Las dos caras del Valencia

El equipo de Pellegrino se muestra bipolar, capaz de pasar de la indolencia ofrecida ante el Espanyol a la bravura y épica ofrecidas frente al Bayern en tres días

ALFONSO GIL- EFE

Tan sólo 72 horas ha necesitado el Valencia para confirmar su paradigma, su capacidad de transformar una imagen de indolencia y debilidad como la mostrada ante el Espanyol, en la de un bloque competitivo e intenso, merecedor del triunfo ante el Bayern Múnich a pesar de su inferioridad numérica.

Los análisis del juego del Valencia en los tres primeros meses de competición han constatado que se trata de un equipo capaz de lo mejor y lo de peor, no sólo de un partido a otro, sino en un mismo encuentro y tanto en lo que respecta a las actuaciones colectivas como en las individuales.

Los dientes de sierra de un equipo calificado por algunos como "bipolar" han tenido su máxima expresión en los últimos tres días, en los que Valencia ha logrado el pase para los octavos de final de la Liga de Campeones gracias a la combinación del buen juego y la épica, justo después de un pésimo partido ante el Espanyol.

Ante el conjunto catalán nadie dudó de que el Valencia, que se impuso por 2-1 gracias a un discutible penalti, no mereció ganar aunque lo hizo. Frente al Bayern Múnich quedó en el ambiente la sensación opuesta: el Valencia mereció el triunfo, pero se le escapó.

Pese a jugar con un hombre menos desde el minuto 33 tras la expulsión de Antonio Barragán, el equipo se asentó y aunque se vio dominado territorialmente y Vicente Guaita debió realizar buenas paradas, creó peligro, dio la sensación de poder adelantarse en el marcador y lo logró, aunque luego el Bayern consiguió empatar.

La principal evidencia del paradigma del Valencia en la presente campaña se comprueba a partir de los números obtenidos en casa y ha domicilio.

Como local, el Valencia ha jugado nueve partidos oficiales y se ha mostrado muy sólido. Sólo ha cedido dos empates, uno en Liga ante el Deportivo y el del Bayern: lo demás victorias.

Fuera de casa, el Valencia no ha sido capaz de ganar en Liga y sólo la victoria en Bielorrusia ante el BATE (0-3) ha dado una satisfacción a sus aficionados. El otro triunfo, ante el Llagostera de Segunda B en Copa del Rey, tiene menos valor.

El Valencia no sólo cambia de jugar en Mestalla a hacerlo fuera o de un partido a otro, sino que incluso dentro de un mismo encuentro ha ofrecido dos imágenes muy distintas.

Uno de los partidos que más reflejan la doble imagen del Valencia fue el perdido ante el Betis en Sevilla (1-0), con una primera mitad muy floja y un segundo tiempo en el que el equipo mereció ganar.

En Valladolid (1-1), el equipo no desmereció en la media hora final, cuando jugó con diez, y en otros partidos como los disputados ante el Real Madrid en el Santiago Bernabeu o el Atlético de Madrid en Valencia demostró su solidez defensiva.

Esta solidez ha contrastado con la de otro choques en los que el rival ha convertido en gol casi todas sus aproximaciones, tal y como ocurrió en Mallorca o en el campo del Levante. No eran excesivas las llegadas del contrario, pero sí su porcentaje de éxito.

Por ello, el objetivo del Valencia es estabilizar su juego y conseguir que cada vez se parezca menos al ofrecido ante el Espanyol y más al ofrecido ante el Bayern Múnich.

Para ello, el equipo debe mantener la intensidad mostrada ante rivales a los que a priori considera superiores y recuperarla ante aquellos ante los que se presenta como favorito.

La próxima oportunidad para dar un paso adelante llega el sábado en Málaga, donde el objetivo valencianista será ganar. Si lo consigue, truncará una racha de ocho meses sin obtener un triunfo como visitante en el campeonato de Liga.

http://www.levante-emv.com/deportes/2012/11/22/caras-valencia/953728.html