Dele Flaco y apueste por el pibe, carajo'

ALBERTO SANTAMARÍA . Hoy

VALENCIA. Es mi última bala. Y quizá, no llegue ni a ser de fogueo. Se me han acabado las ideas, lo reconozco. Ya no sé cómo pedirle a Mauricio Pellegrino que cumpla con su palabra y apueste de una vez por todas por la cantera. Cambio mi valenciano natal por su ‘idioma' argentino. Reniego de mi "posa al nano, collons que no passa res" para intentar -a la desesperada- hacer ver al señor entrenador que debe traducir en hechos ese discurso idealista con los que a muchos nos dejamos enamorar en su regreso a Mestalla. El Flaco no se cansó de repetir una y otra vez que los jóvenes -Alcácer y Bernat- iban a tener las mismas oportunidades que sus compañeros y que éste era el momento de tener muy en cuenta a los chavales. Dicho y hecho. Pero al revés. Paquito se marchó a Getafe y las apariciones de Juan son más testimoniales que otra cosa.

 

Pero hoy el técnico está a tiempo de rectificar. Lo tiene en su mano. Y no le debe temblar el pulso. Para esta tarde ni Cissokho ni Mathieu están disponibles. Es la hora de Gayà, de José Luis, del xiquet de Pedreguer. Es la hora de Paterna. Porque que juegue el chico no es sólo la demostración de que la Ciudad Deportiva tiene un parche para el lateral izquierdo. Ni mucho menos. Que Gayà luzca con el 36 en la banda de Mestalla es el gesto que toda la escuela está esperando. Su titularidad sería para los niños (y no tan niños) que pelean por llegar algún día a vestirse de blanquinegro con el Valencia la demostración de que, con trabajo y esfuerzo, su sueño puede hacerse realidad. Que no tienen que irse a ningún otro club para que les den una oportunidad. Que en casa, su casa, también la pueden tener.

Y voy más allá. Para usted, que siente el club como parte de tu vida, que su corazón late al ritmo del ‘Amunt Valencia' estoy convencido de que ver al alicantino en el once, le ayudaría a identificarse aún más con los suyos. Incluso la institución mandaría un mensaje a su afición reconociendo que lo que ocurrió con Isco no puede volver a suceder. Que Manuel Llorente ha aprendido y es consciente de que en esta coyuntura de crisis, Paterna debe seguir siendo el árbol que nutra de buenos frutos las vertientes deportivas y económicas del club. Sí, también económicas.

Porque sólo hay que pararse a pensar cuánto dinero le ha dado la escuela a la entidad. Sin remontarnos mucho en el tiempo, me permitiré el lujo de echar la vista atrás durante tres años. Algo más de 1.000 días. Porque desde el 25 de junio de 2009 hasta hoy, el club ha ingresado...65 millones de euros en ventas de canteranos. ¡65 kilos! Desde que Albiol fuera traspasado al Real Madrid por 15 millones, las arcas ches han visto cómo entraban en ellas 30 kilos por Silva, 14 por Jordi Alba y 6 por Isco. Total 65. ¿Tampoco es suficiente motivo éste como para ser valientes y darle una oportunidad a 

Gayà? ¿A qué le tienen miedo?

 

Pero claro, no me gustaría caer en el populismo barato. Al menos voy a intentar evitarlo. Apostar por la cantera no es jugar con tres chicos del filial todos los domingos. Apostar por la cantera es no dejar que se escape el talento, trabajarlo y ponerlo sobre el césped para que acabe de pulirse. Tenga la edad que tenga. Sin mirar su DNI. ¿17 años? Pues 17 años. Porque, les digo una cosa, los técnicos saben que en Gayà pueden tener al futuro lateral izquierdo del coliseo de la Avenida de Suecia. Su progresión está siendo auténticamente meteórica. Y no piensan lo mismo de Carlos Delgado o de Portu, que son los otros dos nombres que han tocado el primer equipo. Eso sí, no lo deben decir públicamente, es lógico. Pero créanme, no les miento.

Ahh, y antes de acabar, parafraseando al personaje del conserje Coke en ‘La que se avecina' -ya les había dicho que se me habían acabado las ideas- una cosilla que se me viene a la mente: ¿se acuerdan de aquella vez que un entrenador del Valencia se quedó sin laterales zurdos en durante un partido? Seguro que sí. Fue en la Europa League y el rival era el Werder Bremen. Esa noche Unai Emery se atrevió con un tal Jordi Alba. Creo que no le salió del todo mal.  

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