VICENT MOLINS. HOY Esas zancadillas desesperadas no han hecho sino nutrir de combustible a Salvo, reforzarlo en cada comparación, han desviado la atención de la clave
VALENCIA.
En lo que va de mes llevamos alrededor de cinco trances convertidos en los momentos más importantes de la historia. Y los que quedan. Ante las decisiones gruesas, no hay lugar para posiciones tibias. O muerdes o te muerden. O Luis Suárez o víctima. ¿Pero se podría -sólo lo planteo- creer que es una cacicada plantear un hondo obstáculo como la petición Newcoval y al mismo tiempo interpretar que a Lim se lo han puesto en bandeja de plata para conseguir el club deseado con más ventajas que nunca?, ¿se podría -que sólo lo planteo, eh- interpretar que no es casual sino causal que sea justo ahora cuando Aedifica -y ese señor, enésimo furúnculo del culebrón- surgen justo en este momento fulminante y no antes motivados por intenciones perversas, y a la vez se podría valorar que Lim ha aprovechado las circunstancias para tomar a la presa al mínimo coste de oportunidad posible, rozando el Valencia la bicoca?, ¿se podría observar que está el viejo régimen interpretando sus últimas partituras a la desesperada, llevándolas a la patochada máxima, pero también que el comprador Peter Lim ha jugado tan bien sus cartas que las exigencias a las que se enfrentaba se han licuado hasta parecer inversas?.
Quizá no sea posible y en escenarios frentistas haya que interpretar un papel o el opuesto. Mediáticamente los frentes se parecen mucho a los de hace 20 años, casi mismos cabecillas, casi misma iluminación, aunque menos bigote. Protas con un perfil muy similar, excepto porque la alternativa pasa por los ejemplares más viejos del lugar (Llorente y adláteres, puro anticuario), que ya coqueteaban con Roig, que fueron su oposición bien vista, pero que ahora... qué viejos quedan ahora.
De los últimos compases de este quinto trance más importante de la historia del Valencia en el último mes, se deduce que sí, claro, hay un interés manifiesto por torpedear la compra del de Singapur. Y no por ser Lim, no por tener alianzas corporativas con Mendes, no es por eso, ni por estar Salvo de padrino, es sólo queal viejo régimen, a sus capataces y a sus mariachis, se les escapa definitivamente el club que controlaron. Mantuvieron en una burbuja la entidad sin abrirla a la venta porque no les convenía la desamortización del Valencia ("hablé con Lim", sí, pero no le quise vender). Y ahora... al límite del límite, trataron de intentarlo de nuevo.
Las zancadillas de los de antes -Llorente y la cofradía llegaron con Roig, Llorente y la cofradía pilotaron tras Roig, Llorente y la cofradía vivieron al principio con Soler, Llorente y la cofradía gobernaron tras Soler y Soriano-, esas zancadillas desesperadas no han hecho sino nutrir de combustible a Salvo, reforzarlo en cada comparación, han desviado la atención de la clave: el porqué se parece tan poco el montante de compra de ahora al montante de compra del inicio.
El viejo régimen, puenteando la inversión de Lim, ha acabado reforzando la sensación de que para estar en manos valencianas, mejor están en cualquier otras. ¿Triste? Sí. ¿Evidente? También.
Si Lim hubiese tejido una estrategia de aproximación y remate no le podría haber salido mejor, colofón incluido con la ráfaga de tweets como pétalos cayendo formando corazones de seducción hacia el asiático. Mal vamos si sus decisiones se acaban tomando -¡por favor!- a golpe de TT. Cualquier día a las aficiones se les valorará no por lo que animan y van al campo, sino por lo que tuitean. "Mi afición es cojonuda, qué bien me tuitea".
Los avances negociadores -incluidas las tentativas de obstáculo- se lo han puesto a huevo al inversor. El Valencia cada vez ha estado más desesperado, y Lim cada vez ha sido más necesario. Si se alarga esto "un ratico más" se le acaba vendiendo el Valencia a precio de coste con los salones Alameda y el teatro Musical de regalo. Se unió Lim con el hombre indicado (Salvo, Douwens), sabedor (o no) de que esta guerra la iba a ganar desde dentro y no desde Bankia y no desde la Diputación y no desde la Generalitat. Lo demás lo facilitaron el resto: ofertas débiles, torticeras o poco persistentes; patronos irresponsables ("no lo veo nada claro, aunque acabamos de votar al unísono por Lim"); y extras en los cinco minutos de gloria, como José Granell, pusieron al valencia tan al límite, un poco más al borde del precipicio, que la única solución a enunciar pasa por "Lim o muerte".
Ha intentado comprar varios clubs, pero seguro que ninguno le ha planteado a Peter Lim un proceso tan agotador con un final tan asequible.
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