El Valencia, castigado por su falta de contundencia en las dos áreas, no plasma su superioridad contra un efectivo AZ Alkmaar, que cobra una mínima ventaja - El equipo de Emery deberá apelar al factor campo para alcanzar las semifinales
VICENT CHILET Remontar un gol contra el AZ Alkmaar, con Mestalla de cara, empujando al Valencia hacia las semifinales, es un objetivo posible, probablemente asequible. Pero el conjunto blanquinegro, ingenuo, se empeña en agrandar toda distancia teórica, por su falta de contundencia en las áreas, ese lastre que no logra quitarse de encima y es el origen de todos sus males. El 2-1 es un marcador engañoso, injusto a todas luces, pero delata que el fútbol, aparte de la superioridad técnica sobre el adversario, implica también picardía, concentración y mayor determinación, factores sin los cuales no se puede entender la competitividad. Incluso la mala suerte tiene sus causas, y más cuando ésta se repite. Ayer si el Valencia perdió fue por desaprovechar todas las oportunidades que contó para el 1-2 y por sus errores de atención. El derbi contra el Levante UD será el ensayo que determine si el equipo blanquinegro aún aspira a ganar un título.
Al Valencia solo le costó cinco minutos tomar el protagonismo esperado en el partido. Dejar claro quién era el favorito y quién el aspirante a pasar a semifinales, con tres oportunidades muy claras en tres minutos, los que van del siete al diez. En la primera, Soldado, siempre despierto y atento a los detalles, interceptó un malentendido entre el central Klavan y el meta Alvarado, pero su remate con poco ángulo golpeó la red por la parte externa. Era el susto necesario para meter el miedo en el cuerpo al AZ. Sin opción para la tregua, Soldado remachó de primeras un pase de Jordi Alba desde la izquierda, pero Alvarado despejó a córner. A continuación, Jordi Alba finalizó una óptima jugada colectiva en la que Tino costa abrió en diagonal a Mathieu, que cedió atrás a Feghouli, que dejó pasar la pelota para que el lateral catalán rematara, encontrándose de nuevo con Alvarado.
El partido estaba dominado. Sin la opción de contar de inicio con la clase de Jonas, con ligeras molestias, la mediapunta fue para Feghouli. El argelino no tiene la fría clarividencia de Jonas para pisar la pelota y dar el pase en profundidad a la espalda de los centrales. Sus cualidades son otras, el regate y la improvisación, y a partir de esa imprevisibilidad el Valencia daba la permanente sensación de poder avanzarse en el marcador, en cualquier momento. El equipo de Unai tomó la pelota y el AZ se mostró encantado de ofrecérsela, sintiéndose resguardado en defensa y esperando algún contragolpe lanzado por Elm o el talentoso Maher, en busca de la explosión en velocidad de Altidore, que se batía en duelos solitarios con Dealbert y Ricardo Costa. El delantero estadounidense, que no triunfó en su discreto paso por el Villarreal, buscaba siempre el choque con el central en las pelotas divididas para provocar caídas en el área, pero Martin Atkinson, con el código permisivo de la Premier, ni se inmutó.
La situación estaba bajo control, y aunque la intensidad atacante perdió algo de efervescencia, las oportunidades eran todavía del Valencia, como la que tuvo el Tino Costa en un zurdazo de golpe franco, pegado al palo, para el que se ató las dos botas antes del disparo. Menos atención dedicó el mediocentro argentino a la defensa, ya en tiempo de descuento, del saque de esquina que acabó en el gol del AZ. Tino, en la vigilancia del segundo palo, se durmió en el marcaje a Holman, que remató de volea cruzada.
El castigo era excesivo para el Valencia, víctima eterna de sus despistes. El orden se restableció nada más arrancar el segundo acto, con Ricardo Costa y Topal, un central y un mediocentro, reconvertidos en extremo y delantero centro. El defensa luso colgó un perfecto balón al punto de penalti, en el que emergió la figura de Topal, que ganó la posición al central, saltó, marcó los tiempos y mandó el cabezazo al palo contrario, inalcanzable para Alvarado. El segundo gol de bella factura de Topal en la Liga Europa, el torneo de su rescate como jugador en Mestalla, después del tanto que encarrilara la eliminatoria de dieciseisavos contra el Stoke City, y que, como el de anoche, dedicó a su hijo, el pequeño Mehmetal.
El encuentro se puso de cara, ideal para sentenciarlo, con el AZ descompuesto, sin tantas precauciones defensivas. El Valencia encontraba mucha facilidad para entrar por las bandas, donde Mathieu y sobre todo Barragán desbordaban con superioridad numérica. En una de sus internadas, el lateral andaluz cedió a Soldado, que chutó con el primer palo, pero Alvarado sacó una buena mano, lanzándose abajo. Daba la impresión de que fallaba el último pase, razón por la que Emery sacó del campo a Feghouli y dio entrada a Jonas. El brasileño no dio la asistencia esperada, pero tampoco acertó con las dos oportunidades clamorosas, en sendos «pases de la muerte» de Mathieu y Barragán. En la primera ocasión, después de que Mathieu decidiera incomprensiblemente no finalizar con toda la portería delante su gran carrera a la contra, Jonas no conectó de primeras. En la segunda volvió a despistarse y se le echó encima toda la defensa holandesa.
En la siguiente réplica, el AZ culminaría todo aquello que no hizo el Valencia con anterioridad. Barragán, con una tarjeta y sus limitaciones defensivas a cuestas, se vio desbordado en la contra que culminó Martens. El belga, al contrario que Jonas, no dudó y le pegó fuerte y colocado, de primeras, tal como le vino. En los minutos finales, con la precipitación a la que ya se ha acostumbrado en las últimas semanas, el Valencia luchó por el empate que no llegó, como tampoco la sentencia definitiva a la contra del AZ.
Al Valencia solo le costó cinco minutos tomar el protagonismo esperado en el partido. Dejar claro quién era el favorito y quién el aspirante a pasar a semifinales, con tres oportunidades muy claras en tres minutos, los que van del siete al diez. En la primera, Soldado, siempre despierto y atento a los detalles, interceptó un malentendido entre el central Klavan y el meta Alvarado, pero su remate con poco ángulo golpeó la red por la parte externa. Era el susto necesario para meter el miedo en el cuerpo al AZ. Sin opción para la tregua, Soldado remachó de primeras un pase de Jordi Alba desde la izquierda, pero Alvarado despejó a córner. A continuación, Jordi Alba finalizó una óptima jugada colectiva en la que Tino costa abrió en diagonal a Mathieu, que cedió atrás a Feghouli, que dejó pasar la pelota para que el lateral catalán rematara, encontrándose de nuevo con Alvarado.
El partido estaba dominado. Sin la opción de contar de inicio con la clase de Jonas, con ligeras molestias, la mediapunta fue para Feghouli. El argelino no tiene la fría clarividencia de Jonas para pisar la pelota y dar el pase en profundidad a la espalda de los centrales. Sus cualidades son otras, el regate y la improvisación, y a partir de esa imprevisibilidad el Valencia daba la permanente sensación de poder avanzarse en el marcador, en cualquier momento. El equipo de Unai tomó la pelota y el AZ se mostró encantado de ofrecérsela, sintiéndose resguardado en defensa y esperando algún contragolpe lanzado por Elm o el talentoso Maher, en busca de la explosión en velocidad de Altidore, que se batía en duelos solitarios con Dealbert y Ricardo Costa. El delantero estadounidense, que no triunfó en su discreto paso por el Villarreal, buscaba siempre el choque con el central en las pelotas divididas para provocar caídas en el área, pero Martin Atkinson, con el código permisivo de la Premier, ni se inmutó.
La situación estaba bajo control, y aunque la intensidad atacante perdió algo de efervescencia, las oportunidades eran todavía del Valencia, como la que tuvo el Tino Costa en un zurdazo de golpe franco, pegado al palo, para el que se ató las dos botas antes del disparo. Menos atención dedicó el mediocentro argentino a la defensa, ya en tiempo de descuento, del saque de esquina que acabó en el gol del AZ. Tino, en la vigilancia del segundo palo, se durmió en el marcaje a Holman, que remató de volea cruzada.
El castigo era excesivo para el Valencia, víctima eterna de sus despistes. El orden se restableció nada más arrancar el segundo acto, con Ricardo Costa y Topal, un central y un mediocentro, reconvertidos en extremo y delantero centro. El defensa luso colgó un perfecto balón al punto de penalti, en el que emergió la figura de Topal, que ganó la posición al central, saltó, marcó los tiempos y mandó el cabezazo al palo contrario, inalcanzable para Alvarado. El segundo gol de bella factura de Topal en la Liga Europa, el torneo de su rescate como jugador en Mestalla, después del tanto que encarrilara la eliminatoria de dieciseisavos contra el Stoke City, y que, como el de anoche, dedicó a su hijo, el pequeño Mehmetal.
El encuentro se puso de cara, ideal para sentenciarlo, con el AZ descompuesto, sin tantas precauciones defensivas. El Valencia encontraba mucha facilidad para entrar por las bandas, donde Mathieu y sobre todo Barragán desbordaban con superioridad numérica. En una de sus internadas, el lateral andaluz cedió a Soldado, que chutó con el primer palo, pero Alvarado sacó una buena mano, lanzándose abajo. Daba la impresión de que fallaba el último pase, razón por la que Emery sacó del campo a Feghouli y dio entrada a Jonas. El brasileño no dio la asistencia esperada, pero tampoco acertó con las dos oportunidades clamorosas, en sendos «pases de la muerte» de Mathieu y Barragán. En la primera ocasión, después de que Mathieu decidiera incomprensiblemente no finalizar con toda la portería delante su gran carrera a la contra, Jonas no conectó de primeras. En la segunda volvió a despistarse y se le echó encima toda la defensa holandesa.
En la siguiente réplica, el AZ culminaría todo aquello que no hizo el Valencia con anterioridad. Barragán, con una tarjeta y sus limitaciones defensivas a cuestas, se vio desbordado en la contra que culminó Martens. El belga, al contrario que Jonas, no dudó y le pegó fuerte y colocado, de primeras, tal como le vino. En los minutos finales, con la precipitación a la que ya se ha acostumbrado en las últimas semanas, el Valencia luchó por el empate que no llegó, como tampoco la sentencia definitiva a la contra del AZ.
http://www.levante-emv.com/deportes/2012/03/30/condenados-remontar/893704.html
Esta visto que en una semana llena de reuniones,conjuros y demás,un equipo no puede cambiar de la noche a la mañana pero si algo y ayer se vio lo mismo de siempre,cuando no tienes puntería arriba porque no la metes ciérrate bajo para que no pasen y eso ayer el vcf no lo hizo;es mas se abrió en canal porque la segunda parte por la derecha con Barragan y Pablo Hernadez les costaba horrores defender y de ahí el gol,es un claro ejemplo de que pablo no corta la jugada se queda atrás tino cubre su sitio y se hace un pasillo que entra el autor del gol como una fecha a las espaldas de los jugadores valencianistas y nadie logra pararlo,por cierto un golazo. Un resultado malo pero.... veremos el jueves si somos capaces de hacer algo o nos quedamos un año mas en 1/4 de final de una competición europea.
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