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jueves, 12 de marzo de 2015

Valencia-Depor y Amén(des)

ALBERTO SANTAMARÍA. HOY Me he preocupado por preguntar qué piensan del luso las personas que han tenido contacto con su empresa en A Coruña...

VALENCIA

Viernes, 20:45 horas. Sí, aunque parezca mentira, mañana el Valencia disputa un partido de Liga. Denle las gracias a Javier Tebas, al ínclito presidente de la LFP; suya ha sido esta genial idea. Pero no voy a calentarme; al final, los culpables son los propios clubes que lo ratifican una Asamblea tras otra. Así que ahora a tragar y a callarse. No queda otra. Así pues, en estas fechas falleras, Mestalla abrirá sus puertas para recibir al Deportivo, un equipo con el que el 15 de mayo de 1994 nació una rivalidad que ya cumple 21 años. Desde el famoso penalti marrado por Miroslav Djukicque dejó sin el título a los gallegos y la posterior celebración de González -hoy el ínclito Tebas seguro que lo estaría investigando que es lo que a él le gusta- los encuentros entre blanquinegros y blanquiazules se han convertido en duelos de alto voltaje. Altísimo. La rivalidad ha ido creciendo con el transcurrir de las temporadas a pesar de que el combinado de Riazor ha visto mermado su potencial a lo largo del último lustro. Para demostrarlo, tan solo hace falta recordar cómo celebraron los aficionados coruñeses la victoria de los suyostras el 3-0 de la primera vuelta. Aquella derrota significó el primer gran tortazo recibido por los hombres de Nuno durante una campaña que, hasta entonces, estaba siendo perfecta.

Un ejemplo con poco peso si lo comparamos con el varapalo que supuso para la hinchada che la final del agua del Bernabéu de 1995 y el maldito cabezazo de Alfredito -así llamaba a Santaelena el mito de David Vidal-. Luego llegarían otros tantos enfrentamientos históricos. En el verano de 2002, la Supercopa de España voló hacia Galicia después de que Cañizares encajara tres tantos en el feudo deportivista. Sin duda, un choque para olvidar. Cuatro años más tarde, tendría lugar la eliminatoria del ‘monedazo' a Megía Dávila. El cara a cara tuvo que dirimirse una semana después a puerta vacía y entonces al colegiado madrileño/madridista le costó muy poco señalarle un penalti en contra al combinado dirigido entonces por Quique Sánchez Flores. Y por si faltaba algo, en 2011, las dianas de Aduriz y Soldado enviaron a su contrincante al pozo de la Segunda División. El amor de Riazor hacía el Valencia iba en aumento. Sin embargo, de todos los duelos, yo me quedo con uno de ellos. Tuvo lugar 13 años atrás. Un 21 de abril de 2002. Fue la tarde en la que creí que, por fin, iba a ver al Valencia, a mi Valencia, levantar el trofeo de campeón de Liga. Aimar lanzó una falta lateral, su derechazo golpeaba en Duscher, éste despistaba a Molina y el esférico terminaba en la red. Restaban cuatro jornadas y los de Benítez seguían líderes. Era real. La Liga estaba a tiro...y ya saben, el equipo no falló. La ciudad celebraría la quinta.

Clubes diferentes, entidades enfrentadas con muchas historias que contar y hoy con un nexo en común: Jorge Mendes. El innombrable para muchos de los que deambulan por la sede oficial y que, por arte de magia aparece y desaparece del instagram de quien hace las veces la directora de comunicación, de manera... ¿inconsciente?. Kim Lim nos enseñó la prueba. O mejor dicho, el indicio. El superagente estaba la pasada semana en Singapur justo el mismo día en el que tuvo lugar el Consejo de Administración en el mencionado país asiático. ¿Casualidad? Juzguen ustedes. Lo que ha pasado a ser obvio es que el portugués es una parte activa en la vertiente deportiva de Mestalla. Guste o no guste. A algunos nos negaron el pan y la sal por informar sobre su influencia justo hace un año y el tiempo, como siempre, pone a cada uno en su sitio. Mendes está, eso no se discute; Kim lo demostró. ¿Y es malo para el Valencia? Sinceramente creo que no. Los resultados del equipo de ‘su entrenador' también están ahí. Tener de cara al representante que más y mejor controla el mercado del fútbol mundial, no puede ser malo. "Claro, claro", pensarán ustedes: "mira cómo está ahora el Deportivo después de su paso por Riazor".
Me he preocupado por preguntar qué piensan del luso las personas que han tenido contacto con su empresa en A Coruña. Aunque tal vez no hacía falta. Leyendo el libro 'La clave Mendes', uno comprueba que la relación personal entre Jorge y Lendoiro no podía ser mejor. 'Su otro padre', así lo define. En esas líneas, los autores de la publicación explican el cariño que le tiene el superagente al Deportivo. "Siempre que puede, les ayuda", afirman. En una situación económica más que precaria ha colocado futbolistas como Pizzi, Nelson Oliveira y este mismo año a promesas como Cavaleiro o al propio Sidnei. Jugadores a los que no podría optar el club que ahora preside Constantino Fernández. Y sí, es cierto, algún que otro petardo, también. Las cosas como son. Pero desde las altas esferas, solo hay palabras de elogio hacia su figura. "Nunca dejará tirado al Dépor", recalcan en privado los mandatarios.

Y qué quieren que les diga, mientras su amigo y socio Peter sea el máximo accionista de la entidad, deduzco que la historia tendrá un guión muy similar en la capital del Turia. No me refiero, es obvio, a los resultados sino al asesoramiento con mando en plaza que va a ejercer sobre las decisiones en las que intervenga el magnate de Singapur. Que no van a ser todas, por supuesto. Como tampoco lo fueron en los mercados de verano e invierno. Rufete no es un florero, no lo ha sido nunca y no lo va a ser. Pero como él mismo reconoció el pasado martes en VCF Radio, él no decide, sólo dirige. Y más todavía en las operaciones bautizadas por Jaume Ortí como caza mayor -véase los fichajes de un coste económico elevado- que necesitarán del beneplácito del superagente. De su bendición. Necesitarán su Amén(des).
http://www.plazadeportiva.com/ver/33073/-valencia-depor-y-amendes-.html

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