La revolución tranquila de Emery

Del entrenador vasco del Valencia, Unai Emery, se valora en la secretaría técnica su «adaptabilidad» a las circunstancias del club. Que «no es exigente» en materia de fichajes y que no aplica el victimismo a la hora de explicar el rendimiento del equipo. En cambio, la grada le recrimina a Unai que el Valencia no tenga un estilo definido y que, en los momentos clave, carezca del carácter necesario para superarlos. Y es que todo acaba estando relacionado.
Como el hecho de que para tener un estilo definido es necesario que exista cierta continuidad del grupo humano que debe desarrollarlo o que la calidad del mismo guarda una estrecha relación con su coste y, por consiguiente, con los resultados que se obtienen. En el caso del Valencia, la continuidad de la plantilla es escasa y su coste ha ido en declive, al contrario que su rendimiento deportivo. Cierto es que algunos futbolistas fichados en tiempos de bonanza no valían lo que costaban, pero este es un debate marginal una vez se firman unos contratos a largo plazo.
Cuatro temporadas después de llegar a Mestalla es constatable que no existe un «estilo Emery» reconocible, ni una alineación tipo —hay un concurso para adivinarlas—, aunque también es comprobable que el entrenador vasco ha tenido que transigir cada pretemporada con unas plantillas en reconstrucción sin que los resultados se hayan resentido.
Del vestuario que heredó en el verano de 2008 Unai Emery de la convulsa temporada 2007-2008 —la que empezó Quique Sánchez Flores, continuó Koeman y terminó con Voro en el banquillo—, apenas quedan para iniciar la pretemporada 2011-2012 siete futbolistas (Del Horno, Miguel, Joaquín, Albelda, Maduro, Mata y Pablo Hernández), de los que sólo tienen asegurada la continuidad tres: Albelda, Mata y Pablo.
Esta «revolución tranquila», que se ha producido en apenas tres temporadas, se observa con mayor intensidad al comparar la primera alineación oficial que presentó el entrenador de Hondarribia con la última que presentó en La Coruña el pasado 21 de mayo. De los once futbolistas que ganaron al Real Mallorca (3-0) aquel sábado de agosto de 2008, sólo permanecen en la plantilla cuatro futbolistas tres campañas después, de los que sólo tres actuaron en la Coruña (Albelda, Joaquín y Mata).
Detrás de la «limpieza» del primer vestuario valencianista hay razones de diversa índole. Pero todo indica que la principal es la derivada de los traspasos para hacer caja, sobre todo, la campaña anterior, y de las cesiones de aquellos jugadores que no contaban para el entrenador y que ayudaron a aligerar la nómina. El primero en salir traspasado fue Raúl Albiol, al que le siguieron David Villa, Alexis y Silva, además de los Nicolas Zigic, Moretti, Arizmendi o las cesiones de Manuel Fernandes o Del Horno, y las bajas de Marchena, Edu y Helguera.
Del análisis de la evolución de las plantillas del Valencia en las tres últimas campañas se concluye que Desde que Emery llegó a Mestalla los argumentos deportivos han estado supeditados a los económicos. Con una deuda de más de 500 millones, el club se ha visto en la necesidad de aligerar la nómina de manera considerable y reducir a unos 20 millones por temporada el capítulo de fichajes, no así las exigencias deportivas.
En el último año de Juan Soler en la presidencia, la entidad valencianista se gastó cerca de 70 millones de euros con las incorporaciones de Arizmendi (6 millones), Zigic (18), Fernandes (18), Alexis (6), Maduro (3) y Banega (16), a las que se unió la llegada de Iván Helguera.
Esa temporada, la nómina anual a la que se enfrentaba el club ascendía a 112 millones de euros para terminar 10º, frente a los 78 millones que cuesta la actual y que ha logrado el tercer puesto. Toda una prueba de la «adaptabilidad» de Emery a las «circunstancias» del Valencia.


http://www.levante-emv.com/deportes/2011/06/10/revolucion-tranquila-emery/814595.html