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martes, 28 de diciembre de 2010

BLUF EXPERIENCE

Llegó al Valencia con la tijera preparada para hacer frente a la ruinosa situación económica y se encontró con una miseria más que gestionar. La demanda presentada por Soriano no había tenido resolución y tampoco había llegado el dinero del patrocinador fantasma. Será quien tenga que decidir ahora si se piden responsabilidades a quienes formaban aquel consejo.
Valencia Experience dejó ayer de ser patrocinador fantasma para convertirse en un pufo en toda regla. La esperada sentencia del juzgado de lo Mercantil número 1 de Valencia no sólo respalda al club de Mestalla en su lucha para cobrar lo estipulado por contrato. Avala además todos los pasos dados por la entidad, sitúa al entonces consejero delegado Jesús Wollstein en una posición más que comprometida y pone precio a la chapuza: una indemnización de cinco millones de euros que el Valencia difícilmente ingresará.
El guión de la película apenas escondía márgenes para la sorpresa. Se ceñiría a los cánones del mejor cine negro, con un malo malísimo, Jesús Wollstein, una víctima, el Valencia, y una estafa que ya mancilla la historia del club. Sólo quedaba saber a cuánto ascendería el coste de la superproducción. Y ese lo determinó el juez.
La sentencia, recurrible pero ejecutable provisionalmente, castiga sin ambages a la empresa Product Management Council, S. L., matriz de la marca Valencia Experience. Constata que ésta ha incumplido «radicalmente» sus compromisos, al no abonar la cantidad pactada (tres pagos de dos millones de euros cada uno) ni presentar los correspondientes avales.
El juez subraya asimismo que el Valencia estaba en su derecho de rescindir unilateralmente el contrato y destaca además la buena fe del club, que pudiendo pedir seis millones de indemnización optó por descontar el que ingresó a través de Unibet, «lo que desde la perspectiva del obligado al pago no debe resultar baladí».
El Valencia ha llegado a esta situación por la imprudencia de firmar un contrato de patrocinio sin exigir los pertinentes avales bancarios. Es ahí donde cobra protagonismo Jesús Wollstein, el hombre que trajo bajo el brazo al espónsor y asumió todo el peso de la negociación. La sentencia considera «acreditado» que los avales nunca se entregaron y hace recaer toda la responsabilidad sobre el entonces consejero delegado. «Informaba positivamente en este sentido (la prestación efectiva de los avales) a los miembros del órgano de administración de la entidad», señala el magistrado, quien subraya a continuación que el Valencia «reclamaba insistentemente» dichas garantías de pago.
El ex presidente Agustín Morera complementó en la vista su declaración con un documento esclarecedor: el acta de la reunión del consejo de administración celebrada el 28 de mayo de 2008, cinco meses después de la firma del contrato, en la que se refleja que Wollstein tomó la palabra para no sólo sacar pecho por el negocio con Valencia Experience, sino garantizar que tenía en su poder los controvertidos avales bancarios.
La sentencia rebate las dos grandes justificaciones de Product Management Council. La empresa demandada se amparó en «la relación de confianza» para excusar la ausencia de avales y «la crisis económica» como atenuante en el caso de los impagos. El magistrado no deja lugar a dudas y destierra «la pretendida bondad de estos argumentos defensivos», al incidir en que la firma patrocinadora «incumple radicalmente la prestación a que venía obligada».
El juez ni siquiera admite que se pueda reprochar «falta de paciencia» al club, y recuerda que pese a la ausencia de avales siguió adelante con el acuerdo debido a la credibilidad atribuible a las empresas de Vicente Sáez-Merino Tormo y a la falta de tiempo para que Nike confeccionara las camisetas de los diferentes equipos.
Con la sentencia en la mano, al Valencia se le presenta ahora un futuro lleno de incógnitas, con la seria amenaza de que esta no sea más que una victoria moral. El primer paso, investigar el patrimonio de Product Management Council. Si recibe la respuesta temida deberá actuar contra su administrador, Vicente Sáez-Merino Tormo. Sin embargo, la cuantía de la indemnización hace poco probable el cobro de la misma.
La otra batalla se dirimirá en el terreno social. El Valencia carecía hasta ahora de argumentos de peso para presentar una acción de responsabilidad contra Juan Soler y su equipo de trabajo. Ante un juzgado, siempre podrían alegar buena fe y nulo acierto en las gestiones. Pero el 'caso Valencia Experience' constituye ya una negligencia tangible.
Sin embargo, todo apunta a que la entidad que preside Manuel Llorente no sentará en el banquillo al constructor, por entender que ya tuvo bastante castigo con la pérdida de patrimonio derivada de la ampliación de capital. Además, ponerlo contra las cuerdas desataría un efecto dominó y sería lesivo para los intereses de Bancaja, que continúa siendo el principal acreedor del Valencia y una de sus tablas de salvación.
Menos suerte podría correr Jesús Wollstein. El club ve en el ex consejero delegado el gran ideólogo de la operación y sopesa exigirle a él responsabilidades. La decisión, en cualquier caso, debería aprobarla el consejo de administración blanquinegro.

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