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lunes, 5 de noviembre de 2012

El tensiómetro, artilugio futbolero


J. V. Aleixandre




En el vibrante y tenso mano a mano de la noche sabatina (un horario futbolístico muy tradicional en Mestalla), el Valencia arrolló a su rival durante la primera mitad. El Atlético, por su parte, sembró el pánico en la grada a medida que avanzaba la segunda. Este equilibrio de fuerzas entre dos rivales tan parejos lo decantó a su favor el equipo de Mauricio Pellegrino merced a la mayor intensidad con la que se empleó. 
El tensiómetro, ese instrumento que se utiliza para medir la presión arterial, se ha puesto muy de moda en el futbol, y no precisamente para aplicarlo al brazo de los futbolistas, sino para calibrar, de forma metafórica, la fuerza, la garra, la entrega, el coraje, la implicación..., virtudes muy castrenses todas ellas, con las que se emplea un jugador. También sirve para calcular, aunque usted no se lo crea, la cantidad de testosterona que segrega un futbolista durante un partido. A igualdad de argumentos aportados por cada conjunto, el tensiómetro marcó mayor grado de exaltación guerrera y potencial bélico a favor del Valencia. O sea, que se ganó con un par, como les gusta a los clásicos. Para que luego nos vengan los analistas con sus estadísticas.
Optó Pellegrino por un dúo central en el mediocampo y a fe que le dio resultado. Era un placer ver a Gago distribuyendo juego y manejando a su equipo. A su lado, Tino Costa canalizó balones como nunca y fue líder en esa preconizada vehemencia. De manera que ambos controlaron la zona ancha, con la ayuda, esta vez sí, de Jonas, que bajaba para echar una mano y equilibrar fuerzas. También Joao y Cissokho achicaron lo suyo.
Tras el descanso, el partido se fue rompiendo hasta acabar explotando por completo, gracias a la inestimable aportación arbitral: Teixeira Vitienes fue un desbarajuste absoluto. Tampoco faltó en el Valencia la estupidez de turno, esta vez a cargo de Roberto Soldado, quien, por alargar en demasía la pierna, dio con sus tacos en la cabeza de Falcao, que acabó chorreando sangre. El vicecapitán valencianista se libró de la expulsión gracias al anárquico sentido justiciero de Teixeira. Eso sí: el nueve también se fabricó un gol monumental, con una volea sin parar que dejó clavado al meta Courtois. 
En otros momentos y en las actuales circunstancias, la anhelada y brillante victoria del sábado podría servir de termómetro para medir la temperatura futbolística del equipo. Pero, con este Valencia tan irregular y escasamente fiable, cualquiera se arriesga a echar las campanas al vuelo. Desde luego, no seré yo quien las voltee. Vaya usted a saber por dónde nos sale este equipo en los envites venideros.

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