A la espera de elegir el relevo de Társilo Piles, sólo tienen garantizada la continuidad Llorente y los representantes de las instituciones
C. VALLDECABRES | VALENCIA..-
C. VALLDECABRES | VALENCIA..-
La Generalitat ya impone su ley. Justo veinticuatro horas antes de que se cumpla este jueves formalmente el plazo para que Bankia ejecute el aval y l.481.368 acciones del Valencia cambien de propietario, pasando de la Fundación a la administración autonómica, el Consell movía ficha. En realidad ha movido casi todas las fichas. Ha provocado un auténtico revolcón en el seno del patronato de la Fundación, el órgano que decide al fin y al cabo el signo de las votaciones en todas las juntas de accionistas del club.
Desde la Generalitat se ha exigido una 'limpieza' absoluta y por eso ha forzado a que presenten la dimisión todos los patronos de libre designación (este grupo lo forman 20 miembros) y también los designados por el Valencia, con excepción de Manuel Llorente; aunque quién sabe si posteriormente seguirá alguno de sus consejeros.
La medida era casi anunciada (lo lógico es que el máximo accionista tenga un control total de la Fundación) pero quizás no en las dimensiones que se ha realizado ni tampoco a dos semanas vista de la reunión clave del día 14 de febrero, donde se elegirá al nuevo presidente. Hay que recordar que Társilo Piles fue el primero que presentó su cese después de que admitiera que la Fundación no podía pagar los 4,8 millones de los intereses de 2012.
De esta manera, resisten en el sillón los trece patronos institucionales. De los dos grupos restantes hay patronos que ayer afirmaban que van a continuar, o bien porque creen que la labor realizada hasta ahora ha sido buena y se salvan de esta 'depuración' o bien porque están convencidos de que tras presentar su cese serán 'repescados' posteriormente. No obstante, fuentes de la Fundación y del club fueron más contundentes sobre el futuro.
El proceso fue directo y las primeras dimisiones no se hicieron esperar. Aunque algunos ya habían recibido días antes la 'invitación' de Társilo Piles de meditar y decidir el momento de anunciar su adiós, durante todo el día de ayer el aún presidente de la Fundación se encargó, según admitieron algunos de los afectados, de ir contactando por teléfono con los protagonistas para comunicarles el nuevo escenario. «Está llamándonos y diciendo que por orden de Conselleria tenemos que irnos a casa», reconocía uno de los patronos.
El sentir de la mayoría de los consultados por LAS PROVINCIAS coincidía en expresar que estaban dispuestos a acatar cualquier tipo de decisión. Vamos, que la Generalitat no va a tener problemas para salirse con la suya. La realidad es aplastante. Desde junio de 2009, cuando se firmó el famoso crédito, en el seno del patronato ha habido una docilidad absoluta de todos los miembros. Es verdad que en las reuniones se exponían ideas de unos y de otros y hasta opiniones encontradas, pero el trabajo casi siempre ya estaba hecho con anterioridad.
A la hora de decidir qué se iba a votar posteriormente en las asambleas de accionistas, la postura del consejo para respaldar su trabajo siempre salía adelante. Estaba todo atado de antemano.
Demasiada presión
Eso sí, en los últimos meses la papeleta para la Fundación se había endurecido de manera considerable. Una cosa es hablar de los equipos de fútbol 8 que agrupa o de crear escuelas y convenios con equipos de países exóticos; otra bien distinta aguantar las embestidas de los enfadados accionistas en todas las juntas que se han producido en los últimos tres años, y otra mucho más dolorosa hacer frente a una deuda descomunal. «Yo estoy aquí para echar una mano pero no estoy dispuesto a que me responsabilicen de todo lo que se hace mal. Parece que la Fundación era la culpable de todo», manifestaba uno de los patronos que anoche no habían dimitido todavía.
Esos 86 millones de euros que se deben a Bankia pesan lo suyo y la gota ha sido no poder salvar por ningún medio los 4,8 millones que en 2012 se debían haber pagado por intereses. Társilo Piles por un lado y Manuel Llorente por otro (porque negociaba también la cuenta pendiente del Valencia CF) han intentado sin éxito encauzar la deuda, aunque en los últimos tiempos quien tomó cartas en el asunto fue la propia Conselleria de Economía a través del IVF, el avalista.
Ahora ya no hay marcha atrás. La Generalitat aterriza y lo hace en el lugar adecuado. Císcar ya había dicho que no iba a entrar en la gestión diaria del club pero resultaba inevitable que se eligieran las piezas adecuadas para manejar con firmeza las riendas de la Fundación e indirectamente, también, sujetar las del propio Valencia CF.
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