Se han dilapidado millones de euros para tener que acordarse todos los años de aquel Valencia de Rafa Benítez porque no hubo nunca manera de reverdecer los éxitos que en aquellos años disfrutó el valencianismo.
Se va acercando el momento. Una década después parece que podemos atisbar un equipo verdaderamente grande como aquel que lo fue como pocos. Pese a que, todavía, nada se ha conseguido y el Valencia se encuentre lejos de la colección de títulos acumulados hace diez años, sí da la sensación de que algo bueno se está fraguando. Diez largos años en los que no había más remedio que acudir de forma recurrente a aquel Valencia de Rafa Benítez como última referencia de felicidad completa. Diez largos años en los que la permanente alusión a aquel equipo llegaba , incluso, a suponer una pesada losa para quienes llegaron más tarde y no conseguían , ni por asomo, fabricar algo de tamaña envergadura.
Y no será porque no se han probado todo tipo de fórmulas, incluso de pócimas exóticas, para probar suerte: desde el retorno de Ranieri para intentar lo que ya no era posible hasta la recuperación de viejas glorias que lo fueron sobre el terreno de juego pero no estuvieron a la altura en el banquillo. De forma que grandes nombres del pasado triunfal como Pellegrino o Djukic se acabaron convirtiendo en juguetes rotos de la memoria de los banquillos. Y es que la gloria que te da el campo en muchos años, te la arrebata la verdad del banquillo en cuatro semanas.
También llegaron docenas de futbolistas , muchos de ellos contratados a precio de bueno, llamados a ser el 'nuevo Baraja' o el 'nuevo Albelda' y , con honrosas excepciones, no les llegaron a la altura del betún. Terminaron haciendo más grandes a los grandes campeones del pasado porque lo fueron pero también en parte por la incompetencia de los que luego llegaron.
Cierto es que el dinero llegado de Singapur se antoja como la más efectiva de las medicinas pero no solo fue cuestión de escasez económica porque ...entre Fernandes, Joaquines, Banegas, Topales, Gagos etc... se han dilapidado millones de euros para tener que acordarse todos los años de aquel Valencia de Rafa Benítez porque no hubo nunca manera de reverdecer los éxitos que en aquellos años disfrutó el valencianismo.
La campaña en general incluyendo la primorosa primera parte del Camp Nou a pesar de la derrota nos invitan a soñar con un gran Valencia que , sin necesidad de hacernos olvidar al 'otro', sí que puede desterrar la necesidad de aludir a ese 'otro' como única referencia de grandeza. Porque es francamente bonito recordar viejos logros y agradecer a aquellos que contribuyeron a escribir en renglones rectos la Historia del Club valencianista pero no se puede vivir del pasado.
El presente se está escribiendo con buena letra y, aunque a veces el idioma resulte un tanto extraño, también tiene buen aspecto lo que se escribe para el futuro. La sonrisa, la felicidad y el balón no saben de idiomas.
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