M. DOMÍNGUEZ VALENCIA
Han pasado ocho años y medio desde la última Liga del Valencia CF. Desde entonces, Jaime Ortí y Manuel Llorente habían mantenido las formas. De hecho, ambos fueron "depurados" con la llegada de Juan Soler a la presidencia. Las relaciones entre ambos habían sido correctas en los últimos años. Nadie podía imaginar que tomaran la deriva de ayer. Pero aún así, tampoco debe sorprender. El argumento no es nuevo en Llorente. En aquella época, el consejo no caía bien ni a buena parte de la afición (Ortí fue abucheado en una presentación y Llorente era atacado por el roigismo) ni de los medios de comunicación. Los jugadores y Rafa Benítez eran dioses. A Llorente siempre le sublevó la máxima que fluía en el imaginario: "aquí parece que unos levantan las copas y otros generan la deuda".
Jaime era el componente representativo sin complejos. El de la peluca. Su conducta popular no gustaba a Llorente -y tampoco a Pedro Cortés-, pero la soportaba porque los papeles estaban más o menos asumidos. Con sus indudables tensiones, Llorente era el presidente en la sombra y Ortí, cara a la galería.
Llorente, cuyo don no es precisamente el de la palabra -destroza los participios en cada alocución- habló con el corazón herido. Y no dudó en llevarse por delante el pasado. Jaime Ortí, mucho más hombre de fútbol que Llorente desde su época en el Alaquàs, asumía con cierta obediencia el reparto de papeles. Mejor que Cortés. Y seguramente no esperaba que se dijera lo que estaba asumido. Pocas veces se ha visto a Ortí tan rebotado. "Espero que el Valencia se libere de ti". A Paco Roig, en una sobremesa de asamblea, lo saldó con un "senyor bunyol, bona nit".
Jaime era el componente representativo sin complejos. El de la peluca. Su conducta popular no gustaba a Llorente -y tampoco a Pedro Cortés-, pero la soportaba porque los papeles estaban más o menos asumidos. Con sus indudables tensiones, Llorente era el presidente en la sombra y Ortí, cara a la galería.
Llorente, cuyo don no es precisamente el de la palabra -destroza los participios en cada alocución- habló con el corazón herido. Y no dudó en llevarse por delante el pasado. Jaime Ortí, mucho más hombre de fútbol que Llorente desde su época en el Alaquàs, asumía con cierta obediencia el reparto de papeles. Mejor que Cortés. Y seguramente no esperaba que se dijera lo que estaba asumido. Pocas veces se ha visto a Ortí tan rebotado. "Espero que el Valencia se libere de ti". A Paco Roig, en una sobremesa de asamblea, lo saldó con un "senyor bunyol, bona nit".
http://www.levante-emv.com/deportes/2012/12/20/brusco-transito-respeto-desamor/961212.html
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