DESMEMORIATS / JOSEP LIZONDO. HOY ...Eso pasó porque pocos tuvieron en cuenta que por allí andaba Barragán, un tipo capaz de trazar entre patadas un plan maestro para salvar a su equipo; y como los superhéroes, lo había hecho vestido de civil, para no levantar sospechas...
VALENCIA.
Enzo Pérez apenas tardó 28 minutos en entender la historia. Enseguida, como un payo huyendo de la Guardia Civil, se puso a gritarle al árbitro 'sos malo, sos muy malo'; tres minutos antes, Otamendi le confundía con un rival, dándole una tarascada para iniciarle en su adaptación al VCF, culminada a la media hora. Todo ello da cuenta de cómo se había puesto el partido entre el Valencia y el Real Madrid, gorrino perdido. Aunque por entonces nadie sospechaba que el envite escondía giros de guión; incluso en un rincón, durante la previa, se pudo ver a un fulano - no miraremos a nadie - soltar que 'esto me recuerda mucho al 3-6'; el tempranero penalti y la sangría tarjetera parecían darle la razón al visionario. Eso pasó porque pocos tuvieron en cuenta que por allí andaba Barragán, un tipo capaz de trazar entre patadas un plan maestro para salvar a su equipo; y como los superhéroes, lo había hecho vestido de civil, para no levantar sospechas.
Antonio aprovechó la maravillosa atmósfera de Mestalla, hostil, gritona y futbolera, a lo superbritánico, para esconder sus misterios. Ahí sigue la gente, culpándolo de no ser Cafú, cuando el problema de Cafú es que nunca supo ser Barragán. Ay, Toni, si me pillas con 8 años a buenas horas iba a ser Tomás mi ídolo de infancia.
Tras arrearle un puntapié a Marcelo decidió que había llegado el momento, y se cascó un desmarque por slalom, dio un pase, y se plantó en la frontal del área para chutar y conseguir que Pepe, del susto, desviara el balón evitando que entrara por la escuadra. En ese instante, el mundo ya hacía rato que se había ido a la mierda. Luego quiso más, envalentonado, aprovechando la ruptura espacio-temporal que había provocado con el 1-1, pero en el último segundo entendió que no iba a hacerlo todo él, 'que todavía no me han renovado, y esto es un equipo donde pintamos todos por igual', se le escuchó decir en un descuido, y la tiró fuera para no abusar en claro gesto hacia la reforma constitucional.
Pero Barragán tuvo otro detalle de personalidad histórica, y ocurrió tras el cabezazo de Otamendi. El lateral se quedó sólo, en mitad de la nada, arrodillado y con los brazos levantados degustando la soledad que otorga el triunfo mientras el entorno bullía orgásmicamente y sus compañeros formaban un castell humano. Una instantánea, como la de Alberto Korda al Che, que ya es icónica, definitoria de una época. Tanto, que me la puse de cabecera en twitter para presumir de gloria. 'Mira, m'hijo, este chico, aquella tarde, lo empezó todo' le diremos a nuestros nietos mientras un reproductor de hologramas nos enseña la escena en cinco dimensiones.
Al valencianista le pasa que un día le obligaron a renunciar a la felicidad, castigado por las voces que le hacían culpable de todos los males del club. 'La culpa es vuestra por existir' les gritaban por las radios financiadas desde la institución, esas que ahora van con pistolitas de agua porque les han quitado la subvención.
En este VCF que amenaza con una tercera Belle Époque se conocen casos de chavales que ante el pedido de sus madres de ir a por un recado les contestan entonando el 'som la força del València i ningú mos parará...' para poder afrontar el choque con la soltura de Orban. El plomo en los bolsillos desapareció, no hay arena en las gargantas y el personal dejó de comportarse como un cadáver de la mafia. ¿Que qué más querían? Esto, joder, ésto es lo que querían; sentirse vivos, sentir al VCF vivo, tomar Suecia por asalto, berrear como locos y levantarse a la mañana como Napoleón tras acampar en Moscú, aunque todo se esfume con la fragilidad de una combustión espontánea.
Disfrutar de partidos maravillosos, con botes fallidos, patadas, árbitros pendencieros, polémicas, estadios bulliciosos y rivales odiosos, en los que sólo se eche de menos que las porterías no sean dos montonazos de ropa. La gente ansiaba disfrutar del fútbol, no padecerlo, tener al VCF y no a un dream team de zombis que dedicaba sus horas a humillar la historia que nos trajo hasta aquí. Lo del otro día fue para revolcarse en el fango y llegar a casa hecho unos zorros sin excusas convincentes que ofrecer a los parientes.
Ahora saldrán a sentenciar con que se celebran triunfos puntuales contra el Real Madrid; qué sabrán ellos. Lo que se celebró fue la constatación de un reencuentro, el de la gente con su equipo, que se le apareció como quien llega de la batalla de Verdún sin avisar, cuando ya se le daba por muerto.
Cómo será el asunto que Nuno se puso a brincar como un loco al finalizar el encuentro, mientras se acercaba un marginado comoZuculini, que en lugar de aprovechar y que pareciera todo un accidente, se puso a dar brincos junto al luso, como si hubiera hecho un Barragán. Estas cosas solo las entienden aquellos que han vivido seis años en el infierno, aguantando humillaciones y tortazos cotidianos cual disidente en Corea del Norte. Como para no ponerse a gritar 'que salte la abuela, que salte la abuela' una noche de domingo cualquiera.
Por eso no hay nada que mejor defina este momento de efervescenciacolectiva que la citada imagen de Barragán, porque esto del VCF es muy barraganesco, una simbiosis perfecta entre dos entes apaleados por la generalidad del mundo que se ponen a romperla sin invitar a nadie a la fiesta sabiendo que jamás obtendrán reconocimiento a sus éxitos, aunque le ganen la partida sobre la bocina a la mismísima muerte.
Ahora, si a alguien se le ocurre tocar el despertador para que suene, que le corten la mano y lo echen a los leones. Déjenlos cinco minutos más, que con estos brotes de ilusión generalizada es como empiezan a construirse dinastías.
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