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jueves, 4 de octubre de 2012

Por qué ningún inversor (creíble)hace una oferta firme para compra el VCF


J. CLEMENTE / H. GÓMEZ. HOY El club y la fundación afrontan dos meses de infarto en busca de compradores para el suelo
de Mestalla y para las acciones.



VALENCIA. El Valencia CF ocupa en estos momentos el décimo puesto en la clasificación de clubes europeos que
realiza la UEFA, disputa la Liga de Campeones y en la Liga, teniendo en cuenta el abismo insalvable que separa al
Real Madrid y al FC Barcelona del resto, mantiene el tipo, aunque los aficionados siempre aspiran a más.
Es una carta de presentación que, al menos incialmente, debería ser suficiente para que algún inversor
multimillonario, de los muchos que han pululado por el fútbol europeo, se hubiera interesado de forma
firme por comprar el club.
Sin embargo, el Valencia CF y la Fundación Valencia CF, propietaria del 75% de las acciones de la Sociedad
Anónima Deportiva, afrontan un final de año extremadamente delicado ante la imposibilidad de hacer frente a los
pagos de la deuda que acumulan. Tanto en el club como en la fundación otean el horizonte en busca de
un inversor que pueda o comprar las parcelas del viejo Mestalla o que esté dispuesto a realizar una inyección
de capital importante en la fundación para poder salvar el dead line al que se enfrentan. 
Y el resultado es descorazonador.
"La situación del Valencia CF en su conjunto es tan compleja de entender que echa atrás a cualquier posible
 comprador", explica un analista financiero. El cruce de créditos, hipotecas, avales y pignoraciones que
conforman la deuda de 217 millones de euros que mantiene el club y los 81 millones de la fundación, ambos
con Bankia, suponen un handicap para cualquier interesado en la compra del Valencia CF.
"No se trata de poner 81 millones de euros encima de la mesa, por ejemplo, con los que compraría la deuda de
 la Fundación Valencia CF con Bankia y, por tanto, una mayoría más que sobrada del capital social, porque
 después te encuentras con una empresa, el Valencia CF SAD, que tiene una deuda de 245 millones, con su
 mayor patrimonio empeñado y un proyecto a mitad hacer para el que no tiene financiación", explican las
 mismas fuentes. 
La cuestión no es tanto cuánto dinero cuesta hacerse con el control del Valencia, que es relativamente poco,
 sino cómo se obtendría la rentabilidad de la inversión, reflexionan distintas fuentes financieras.

"Si un supuesto comprador está dispuesto a invertir en la compra de las acciones, cancelando la deuda de la
 fundación, y, al mismo tiempo, reducir notablemente la deuda del club como pide Bankia para refinanciar
 el pasivo, aún debería aportar más de cien millones de euros extra para el nuevo estadio, elemento
 que se considera esencial para un plan de negocio lo suficientemente rentable como para recuperar la inversión
 a medio plazo", razonan las mismas fuentes.
Además, el supuesto comprador debería contar con buena parte de todo ese dinero de fondos propios. "Pensar 
que una entidad financiera va a proveer de liquidez a alguien para comprar un club de fútbol en estos momentos 
entraña dudas razonables", señalan.
Estas mismas fuentes desconfían de las ofertas que cíclicamente llegan al entorno del club de inversores 
desconocidos. "Los hipotéticos compradores desconocidos o con supuestas cantidades multimillonarias 
dispuestos a invertirlas en el Valencia sin más no son creíbles. Nadie regala el dinero", explican.

UN PROCESO DE VENTA EN MARCHA
Sin embargo, la búsqueda de un comprador es una opción que está encima de la mesa tanto de Manuel 
Llorente, presidente del club, como del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), organismo público que se
quedará con las acciones del club si la fundación no logra pagar los intereses del préstamo que vencen a finales
de noviembre.

En el primer caso, Llorente quiere encontrar comprador para las parcelas de Mestalla, aunque sea a un precio
más bajo del que se contemplaba en el proyecto Valencia Dinamiza. Y también mucho más realista,
atendiendo a al realidad el mercado. Si colocara ese suelo por algo más de 140 millones de euros, el
Valencia podría renegociar con cierta holgura el crédito con Bankia.

Pero la venta tiene muchos inconvenientes. El primero la situación del mercado inmobiliario. Y el segundo, 
del que poco se habla: las parcelas no valen para nada si no se derriba el Mestalla, algo que no puede ocurrir
si no se culmina el nuevo estadio. Y si no hay dinero para lo segundo, difícilmente una empresa que compre el
suelo podrá construir sobre los solares del vetusto estadio de la avenida de Suecia.

Respecto a la Fundación Valencia CF, el IVF tiene prácticamente asumido que tendrá que ejercer su papel de
avalista. Si no se pagan los intereses, vencerá la totalidad del préstamo de 81 millones. Bankia pedirá al IVF
que le pague y el IVF se hará con las acciones, pignoradas como garantía.

Ante esta opción, el instituto público está ya buscando un posible comprador para los títulos. Pero, de nuevo,
tropieza con dos problemas: el primero, el precio. Las acciones del Valencia, como reconoció en su día la 
ropia fundación cuando vendió parte de ellas hace algo más de un año, no tiene valor económico real, dada la 
situación económica de la entidad. Además, no son un activo que se pueda hacer líquido, puesto que no cotizan
 en ningún mercado.
Pero más allá de eso, está el hecho de que comprar las acciones no garantiza el control sobre todo el patrimonio
de la entidad, lo que permitiría a un inversor con posibles, ejercitar todo el plan de puesta en valor de los activos
(desde el Mestalla, al nuevo estadio de Cortes Valencianas o la ciudad deportiva de Paterna), al menos mientras
no se aclare el futuro del crédito de Bankia y su incidencia sobre los bienes hipotecados. Es decir, se
puede ser el dueño del club pero con la espada de Damocles del crédito que tiene inmobilizadoslos principales
bienes de la entidad. Para el IVF, lo idóneo sería que el Valencia CF y Bankia alcanzasen un acuerdo 
sobre la refinanciación del crédito, ya que eso haría más atractiva la venta del paquete de acciones.  
Demasiadas incógnitas para un comprador, por mucho que la inversión en un club de fútbol esté, según las
experiencias vividas en España y en Europa, más cerca del capricho de un multimillonario que de una posibilidad
de negocio.

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