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sábado, 8 de noviembre de 2014

Sí, somos el club de los líos

Resultará interesante ver el trato mediático que se le da a la paralización -curiosamente, Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) está también en este caso en todas las salsas- de las obras en el estadio de La Peineta. (...) Recuerden, lo guay es reírse de que el Valencia tiene el mejor 'mediocampo' del mundo.



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El fútbol español apesta por varios motivos, a cada cual más nauseabundo, y enumerar la lista de agravios de gran parte de los clubes y sus aficionados podría, literalmente, acabar con el espacio disponible en Internet. Centrémonos por tanto en un ejercicio de intercambio de roles entretenido, terapéutico y revelador.
Es ciertamente extraordinario el ínfimo nivel de escándalo generado por algunos de los negocios que emplean al fútbol como excusa o satélite interesado. Por ejemplo, ahí va el primer ejercicio de imaginación: que Amadeo Salvo emplease su cargo como presidente para, producto de un capricho, firmar el pasado verano a Skhodran Mustafi a cambio de un pastizal. Veinte, treinta millones de euros. Los foros echarían humo si, al cabo de unos meses, saltase la casual y nada previsible noticia de un acuerdo entre Power Electronics -empresa del dirigente- y el gobierno alemán para proporcionar al país teutón nuevos sistemas de almacenamiento de energía a cambio de varios cientos de millones de euros. El escándalo sería de aúpa.
Sin embargo, lo ejecuta Florentino Pérez con ACS y los gobiernos de Colombia o Costa Rica y aquí no ha pasado nada. Simples casualidades. Efectivamente Florentino Pérez no tiene sueldo como presidente merengue, pero la cosa le compensa que no veas: James Rodríguez amortiza con creces su fichaje desde el primer día. Que ACS vaya a 'levantarse' 692 millones de euros construyendo su primer autopista en el país 'cafetero' habrá que achacárselo a la Providencia o al Espíritu Santo. A Nuno no, al otro. No, al banco portugués en quiebra tampoco.
Durante años se ha atizado, vejado, vilipendiado y convertido en objeto de mofa el hecho de que el Valencia tenga las obras del Nuevo Mestalla paralizadas. Un asunto criticado en su momento a Vicente Soriano, y trasladado a las gestiones de Manuel Llorente y Amadeo Salvo. Un maldito drama. Un motivo más para reírse de un club con dificultades. Resultará interesante ver el trato mediático que se le da a la paralización -curiosamente, Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) está también en este caso en todas las salsas- de las obras en el estadio de La Peineta. Es cierto que el Atleti ahora mismo es 'hip', 'cool', muy molón y tal. Pero también se le ve el cartón: el acuerdo para abordar la construcción del nuevo coliseo data de 2008. Las obras arrancaron en 2011. Y la proyección actual, con muchos visos de retrasarse todavía más, lleva a la mudanza del club colchonero a mediados de 2017. Pero, recuerden, lo guay es reírse de que el Valencia tiene el mejor 'mediocampo' del mundo.
Al hilo de esto, ¿merece la pena explicar que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ha decidido mantener la paralización de las obras de ampliación del Estadio Santiago Bernabéu? Va a resultar que el 'Senyor Bunyol' Paco Roig acabará encontrando en Florentino a un alumno aventajado. Llevamos años (desde 2006) con recordatorios constantes de la ilegalidad de la ampliación de la grada Sur de Mestalla: lógico y normal, porque la ley está para cumplirse, aunque con la excusa del cambio de estadio no se haya ejecutado la sentencia. Pero nuestro sentido arácnido nos avisa de que, en el caso del Bernabéu, el fallo del TSJM se barrerá con diligencia bajo la alfombra. Algo se inventarán para que salga adelante. Circulen, por favor.
Si nos zambullimos en lo deportivo, toca hacer un aparte con los favoritismos arbitrales para poner ejemplos de comportamientos inadecuados con nombres y apellidos. Si Diego Alves y Joao Pereira se diesen figurativamente de hostias a través de las redes sociales (como ha sucedido en repetidas ocasiones con Casillas y Arbeloa, con sus respectivas legiones de pretorianos virtuales), el incendio en el Valencia sería histórico. Si Paquito Alcácer celebrase los goles como Cristiano Ronaldo, la mano de guantazos mediáticos que acumularía cada jornada sería más larga que 'Canción de Fuego y Hielo'. A la inversa, no obstante, la disculpa más empleada respecto al portugués ("máquina", "fiera", "insaciable", etc) es el clásico "Cristiano es así" (sic).
Hemos hablado de conductas o hechos cuestionables, reprobables y criticables en versión valencianista. ¿Imaginan ustedes qué ocurriría con aquello que merezca la pena ensalzar? ¿Cuántos telediarios hubiese llenado una remodelación y cambio de imagen exterior del Bernabéu, con lonas gigantes a sus jugadores históricos, nuevos servicios en el interior del recinto, modernización de su infraestructura, pantallas planas por todas partes, etc? Tendríamos 'Nuevo Bernabéu' hasta en la sopa: programas especiales, infografías, reportajes a aficionados de la capital y turistas alucinados ante semejante maravilla...
El FC Barcelona también ha salido al rescate en los últimos años para enseñarnos, amigas y amigos, que siempre hay un pez más grande, un matón más fuerte y un club más caótico que el de ustedes. No imaginamos a Jaume Ortí empapado en Moët bailando desaforadamente 'Laporta style'. O quizás sí, aunque en la época de Bonico no se permitían cámaras para plasmar dichas instantáneas. Sea como fuere, La Indiana nunca llegó a los niveles de Luz de Gas.
¿Imaginan ustedes a Salvo dimitiendo tras ser acusado de "distraer" y apropiarse indebidamente de dinero del fichaje de Negredo? Eso es lo que hizo Sandro Rosell tras el fichaje de Neymar: cogió la puerta y se marchó. Y se asumió con la mayor de las tranquilidades en Can Barça. Aquí la ciudad habría sido pasto de las llamas. Tampoco hemos vivido casos como el del padre del jugador, un auténtico artista del mangoneo, prócer en la contratación de señoritas y todo a cuenta del club culé. Había que traer el brasileño a toda costa y el Barça tuvo un arreón de valencianismo: "Això ho pague jo". Un caso semejante por estos lares dejaría el Watergate en mantillas en comparación.
No nos entra en la cabeza imaginar al propio Negredo, o a Rodrigo Moreno, haciendo el paseÍllo camino del juzgado por evasión de impuestos. Tampoco que los aficionados que presenciasen semejante estampa les mandasen gritos y cánticos de apoyo. Messi es otro rollo, claro, y su dimensión supera la humana y espiritual. "Lo lleva todo mi papá", y colorín colorado. Marcar la casilla de 'sucesor de Maradona' da derecho a eso y más.
Ni siquiera hemos entrado a valorar los 'valors' y el 'seny' de la Masía, cacareadísimos y tan publicitados como engañosos. El Valencia es el club llorón cuando un árbitro les perjudica -normalmente en los estadios de los tres clubes antes citados-, pero cuando los culés justifican una derrota con el estado del césped, es un argumento razonable. Cuando Gerard Piqué le vacila sin contemplaciones a la Guardia Civil tras recibir el alto por ir perjudicado al volante, el asunto pasa de tapadillo por la primera plana. Cuando Luis Enrique suelta alguna de sus 'perlas' verbales en rueda de prensa, todo son risas.
El Barça es ese club en el que prácticamente todo está judicializado a fecha de hoy y en el que la actual directiva denunció a la anterior por irregularidades que el juez va desestimando una tras otra. Tras palmar la batalla legal, ahora Bertomeu pide unión para sacar al equipo del bache. Pelillos a la mar. Eso sí, siempre que hay ocasión se dispara con bala a "los líos del Valencia", a la dura etapa de economía de guerra que ha atravesado el club estos últimos años -recuerden, sacaron huchas de cerdito a la calle para pedir limosna para la entidad, en una de las imágenes más vergonzosas de la historia-, a las historias circenses instigadas por Juan Soler y amigachos -Dalport, el intento de secuestro a Soriano- y a cualquier mínimo detalle al que se pueda sacar punta. El espectáculo del Team Laporta contra el Team Sandro está siendo lamentable pero oigan, lo importante es saber si Peter Lim es "un chino que viene a llevárselos".
La lista sigue. Y sigue. Y sigue. ¿Son nimiedades? No nos lo parece, pero podría ser. ¿Tonterías? Quizá. Pero es su concatenación la que las convierte en gravosas e injustas. Es una tortura por goteo chino, lenta, constante, inevitable. Crecerá en tamaño, dimensión y desvergüenza mientras los dos de siempre (o los tres, si el 'stablishment' detecta el aburrimiento del pópolo y la necesidad de una tercera vía para darle colorcito al asunto) sigan haciendo la brecha de la hipocresía y el doble rasero más grande. 
La maquinaria que los rodea es imparable, eficaz a tenor de lo visto y extremadamente persuasiva. Desde 2004 hasta hoy, el Valencia ha servido como uno de los muñecos del pim-pam-pum preferidos por el aparato mediático nacional para señalar miserias con dedo acusador en alto mientras se disimulan las propias con toda la discreción posible. Hacer frente al duopolio se paga con sangre. ¡Con lo felices que se las prometían los Galácticos en aquellos tiempos! ¿Cómo osaban unos paletos de provincias cuestionar su hegemonía? Viendo y comparando, sí, la situación institucional no ha sido para tirar cohetes en la última década, pero ese afán de focalizar en la capital del Turia todas las situaciones surrealistas, esa tonadilla del "la que tenéis liada en Valencia" que tanto nos repateaba y nos repatea... Eso, con todos los respetos, es una golfada de tomo y lomo.
Lo peor es que los adláteres del 'status quo' tampoco necesitan esforzarse demasiado rebuscando en nuestra basura, dado que por estos lares se les facilita el trabajo con sumo gusto. Caín debió tener raíces en el 'Cap i Casal' si nos guiamos por los comportamientos barriobajeros, chanchulleros, zafios y ciertamente cuestionables que vemos habitualmente en el entorno del club. "¿Para qué matarlos, si ya se matan entre ellos?", pensarán desde más allá de Requena. Escapar al trincherismo imperante es un mensaje reiterativo, pero sólo repitiéndolo constantemente existe alguna posibilidad de que cale con éxito.
Fin del ejercicio. ¿Cómo se sienten? El intercambio de roles y la indignación por el doble rasero que ustedes sienten ahora mismo sólo precede a una crudísima realidad: estamos muy, muy gilipollas. Y eso no lo cambia ni la llegada de Lim, ni ganar diez partidos seguidos, ni llenar Mestalla cada quince días. Quizá porque entendamos que la autocrítica es una sucesión de rajes a discreción a todo aquello que nos rodea sin orden ni concierto ni motivo, en lugar de un ejercicio constructivo de instrospección. También a nosotros nos toca ponernos las pilas. Roma no se construyó en un día. Despojarse de la fama también costará lo suyo... por mucho que sean otros los que carden la lana.

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