El vasco, visiblemente enfadado, pidió explicaciones al por qué el grupo desconectó, se relajó y ofreció dos caras tan diferentes en el último encuentro. Emery, desvelan, entonó el mea culpa por algunos de los errores cometidos el lunes, pero en esta ocasión, trasladó la culpabilidad por el empate al equipo. El técnico apoyó sus críticas con imágenes del partido contra el Osasuna.
Palabras como personalidad, carácter, compromiso, implicación, intensidad, trabajo, relajación o despropósito fueron utilizadas por un Emery al que, desvelan, no le tembló la voz. Es más, algún jugador se atrevió a valorar que, en esta ocasión, daba la sensación de sentirse fuerte y cómodo en el papel que interpretaba. Y es que, si Emery apretó ayer a los jugadores, a él lo apretaron Llorente y Braulio el martes por la tarde en una reunión en la que el técnico tuvo que dar explicaciones al Presidente de lo ocurrido.
Tras la charla, el equipo trabajó en el gimnasio durante veinte minutos. Acto seguido, y a puerta cerrada, el grupo empezó a preparar el partido contra la Real Sociedad. Topal, casi un mes después, trabajó con el bloque en una sesión que se alargó hasta pasadas las ocho de la tarde. Manuel Fernandes, indirectamente, volvió a ser protagonista. El portugués, como un futbolista más, acudió a la Ciudad Deportiva "para trabajar". Y es que, el centrocampista no tiene previsto incorporarse al Besiktas de Schuster hasta el 3 de enero, de ahí que, de momento, vaya a entrenar con el Valencia.
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