Unai Emery y sus jugadores deben encerrarse cuanto antes para analizar el esperpento de partido que hicieron frente a Osasuna, al que regalaron un punto. Y esto no fue lo peor. Más grave es la imagen que dejaron sobre un césped de Mestalla que va mejorando poquito a poco. Es inconcebible, por mal que se juegue, ceder un empate después de ir ganando por 3-1 ante un rival del bajo nivel de los pamplonicas. Hay que hacerlo muy mal para que esto suceda. Y se pudo perder.
Con una defensa inédita y dos mediocentros sumidos en un estado de forma lamentable, sobre todo Banega, era poco menos que previsible lo que sucedió. No se entiende que, estando en condiciones de jugar, no aparezca en la zaga David Navarro. Con él en su puesto, cualquier otro central mejora su rendimiento. Cuando no está el valenciano, los problemas crecen. Y si el sustituto es Stankevicius, en mayor medida.
Lo de Emery con Dealbert roza el psicoanálisis. No cuenta con él para nada. Limitado como futbolista, cumple sin embargo con su función. Lo demostró la pasada campaña y por eso jugó tantos partidos. En menos de una semana, el castellonense ha pasado de no entrar en las convocatorias a jugar en Manchester y el lunes hacerlo como mediocentro, en el colmo de los despropósitos. Cuando ante Osasuna Emery decide darle entrada en el minuto 81 para amarrar el parcial triunfo por 3-2, lo que consigue realmente es transmitir su propio miedo a un equipo que ya estaba absolutamente roto.
Otra de las conclusiones extraídas es que Albelda sigue siendo necesario en este Valencia. Aguanta el centro del campo como nadie. Y si no está, se acusa en exceso. Cuando desapareció en el Bernabéu, el equipo se hundió. Ante Osasuna, más de lo mismo. Y en Mestalla, por cierto, no estuvo Pérez Lasa. Desde la campaña 1943-44, con Rino en el banquillo, al Valencia no le empataban un partido en el que ganaba por 3-1. Hace casi setenta años.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2010-12-15/quince-patibulo-20101215.html
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