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miércoles, 1 de abril de 2015

Ciclos económicos

DESMEMORIATS / JOSEP LIZONDO. HOY La entidad sigue con lastres, marcado por el Financial Fair Play, que le impiden cometer esas locuras y una escasez de ingresos que no le dejarán invertir mucho más en el verde mientras no arregle la anemia que padece su escuálida caja...


VALENCIA. 
Un proverbio chino afirmaría que el mar está lleno de olas, pero sólo quien sabe surfear sobre ellas puede aprovecharlas en su favor. Uno de Cádiz, sin embargo, diría que los hay que nacen con suerte. Yo me atrevería a decir que Lim es un tipo con suerte que además sabe surfear. Y eso viene bien, porque si algo no tuvo nunca el VCF fue suerte, y mucho menos sapiencia para montarse sobre las olas. Desde los años 50 siempre que intentó dar el salto acabó arruinándose, primero por una reforma demasiado ambiciosa del estadio que a los pocos meses se la llevó por delante una riada; luego por otra, para un mundial, con la promesa de una subvención federativa que jamás llegó; después vinieron los rumanos de Pedro Cortés, los platenses de Jaume Molina y las siete plagas del doblete. Cuando se gozó de oleajes y vientos favorables el Valencia siempre estuvo viviendo bajo una piña en el fondo del mar.
En el último medio siglo el club apenas aprovechó un ciclo económico pujante, y fue con Tuzón (etapa que necesita una revisión crítica, que no anti, para esclarecer cosas que se han dejado muy a ligera en manos del mito), donde llegaron las televisiones, los clubes dejaron de pagar por vestirse para empezar a cobrar por hacerlo y se empezaron a ver marcas estampadas en los pechos de las camisetas. Don Arturo supo surfear, pero la institución estaba en tal situación que el aprovechamiento de la ola no pudo ser pleno, aunque le sirvió para lo más importante: salir del atolladero en el que estaba inmersa y poder empezar a crecer.
Hoy estamos en la antesala de otro ciclo poderoso en la economía balompédica, y el Valencia no podía estar en mejor situación para aprovecharse de él, aun a riesgo de que los arribistas doten de capacidades milagreras al dueño. Porque ya hay quien le exige fichajes rimbombantes - lo que demuestra que hay quien no ha entendido nada -, otros, más maliciosos juegan con ese rintintineo afirmando que 'ya no hay problemas económicos' para exigir renovaciones a la ligera un día, y al otro, alamar al personal cuestionando quién paga o deja de pagar Otamendis o Negredos.
Pasando de ellos y de sus intereses bélicos, ¿qué es lo que viene?
• La UEFA anunció que aumentará los premios Champions, permitiendo a clubes medios como el Valencia generar unos 15 millones de euros si consigue superar la fase de grupos, sin contar televisión ni taquillaje.
• La LFP, inmersa en su jungla, dirigida por mafiosetes y controlada por el tramoyista Pérez, está en disposición de firmar un nuevo contrato televisivo -si Villar deja de enrocarse- que supondrá entre 10 y 15 millones más al Valencia, sin contar con derechos internacionales y otros extras como la 'U' televisiva o asuntos comerciales varios.
Champions y tele, como con Llorente. Sí, pero también con Otamendi y Mustafi en lugar de con Ricardo Costa y Víctor Ruiz. Con André Gomes en lugar de con Jonas. Renovando en lugar de traspasar a la baja. Fichando profesionales cualificados en lugar de publicitar clubes de alterne.
• El mercado sufrirá en los próximos años irrupciones salvajes como la de New Balance, dispuesta a dejarse mucho dinero para entrar desde los uesei en el mundo del 'soccer' europeo. Otras tantas firmas asiáticas (el 76% de los patrocinadores de los clubes son asiáticos) con intereses en el viejo continente están buscando chica atractiva a la que ligarse para aparecer en sus pechos.
• El auge del positivismo, la llegada de los buenos resultados y la euforia también conlleva más ingresos por abonos, entradas, ventas de palcos, mercadotecnia, un mejor caché en los amistosos veraniegos y mejores posibilidades de firmar acuerdos con nuevas marcas.
El Valencia singapurés no quiere subirse a una ola, sino ser una y que sean otros los que se aúpen a ella. Su incursión en los medios anglosajones, donde ha aumentado su presencia en un 300% en dos años, es una muestra de la inteligencia estratégica que se trae, y para ello hay gente como Draper atentos a los movimientos para invitar a atractivos surferos a la zona noble de la cresta de un equipo burbujeante y en crecimiento. Hoy hay un plan, no un salto de mata ni un 'ya veremos'.
¿Es suficiente? No, no lo es porque no hablamos de un club saneado, exento de deudas y con un sólo estadio. Sino de uno con deudas en carencia, con un estadio por terminar y otro por vender con una hipoteca asesina oculta en sus bajos. El club tiene un margen de dos años y medio para crecer desde el estímulo, en ese tiempo se verá la solidez del plan o su volatilidad. Por eso resulta estúpido hablar de que 'ya no hay problemas económicos' para exigir renovaciones o vender humo con fichajes imposibles. La entidad sigue con lastres, marcado por el Financial Fair Play, que le impiden cometer esas locuras y una escasez de ingresos que no le dejarán invertir mucho más en el verde mientras no arregle la anemia que padece su escuálida caja.

Lo importante es que se está dispuesto a intentarlo y se hace teniendo herramientas para aprovechar un ciclo económico positivo que debe oxigenar a la institución, ponerla en órbita y utilizar ese oleaje para acabar un estadio que será el mejor medidor de la temperatura de un proyecto que depende de él para subsistir a largo plazo. Y será entonces, y sólo entonces, cuando Peter Lim alcance la capitanía general de los ejércitos. Porque fue para eso para lo que se le trajo y no para otras cosas.

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