El sábado 1 de enero de 1972 partieron con el propósito de vencer en El Arcángel, campo que se les resistía y donde nunca habían vencido en Liga
Los jugadores del Valencia celebraron aquella Nochevieja concentrados en un hotel de la ciudad. Por la mañana habían entrenado en Mestalla bajo un sol radiante. En la sesión de trabajo -la última de 1971, sin duda un año de grato recuerdo para el valencianismo-, también participaron los jugadores del filial que, por entonces, militaba en Segunda División, y que preparaba su encuentro en el antiguo Zorrilla ante el Real Valladolid. Al día siguiente, los hombres de Alfredo Di Stéfano emprendieron viaje en autobús hasta Córdoba con parada a mitad camino para el almuerzo. Muchas horas de carretera por delante antes de llegar a su destino. El sábado 1 de enero de 1972 partieron con el propósito de vencer en El Arcángel, campo que se les resistía y donde nunca habían vencido en Liga. En el viejo feudo de la ciudad de los califas les aguardaba un rival con el agua al cuello -penúltimo en la tabla- dirigido por el mítico Vavá, componente de la legendaria delantera que conquistó para Brasil su primera Copa del Mundo en Suecia 58.
La primera vuelta del campeonato estaba a un paso de concluir y la lucha por el liderato se mantenía en todo lo alto. El Real Madrid era líder con un punto de ventaja sobre el Valencia que defendía el título conquistado en la temporada anterior. Ambos equipos se perfilaban como los grandes aspirantes al título. Ninguno aflojaba. Los madridistas recibían al Deportivo, al que entonces se conocía popularmente como el Coruña. El choque que se disputaba en el Bernabéu a primera hora de la tarde del domingo 2 de enero concluyó con una apurada victoria local: 1-0. El partido del Valencia cerraba aquella decimoquinta jornada y se televisaba en directo desde las siete y media de la tarde. Los de Mestalla afrontaban la cita sin margen de error y con las baja del defensa Aníbal, el centrocampista Adorno y del delantero Pellicer. El balance de resultados reflejaba solo dos derrotas lo que se llevaba disputado de Liga y ambas ante rivales andaluces: 1-0 en Granada y 2-0 en Sevilla. A la tercera se quebró la racha, se superaron todos los gafes y, de paso, se logró la primera y única victoria en Córdoba hasta la fecha. Aquel no fue un triunfo cualquiera. El Valencia se impuso por goleada: 0-4 y fue el mejor resultado obtenido en desplazamientos a lo largo de aquella campaña.
El Valencia vistió completamente de azul y formó con: Abelardo en la portería; Sol y Vidagany como laterales con Barrachina de central y Jesús Martínez en la demarcación de libre. Pepe Claramunt dirigía el juego en la medular secundado por el trabajo de un incansable Lico y el complemento de Forment, interior de vocación ofensiva. En la delantera, la tripleta clásica: dos extremos rápidos en las bandas que desequilibraban, Sergio por la derecha y Valdez por la izquierda. En el eje de la vanguardia aparecía el fichaje rutilante de aquella campaña: Joaquín Sierra Vallejo 'Quino'. En la formación del Córdoba destacaba la presencia de Vicente Del Bosque -debutante ese ejercicio en Primera-, y la de un veterano con pasado madridista y origen valenciano: Manolo Sanchis, cuyo apellido aún pronunciaba de forma correcta el locutor de Televisión Española. Años después, algunos periodistas y el hijo de del defensa de Alberic ya se encargaron de deformarlo.
El Valencia no tardó en inaugurar el marcador gracias a un espectacular disparo de Quino desde fuera del área que entró por la escuadra. Aún no se había cumplido el minuto diez. Con el gol a favor, el conjunto de Di Stéfano se dedicó a controlar el juego y a evitar que el Córdoba empatara. Así acabó la primera parte. En la segunda, todo quedó visto para sentencia: 3 goles en menos de 20 minutos y partido liquidado. La lógica que reflejaba la clasificación terminó por imponerse. Forment, Valdez y Quino fueron, por ese orden, los autores de los goles visitantes. El Córdoba estaba contra las cuerdas y los valencianistas aflojaron ante su manifiesta superioridad. Di Stéfano dio entrada a dos hombres de refresco en el último cuarto de hora: Fuertes y Claramunt II. El marcador ya no se alteró.
Aquel triunfo disparó la euforia entre la afición valencianista. Cuatro días después, es decir el jueves 6 de enero, día de los Reyes Magos, había programada jornada liguera y Mestalla se llenó hasta la bandera para asistir a una nueva demostración de juego arrollador de su equipo. El Valencia se impuso por 3-0 al Málaga y acreditó hallarse en un momento espléndido: tres victorias seguidas con 9 goles a favor y ninguno en contra hacían presagiar lo mejor. Sin embargo, el equipo no respondió a las expectativas y cayó de forma consecutiva en sus siguientes salidas a Atocha, Sarrià y El Molinón. Por culpa de esos fiascos empezó a perder opciones de revalidar el título. Pese a que en el tramo final hubo un espectacular sprint con seis victorias en las últimas siete jornadas, el Valencia no pudo recuperar todo el terreno perdido y hubo de conformarse con el subcampeonato.
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