ALBERTO SANTAMARÍA. HOY Ahora bien, o mucho me equivoco o van a llegar fichajes. Uno, seguro. Y yo diría que dos, también...
VALENCIA.
"Esta semana es importante para el futuro del Valencia, hay que tomar decisiones importantes para la estructura del club. Es una semana importante para tomar decisiones muy serias que afectan a todos los parámetros de la entidad". Así de contundente y de redundante se mostró Nuno Espírito Santo en la rueda de prensa posterior a la victoria del pasado sábado frente al Almería. Sin que nadie le preguntara por ello, el entrenador envió su mensaje, el que quería, el que tenía pensado. Tal vez se pasó de frenada pero consiguió supropósito: expresar su descontento. El portugués quiere fichar y puestos a pedir, no se va a conformar con una sola cara nueva -Enzo, al margen- antes de que se cierre este mercado de invierno. Las posiciones de mediocentro defensivo y de extremo derecho, se antojan innegociables. Y los nombres, parece que también -créanme que me gustaría saberlos-. Precisamente es en este punto donde aparecieron las primeras discrepancias serias entre el director deportivo y el entrenador. Mientras Rufete abogaba por una única incorporación a lo sumo, el técnico pedía tres caras nuevas. Ahí queda eso. Incluso en las opciones que el primero puso sobre la mesa tampoco hubo consenso. Ninguno. Al mister no le gustaban.
Solo de esta manera uno es capaz de interpretar lo ocurrido a lo largo de los últimos días. Tras la reunión de hace siete días entre Amadeo Salvo, Kim Koh y los dos protagonistas ya mencionados, el preparador atendió a los medios de comunicación en dos ocasiones y su discurso viró 180 grados. Mientras el viernes a mediodía Nuno hablaba de echar mano del filial en caso de necesidad, 24 horas más tarde incendiaba el entorno con "las decisiones importantes" y su exigencia de reforzar la plantilla. La grieta entre los responsables deportivos existe y ésta no tiene porqué ser mala para el Valencia. Simplemente es la realidad. Y si me preguntan a mí, yo lo tengo claro: con 19 partidos por delante y una competición en disputa, el conjunto blanquinegro cuenta con un grupo de futbolistas más que suficientes como para conquistar, no sin esfuerzo, la cuarta plaza de la clasificación. Estos jugadores ya han demostrado que pueden ganarle al Madrid, al Atlético y al Villarreal; que son capaces de empatar en Sevilla con un hombre menos y de hacer sudar sangre al Barça de Messi y Neymar para vencer en Mestalla. Por tanto, son ellos mismos los que están en la obligación de hacer lo propio frente a los Deportivo, Levante, Granada, Celta y compañía y no dar la pésima imagen que dieron en la visita a sus respectivos estadios.
Ahora bien, o mucho me equivoco o van a llegar fichajes. Uno, seguro. Y yo diría que dos, también. La petición del técnico va a ser atendida. Nuno es el hombre de confianza de Peter Lim, el ojito derecho de Jorge Mendes, el jefe. Hasta 2018. Mismo año en el que finaliza el contrato de José Luis Gayà. Los grandes de Europa no lo pierden de vista. Su cláusula de 18 millones de euros lo convierten en el lateral izquierdo más apetecible del fútbol internacional. Como en su día lo fueron Jordi Alba y Juan Bernat. Con el agravante de que el de Pedreguer apenas tiene 19 años. Pasarán décadas para volver a fabricar un talento como él. Y me da miedo que alguno de esos transatlánticos continentales le pongan encima de su mesa un salario que multiplique por diez lo que está percibiendo actualmente y lo hagan dudar. Tan solo así lo lograrían. Su sentimiento hacia el murciélago del escudo está fuera de cualquier debate, pero hay trenes que nunca vuelven a pasar. Desde el Valencia tratarán de evitar que esto suceda. No deben permitir ni que el canterano se acerque a las vías.
Gayà es ya una pieza fundamental en el esquema del equipo. Da equilibrio en defensa y en ataque. Y va a volver a serlo, seguro el domingo contra el Sevilla. El combinado andaluz que aterrizará en Mestalla con Emery en el banquillo. Ese poseedor de la insignia de oro y brillantes del club que le faltó al respeto a la entidad aquel fatídico 1 de mayo de 2014. La exacerbada celebración tras el gol de M'Bia y su justificación posterior, ya en frío, volvieron a dejar patente el error que supuso premiar a un técnico que nunca ganó nada, con tal honorable galardón. Nunca me gustó Unai y después de lo ocurrido en las semifinales de la Europa League, menos todavía. Tengo ganas de revancha -deportiva-. Y con él en el banquillo, aún más.
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