Entre Soler y Soriano, yo no elijo a ninguno de los dos. Me quedo con Paco Alcácer. Y Mestalla también. El delantero de Torrent ganó por abrumadora mayoría el plebiscito de la grada y libró la otra noche a los dos expresidentes de una bronca monumental. Es más, pasaron prácticamente desapercibidos. En cambio, si por una de aquellas el Valencia llega a perder, o no pasa la eliminatoria, la parroquia, contrariada, se hubiera acordado de ambos pájaros y de sus antepasados. Me consta. A mí, ni el uno ni el otro, deudor y acreedor, ya hace tiempo que dejaron de engañarme. Me han mentido tantas veces que es difícil que vuelva a fiarme de ninguno. Lo que no me explico es, que conociéndose entre ellos como se conocen, el uno crea en el otro, y el otro en el uno. Ambos se la tiren de valent a valent. Y tan poco crédito merece Juan como Vicente. El primero me engatusó como a un chino siempre que quiso uno, que iba por la vida con un lirio en la mano. El otro lo intentaba cada día, recreando la realidad a su antojo. Me tenía alucinado.
Lo bien cierto es que ninguno de lo dos apareció en la órbita del VCF por generación espontánea. Al contrario: ambos son modelos de una época, de un tiempo en que nuestros líderes actuaban así, los políticos eran los que eran y los usos sociales lo daban todo por bien empleado. Soriano por ejemplo, protagonizó la pintoresca Operación Dalport, un escándalo en el que participó un conseller de la Generalitat, descubierto por este periódico, y en el que los estúpidos estuvieron más pendientes de la forma que del fondo, tratando de averiguar cómo habíamos conseguido desvelar aquella trama, en lugar de contribuir a desenmascarar a sus artífices. Hasta hoy. Ahora, algunos destacados empresarios quieren hacer leña del árbol caído, habrá que recordarles el apoyo que prestaron, el aval que concedieron y la complicidad con la que se comportaron con este par de fenómenos. Soler & Soriano son hijos de aquella coyuntura en la que tan confortablemente instalados se encontraban todos ellos. A los Soler, padre, hijo, y Espíritu Santo digo de Consuelo, la presidenta los acercó al VCF Manuel Llorente, a la sazón máximo ejecutivo del club, con el beneplácito de los consejeros del momento, esos mismos que estos días se escandalizan. Contaron, además, con la bendición del Consell de la época y de la alcaldesa todavía reinante. Y muchos de los peñistas que ahora les maldicen, entonces les aclamaban.
En fin, que gracias a Paco Alcácer, este bochornoso episodio ha pasado a un segundo plano de la evanescente actualidad informativa. De manera que los bienpensantes, los tiquismiquis y algún que otro impostor que ahora se hace el estrecho, ya no necesitan.
Afortunadamente, el fútbol lo borra todo y el VCF volvió a rescatar el juego la otra noche. Gracias, eso sí, al inocente Basilea, que se fue abandonando poco a poco, a medida que el miedo le entraba en el cuerpo. Todo era cuestión de empezar a abrir la lata. Con el primer gol, a los suizos les atenazó la duda. Con el segundo, se pusieron de los nervios. El tercero les apagó las pocas luces que tenían; el cuarto les sacó del partido. Y Bernat, finalmente, del mapa. Todavía deben andar flotando por ahí, sin saber dónde están, pellizcándose unos a otros..
http://www.levante-emv.com/deportes/2014/04/13/soler-soriano-elijo-paco-alcacer/1100671.html
Lo bien cierto es que ninguno de lo dos apareció en la órbita del VCF por generación espontánea. Al contrario: ambos son modelos de una época, de un tiempo en que nuestros líderes actuaban así, los políticos eran los que eran y los usos sociales lo daban todo por bien empleado. Soriano por ejemplo, protagonizó la pintoresca Operación Dalport, un escándalo en el que participó un conseller de la Generalitat, descubierto por este periódico, y en el que los estúpidos estuvieron más pendientes de la forma que del fondo, tratando de averiguar cómo habíamos conseguido desvelar aquella trama, en lugar de contribuir a desenmascarar a sus artífices. Hasta hoy. Ahora, algunos destacados empresarios quieren hacer leña del árbol caído, habrá que recordarles el apoyo que prestaron, el aval que concedieron y la complicidad con la que se comportaron con este par de fenómenos. Soler & Soriano son hijos de aquella coyuntura en la que tan confortablemente instalados se encontraban todos ellos. A los Soler, padre, hijo, y Espíritu Santo digo de Consuelo, la presidenta los acercó al VCF Manuel Llorente, a la sazón máximo ejecutivo del club, con el beneplácito de los consejeros del momento, esos mismos que estos días se escandalizan. Contaron, además, con la bendición del Consell de la época y de la alcaldesa todavía reinante. Y muchos de los peñistas que ahora les maldicen, entonces les aclamaban.
En fin, que gracias a Paco Alcácer, este bochornoso episodio ha pasado a un segundo plano de la evanescente actualidad informativa. De manera que los bienpensantes, los tiquismiquis y algún que otro impostor que ahora se hace el estrecho, ya no necesitan.
Afortunadamente, el fútbol lo borra todo y el VCF volvió a rescatar el juego la otra noche. Gracias, eso sí, al inocente Basilea, que se fue abandonando poco a poco, a medida que el miedo le entraba en el cuerpo. Todo era cuestión de empezar a abrir la lata. Con el primer gol, a los suizos les atenazó la duda. Con el segundo, se pusieron de los nervios. El tercero les apagó las pocas luces que tenían; el cuarto les sacó del partido. Y Bernat, finalmente, del mapa. Todavía deben andar flotando por ahí, sin saber dónde están, pellizcándose unos a otros..
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