Gayá, el lateral valenciano de 19 años y con poquísima experiencia en la élite, cuaja en el estreno un partido completo, en defensa y en ataque
Nadie diría que José Luis Gayà Peña tiene 19 años y que antes de saltar al Pizjuán apenas sumaba 296 minutos con el primer equipo del Valencia. Nadie lo diría porque el chaval ni acusó su inexperiencia en Primera ni tampoco su juventud. Responde fuera del campo con hechuras inusuales para su edad y dentro, en el césped, con una solvencia que agrada a Nuno.
El sábado, contra el Sevilla, el de Pedreguer escribió un nuevo capítulo de un serial que abrió Jordi Alba y que continuó Bernat. La banda izquierda del Valencia parece que es para los de casa. Tras deshacerse el Valencia de Cissokho y más recientemente de Guardado, Gayà asume el reto con rotundidad. No sólo ofreció una buena sensación contra los sevillistas (2 faltas le hicieron, 2 faltas cometió, perdió 8 balones y recuperó 5) cuando le tocó arrimar el hombro atrás sino al final, ya con su equipo volcado, cuando Nuno le dio toda la banda para él.
Pasado el subidón de adrenalina, llega al aeropuerto de Sevilla en compañía de los otros chavales de la expedición (Carles Gil y Robert). Es casi la una de la madrugada. Gayà se sienta en la mesa de los periodistas sin esperar que venga su jefe de prensa del club. Otro, en su caso, quizás hubiera perdido el tiempo dando vueltas por allí hasta sentirse más protegido cuando llegara el personal de comunicación.
Rufete ve la escena y se acerca para darle un toquecito en la cabeza. El mánager valencianista dibuja una amplia sonrisa. Está más que satisfecho de ver que la apuesta tiene fundamentos suficientes para dar la talla. Y tanto, sólo hubo que ver el chillido que le metió Gayà a Otamendi (internacional por Argentina) cuando pasada la media hora de juego Aleix Vidal aprovechó el pasillo del central para colarse en el área. Gayà, atentísimo, acudió al rescate del compañero y desvió a córner pero el gesto de enfado se vio claramente desde la grada. Tiene genio. A corta distancia parece un buen tipo, con la cabeza amueblada.
«Siempre intento hacerlo bien. Estoy contento porque aún puedo mejorar muchas cosas. Tuve la suerte de jugar dos partidos el año pasado (fueron más: 90 minutos contra el Kuban, 71 ante Ludogorets, 45 en el Pizjuán en la Europa League y 90 en Mestalla ante el Atlético) y me vinieron bien. Tengo que seguir trabajando para demostrar cómo juego. Este año vamos a dar un fuerte golpe en la mesa para luchar por cosas importantes».
Habla valenciano, que siempre viene bien por aquello de recuperar el espíritu casi olvidado, y tiene claro a quién debe hacerle el primer guiño. «Tengo que agradecer a Nuno la confianza de ponerme como titular en el primer partido de Liga. Tenía algo de nervios antes de que empezara porque para un chaval de 19 años ser titular en el Valencia... pero luego ya pasa todo. Es un partido normal, aunque la gente en este campo aprieta bastante».
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