ALBERTO SANTAMARÍA. HOY Tantos y tan buenos resultados no pueden ser nunca fruto de la casualidad. Paterna no cree en los milagros. No obstante, por momentos, la cantera ha sido maltratada, vilipendiada e incluso hasta olvidada.
VALENCIA.
A todos se nos ha llenado la boca hablando de la factoría de Paterna a lo largo de esta semana. Y con razón. Ver cómo cinco futbolistas que han crecido en los terrenos de juego de la Ciudad Deportiva defienden la camiseta de la actual selección campeona de Europa es un lujo al alcance de muy pocas escuelas. Es más, en la última convocatoria de Vicente Del Bosque, tan sólo la del FC Barcelona supera la buena labor de los técnicos ches en cuanto a representantes se refiere. Paco Alcácer, Juan Bernat, Jordi Alba, Raúl Albiol o David Silva se han criado dando golpes a la pelota en los campos de un recinto que jamás podrán olvidar. Estén donde estén, sus corazones siempre guardarán un rinconcito pintado de blanquinegro con recuerdos imborrables. Ellos son orgullo para el valencianismo. Y lo mejor de todo es que tiene pinta de que los cinco de marras no serán los últimos en agrandar la leyenda de una fábrica de talentos que parece inagotable. Porque no me negarán que la irrupción de José Luis Gayà en la absoluta es una mera cuestión de tiempo. Como lo es el retorno de Isco: el malagueño es y era magia al servicio del balompié a pesar de que un entrenador iluminado -Emery- auspiciado por la obsesión por el dinero a corto plazo de un presidente -Llorente- no supieran o no quisieran verlo.
Tantos y tan buenos resultados no pueden ser nunca fruto de la casualidad. Paterna no cree en los milagros. No obstante, por momentos, la cantera ha sido maltratada, vilipendiada e incluso hasta olvidada. Los continuos cambios al frente de la dirección de la misma han contribuido a ello. Muchos se negaron a creer en ella. A bote pronto, me salen hasta seis directores diferentes en las últimas diez temporadas. Con métodos distintos, con ideas totalmente contrapuestas. Sin embargo, en este juego de poner y quitar cargos hay un grupo de profesionales que ha conseguido sobrevivir. Son aquellos que no hacen ruido y cuyos nombres nunca aparecen en los grandes medios de comunicación. Los técnicos que se patean todos los estadios de España en busca de ese diamante en bruto, que lo encuentran, lo cuidan, lo miman y cuando el niño se convierte en estrella, se apartan para quedarse en un segundo plano disfrutando del triunfo de su ahijado desde el anonimato. El buen hacer del equipo de captación que lidera José Jiménez es digno de admiración. Y mi obligación es contarlo. Chapeau.
Quien también merece ser elogiado es Francisco Joaquín Pérez Rufete. El de Benejúzar es de los pocos que se ha mojado por los chavales. Ha dado la cara de verdad por los suyos, por su Academia. Bajo la batuta del ex centrocampista se ha solidificado una estructura que en la última década era casi inexistente. Para lograrlo ha contado con el respaldo económico del que otros no gozaron y está sabiéndolo aprovechar con hechos, su proyecto no termina en las palabras. Para demostrarlo y ser coherente conmigo mismo recupero un extracto de un artículo que servidor escribió en 2012 sobre Gayà, Pellegrino y la política del club: 'Apostar por la cantera no es jugar con tres chicos del filial todos los domingos.Apostar por la cantera es no dejar que se escape el talento, trabajarlo y ponerlo sobre el césped para que acabe de pulirse. Tenga la edad que tenga. Sin mirar su DNI. ¿17 años? Pues 17 años. Porque, les digo una cosa, los técnicos saben que en Gayà pueden tener al futuro lateral izquierdo del coliseo de la Avenida de Suecia. Su progresión está siendo auténticamente meteórica. Y no piensan lo mismo de Carlos Delgado o de Portu, que son los otros dos nombres que han tocado el primer equipo. Eso sí, no lo deben decir públicamente, es lógico. Pero créanme, no les miento.'
El trabajo de Rufete habrá que empezar a valorarlo con el transcurrir de las temporadas, pero a él, a diferencia de sus antecesores, no le tembló el pulso a la hora de desprenderse de Guardado y Cissokho para apostar primero por Bernat y ahora por el que para mí es la sensación de la Liga. Como tampoco le duelen prendas a Nuno por sentar a Orban o por premiar con más minutos a Rober y a Carles Gil que por ejemplo a Zuculini y De Paul. En este sentido, ambos, director deportivo y entrenador han interpretado una filosofía de escuela que, en el caso de seguir por este camino, se convertirá en una cultura de club. Y eso, sin duda, sería la mejor de las noticias.
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