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miércoles, 22 de octubre de 2014

El equipo de moda

SALVA FOLGADO. HOY Así saltó a Riazor el Valencia de Nuno. Como el equipo de moda. Sin haber digerido y sin saber gestionar una victoria de calado frente al Atleti antes de bajar a las catacumbas de la Liga a enfrentar las miserias de un vestuario maltrecho como el del Depor.



VALENCIA. 
Flotando como un astronauta dentro de una estación espacial. Persiguiendo pompas de jabón en un estado de ingravidez permanente. Feliz con su condición de invicto. Sin hambre. Con la panza llena después de tumbar al campeón de Liga en su paraíso de Mestalla. Divertido con la compañía de sus nuevos y exóticos compradores; uno con un ático en la Patacona y otra con su jet privado. Y con muchos tics de nuevo rico. Afectado, en definitiva, por el momento de euforia por el que atraviesa un club a un paso de ser adquirido por un magnate que aparece en la lista Forbes.
Así saltó a Riazor el Valencia de Nuno. Como el equipo de moda. Sin haber digerido y sin saber gestionar una victoria de calado frente al Atleti antes de bajar a las catacumbas de la Liga a enfrentar las miserias de un vestuario maltrecho como el del Depor, con un técnico al que ya le estaban levantando el patíbulo.
Ser el club de moda -ojo, por méritos propios, eso no lo cuestiono- tiene estas cosas. En campos ásperos, en vestuarios de condenados al abismo, te esperan como el rival a batir. Se dejan la vida para llenarte de agujeros de bala. Ninguna novedad. Es lo que habitualmente sucede con los grandes o con los equipos pudientes del campeonato. Parece que el premio por ganar sea doble cuando son sólo tres puntos. Hacía tiempo que el Valencia no vivía algo parecido. Esa es la cuestión. No era un paria, claro, pero había enterrado parte del respeto que le dieron los años del doblete. Hoy, que se levanta y recupera el glamour, tiene que acostumbrarse a que lo van a recibir a pedradas allá donde vaya.
Pies a tierra. Dejaremos de flotar. No nos creamos invencibles o... Ese es el recado que transmitió ayer Otamendi, víctima también en Riazor del virus de importancia que afectó a su equipo en A Coruña. El argentino es un líder, un pedazo de central, pero un temerario cuando sale queriendo jugar la pelota sin pararse a pensar que lo mejor es dársela a cualquier mediocentro. Eso no lo hacía Ayala. Véase el tercer gol del Depor.
Humildad es el mensaje. Es el que pronunció ayer Otamendi admitiendo errores. Es el argumento que le había escuchado a su entrenador minutos antes. Porque en el Valencia actual, el discurso de Nuno cala en el vestuario de tal modo que cuando los jugadores comparecen ante los medios, tiran de las palabras que le han oído a su entrenador.
El reto es que la vacuna de la humildad haga su efecto para el partido con el Elche. Nuno cree que sí. Ya lo dijo nada más perder en Riazor, cuando aseguró que un equipo que quiere jugar Champions no va a perder dos veces seguidas. Pienso lo mismo, aunque también pensaba que el Valencia ganaba fácil en Riazor y al final, como le paso a Diego Alves en la previa, se fue por la pata abajo. Quizás, ese fue parte del problema. Que todos pensábamos que iba a ser fácil y ese ambiente de confianza y excesiva euforia -ganar la Liga y todo eso- acabó por contaminar al grupo.
También pensaba que no se iba a acusar la baja de André Gomes y creo que -a cojón visto, macho seguro- fue una ausencia capital. Todos nos dimos cuenta a los diez minutos. El portugués volverá el día del Elche. Nuno decidió reservarlo para que superara las molestias que se trajo de la selección aunque él quería jugar. Quizás Nuno también pensaba que el equipo podía ganar sin André y no quiso forzar sus isquios. Ayer lo vi entrenarse en Paterna como un tiro. Cabeza alta. Conducción elegante. Manejando las dos piernas. Imparable. Igual que Negredo, que entrará en convocatoria para recibir al Elche. El Tiburón tiene hambre.
La baja de André Gomes contra el Depor dejó solo a otro talentoso como Parejopara dirigir la
 ofensiva. Fue otra decepción del partido. Es un jugador que me sigue desconcertando. No formo parte de su entregado club de fans pero tampoco me alineo en su contra. Al contrario, me gusta su fútbol. Categoría y clase, para dar y regalar.
Pero cuando hablo de él siempre espero regularidad, liderazgo y jerarquía. Que gane partidos. Que sea más decisivo. Creo que a un jugador se le tiene que pedir rendimiento en función de sus condiciones, en función de su potencial, y Parejo ha sido tocado con una varita mágica para jugar al fútbol. Y cuando no lo hace, entiendo que se le tiene que exigir más que a la gran mayoría, por eso precisamente, porque es superior a la gran mayoría de sus compañeros de profesión. Y eso es un regalo. Un superpoder.

Di Stefano no podía estar equivocado. Parejo era la niña de sus ojos. Su favorito. No dejes mal al viejo, Dani. Tienes un don natural.

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