejor sentido de la palabra. Su gracejo gaditano era inconfundible. No había broma que se le resistiera. Se hacía querer. Y con apenas 17 años, como dicen por su tierra, 'sabía más que los ratones coloraos'. Recuerdo aquella tarde en la que entró por la puerta de ‘Súper' y lo primero que hizo fue intentar ligar con la chica de recepción. Un monstruo. Nada le daba apuro. Pero precisamente fueron todas estas cosas las que, ya en un contexto algo más serio, terminaron por dejarlo sin renovar con los blanquinegros. Su fútbol parecía haberse estancado y lejos del césped el comportamiento del gaditano no era lo que se dice ejemplar. Su talento estaba fuera de toda duda, pero había que tomar una decisión, y ésta fue la de no apostar por él.
Nolito regresó a casa, a su entorno de siempre. Un lugar dónde no debía estar. Como el mismo ha reconocido en diversas entrevistas, allí le tocó vivir "mucha mierda". Su madre estuvo en prisión y fue criado por sus abuelos a quienes considera sus verdaderos padres. Durante su infancia los problemas económicos lastraron a su familia y en ocasiones, éstos tenían que recurrir a Cáritas para poder comer tres veces al día. Cierto es que aquello ya formaba parte del pasado cuando en 2006 dejó de defender el murciélago del escudo, pero aún así debía encontrar un conjunto en el que jugar. Lo hizo en el Écija dónde tuvo la suerte de cruzarse con el Real Madrid en los dieciseisavos de final de la Copa del Rey. Y la rompió. Incluso fue capaz de marcarle un gol a los blancos y su nombre saltó a los grandes titulares de la prensa nacional. Su fenomenal actuación no pasó desapercibida para los ojeadores del Fútbol Club Barcelona, que terminaron por ficharlo para el filial. En La Masía cambió su vida. Luis Enrique creyó en él y lo hizo explotar. Tanto, que acabó en el Benfica de Portugal.
Tras su periplo por el país vecino y su paso por Granada,este año suma un total de 12 goles vistiendo de celeste y ha llegado a ser internacional con la selección española absoluta de Vicente Del Bosque. Camino de los 29 años se encuentra en el cénit de su carrera y este verano va a abandonar Galicia. Ofertas no le faltan y su precio de salida podría rondar los 10-12 millones de euros. Y hoy les quiero contar un secreto, ‘El Nolo' estaría encantado de volver a Valencia. Tiene esa espinita clavada y formar parte de un proyecto tan ambicioso como el que encabeza Peter Lim significaría convertir su sueño en realidad. La actual dirección deportiva conoce perfectamente cuál es su situación y cuáles son sus deseos. Sin embargo, no es el primero de la lista, tiene a varios jugadores por delante. Pero dudo mucho que ninguno de ellos tenga tanta ilusión como él. Estamos ante un jugador español que conoce la Liga y cuyo fichaje resultaría relativamente asequible. No obstante, las alternativas que maneja el conjunto de Mestalla para reforzar su zona de ataque son de mucha enjundia. Aunque si a mí me preguntan, no me importa volverme a ver las caras con aquel gaditano que tanto me hacía reír once años atrás y que siempre formará parte de mi vida profesional. Eso sí, el domingo, que vuelva a ser aquel juvenil que, de vez en cuando, se paseaba por Paterna.Y ya de paso, que la Champions se quede en casa.
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