J.V. Aleixandre
Aquella tarde en la que, con el boato y el ceremonial de las grandes
ocasiones, se presentó en la Ciudad de las Artes y las Ciencias el
pomposo proyecto del nuevo estadio del Valencia CF, Juan B. Soler, a la
sazón presidente del club y armador del que iba a ser como el
transatlántico de lujo de los recintos deportivos europeos, no estaba
sólo. Junto a él, respaldándole en aquella encompetada ceremonia, se dio
cita lo más florido de la sociedad valenciana. Así, le acompañaba la
alcaldesa Rita Barberá, quien, en plan madrina de la botadura, estrelló,
metafóricamente, la botella de cava „no catalán, por supuesto„ contra
la popa del buque. Tampoco faltaron altísimos representantes de la
Generalitat, cuyo presidente, por aquel entonces el preclaro Paco Camps,
avalaba personalmente el plan concebido por Soler para sacar al VCF del
atolladero financiero en el que se hallaba „y se halla„instalado desde
hace décadas.
La solución pergeñada por Soler y avalada por la
autoridad política en el poder, consistía en construir un estadio cinco
estrellas, que permitiría aumentar los ingresos del club, hasta que
superasen el capítulo de gastos. La flamante edificación, además, iba a
permitir acoger una final de la la Champions, que la alcaldesa ya había
solicitado, para seguir colocando a Valencia en el mapa interplanetario
de los grandes eventos. Etc., etc., etc.
Luego sucedió lo que ya
todo el mundo sabe: el buque comenzó a navegar con rumbo de colisión y
ahí está, varado „no en la playa de El Saler, sino en la avenida de Les
Corts„ a medio hacer, como un monumento a las megalomanías. Y, en lugar
de en la capital de los grandes prodigios, como nos prometían, han
acabado convirtiendo a Valencia en el sitio de las pequeñas miserias. De
entonces a hoy, han sido muchos los nombres que han pretendido aportar
sus soluciones mágicas al Valencia y han salido trasquilados: Soriano,
Villalonga, Dalport, Bancaja.., han bordedo el ridículo, sucesivamente,
con sus incumplidas promesas de solución. Y todos ellos, contando con el
beneplácito de la autoridad competente instalada en la Generalitat y el
Ayuntamiento, corresponsables ambos y coautores de un vergonzoso trato
de favor al VCF que para si quisieran el común de los ciudadanos. El
escándalo roza la prevaricación.
Pero lo más estrafalario que se ha
visto en este tiempo es el aval otorgado por el IVF (la banca de la
Generalitat) a la Fundación Valencia CF, un organismo inutil y
perfectamente prescindible tal y como está actualmente concebido. Ayer
de nuevo, quedó de manifiesto su probada ineficacia. Sólo sirve para que
su presidente y algún que otro patrono con mas cara que espalda ,
viajen de gorra a los partidos europeos del Valencia y se comporten como
lo que son: estómagos agradecidos. Mientras tanto, el club sigue sin
dar con la tecla que ponga fin de una vez a sus penurias financieras y
acabe con la situación tan delicada en la que sobrevive. Y no será
porque no hay solución. Existe y la conoce la autoridad competente. Pero
no se quiere adoptar. Se prefiere seguir con la sarta de mentiras y
enredos en la que se ha convertido el Valencia en los últimos tiempos.
Algún día lo pagarán muy caro. Eso sí, con nuestro dinero.
http://www.levante-emv.com/deportes/2012/11/10/enredos-mentiras/950861.html
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