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lunes, 20 de octubre de 2014

Lim lidera al tigre asiático

Valencia, Inglaterra, Milán... La grandes fortunas de Asia se han lanzado a la conquista de Europa


El viento ha cambiando para los ´Putin Boys´. Los problemas personales, las batallas financieras, la guerra de Ucrania y sus consecuencias políticas han frenado el desempeño en el fútbol de los millonarios nacidos del huevo de la antigua Unión Soviética. Los hombres del capo del Kremlin: Suleiman Kerimov (Anzhi), Ramzan Kadryov (Terez de Grozni) y Hafiz Mammadov (Lens de Francia), han frenado su actividad. El entusiasmo del zar de Mónaco „Dmitri Rybolovlev„también se ha venido abajo. El único oligarca que no ha desacelerado su estrategia es Roman Abramovich, asentado felizmente en el Chelsea. Los perros guardianes de Moscú han sido devorados por la progresión del tigre asiático sobre el cuadrilátero del balompié europeo. Industrialización, inversión, tecnología, exportación y un escenario con 4.000 millones de consumidores en desarrollo. El mercado con más potencial del planeta. Una bestia financiera que Peter Lim capitanea? en el fútbol. Cuando la luz verde alumbre Singapur, la cesión del Valencia CF cristalizará decisivamente como una de las operaciones más importantes de la historia del fútbol; se abrirá una puerta a otra dimensión.
Multinacionales de Malasia, India, Hong Kong, Singapur, Filipinas o Tailandia han hecho su entrada en Europa durante las últimas temporadas. La Premier League inglesa „el campeonato que más ingresos genera y más público mantiene enganchado al televisor„marca tendencia. Once de sus veinte clubes llevan en su camiseta un patrocinador principal con base en Oriente Próximo (Península de Arabia) y Extremo Oriente (China y Sureste Asiático). La oferta es realmente interesante y tiene distintas formas: Mecenazgo, colaboración, asistencia. En La Liga, Rayo, Real Madrid, Barça, Real Sociedad y Sevilla llevan una marca asiática serigrafiada. El Levante ha sido el último en cerrar un importante acuerdo con una sociedad que cabalga entre Corea del Sur y Australia. Desde 2011, el Villarreal CF „uno de los pioneros„ está equipado por una empresa china con base en Quanzhóu. El Espanyol ha ido más allá y ha cedido el nombre de su estadio. Mientras, el Atético de Madrid está cerca de concretar su alianza con Wang Jianlin. Uno de los inversores que también estuvo en la carrera por la compra del Valencia. La ayuda del dueño de Wanda Group es básica dentro de un plan estratégico cuyo objetivo es aumentar los recursos y alimentar su capacidad competitiva. Su interés por el fútbol no es nuevo. Desde hace años apadrina un programa para el desarrollo de talentos en China, en el que también colabora el Valencia. Además, fue el espónsor principal que propulsó la Súper Liga China y alimentó con muchos yuanes al Dalian Shide, originalmente Dalian Wanda FC.
La ramificación se extiende poco a poco por los grandes campeonatos. La Bundesliga es un coto cerrado para las empresas alemanas, pero aún así dos clubes de prestigio como Hamburgo y Leverkusen han cedido sus camisetas al tigre asiático. En Italia el influjo es menor; el Milan firmó un gran contrato con las aerolíneas de los Emiratos Árabes, mientras Atalanta y Torino tienen patrocinadores nipones.
Un sueño compartido
La apuesta de Peter Lim va un paso más allá. El magnate singapurense será el propietario del Valencia CF y su objetivo desarrollar „con voz y voto„ un equipo campeón. Su idea pretende seguir la línea de proyectos que se han puesto en marcha en ciudades como París, Londres o Manchester. Equipo grande, con grandes jugadores y un gran estadio lleno. Valencia tiene esa ilusión „compartida con el propio Lim„ como oportunidad.
Mecenas y millonarios de todos los rincones del mundo sueñan con disfrutar del gran espectáculo de la Liga de Campeones con un pase de ´acceso ilimitado´ o regocijarse en esa NBA del fútbol llamada Premier League. Tony Fernandes (Air Asia) y la familia Mittal (India) manejan el Queens Park Rangers. El Leicester está conducido por el billonario tailandés Vichai Srivaddhanaprabha (King Power) y clubes clásicos que ahora pelean en segunda división como Birmingham City, Blackburn Rovers, Cardiff City, Fulham o Nottingham Forest tienen propietarios de China, India, Malasia, Pakistán o Kuwait. El fútbol es una carta de invitación para los mejores salones europeos, un VIP para entrar en palcos faraónicos y acceder a todo lo que allí se cuece. Disfrutar de un equipo de fútbol es el último lujo. Una perspectiva que también comparte el empresario Erick Thohir, joven (44 años) ingeniero de Jakarta. El holding que maneja el indonesio le compró el 70% de las acciones del Inter de Milán a Massimo Moratti por 300 millones de euros. En noviembre de 2013 comenzó su aventura en el Calcio con el fin de reflotar un histórico. Por el momento, Thohir ha gastado con moderación, controlando la chequera incluso más que su predecesor. En dos mercados (invierno 2013/14 y verano 2014) ha gastado 28 millones en futbolistas como Medel, Vidic, Dodô o Hernanes. Peter Lim ya lo ha superado con André Gomes y Rodrigo, incluso antes de firmar.
Jaque por el control financiero
Jeques y líderes llegados de Oriente Próximo marcan la pauta. Khaldoon Khalifa Al Mubarak comanda en nombre del Abu Dhabi United Group el Manchester City desde 2008, cuando el Jeque Mansour bin Zayed al Nahyan le compró el club al ex primer ministró tailandés Thaksin Shinawatra por 260 millones de euros. Tras 1.500 millones invertidos tienen un buen puñado de títulos. Sus aerolíneas dan nombre al estadio y sus tentáculos se han alargado hasta el New York City (franquicia de la MLS) y el Melbourne City de la pujante A-League australiana. América y Asia, dividendos y fútbol. La otra estrella gobernada como un emirato es el París Saint-Germain. Qatar Investment Authority adquirió en mayo de 2011 el 70% del capital del club por 50 millones de euros, que incluía la absorción de la deuda, otros 40 millones de euros. Hoy, Nasser Al-Khelaifi pelea contra las restricciones del ´Juego Limpio´ financiero de la UEFA. La norma de Platini es lo único que frena a parisinos e ingleses. Sus fronteras hace tiempo que se quedaron cortas para sus aspiraciones deportivas y su ambición en los negocios.
El miedo de los oligarcas rusos
Permanencia y continuidad son los valores cuyo desprecio ha arruinado clubes como Neuchatel, Racing o Alavés. Hay ejemplos en las dos direcciones. El ruso Abramovich es representante de la cara A; cumplió el sueño de levantar la Champions e incluso parece dispuesto a estabilizarse. La cara B son algunos de sus compatriotas: Rybolovlev ha cortado los excesos en Mónaco y Kerimov desmanteló el Anzhi. Después de la fiebre que impulsó la inversión en infraestructuras, la llegada de grandes figuras y la organización del Mundial de 2018, el fútbol está pagando las consecuencias de la guerra de Ucrania. Durante años no ha habido mejor blasón para el poder de la ´nueva´ Rusia que el balón, pero durante la primavera pasada el nerviosismo entre los oligarcas del fútbol era evidente. Dyukov (Zenit de San Petesburgo), Yakunin (CSKA de Moscú) o Galitisky (FC Krasnodar) temían que la acción bélica sobre Crimea pudiese cortar su proyección en las competiciones continentales por las sanciones de la UEFA. Incluso se temió perder la Copa del Mundo. Nada de eso ha sucedido después. Ir contra Putin es imposible, fundamentalmente porque siempre les dio licencia para prosperar „con carta blanca„ a cambio de acatar las normas del Kremlin.
Uzbekistán, China, Australia
Mientras, el empeño por lanzar el fútbol en Asia es evidente. El último ejemplo es India. Allí se han invertido y se están invirtiendo cantidades brutales en diferentes direcciones. Japón y Corea del Sur ya organizaron el primer Mundial asiático en 2002; sus campeonatos están consolidados. Uzbekistán, Irán, Emiratos Árabes o China (el Guangzhou Evergrande de Marcello Lippi es un auténtico dragón) avanzan con propuestas de perfil muy distinto. También Qatar, que tiene el proyecto Aspire como icono y el Mundial 2022 como caballo de batalla. La próxima final de la Champions asiática la juegan el Al-Hilal de Arabia Saudí y el Western Sydney Wanderers de Australia. Valencia, Milán, la Premier League. Es una señal: el tigre asiático avanza.

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