J. V. Aleixandre
El encargado de la megafonía de Mestalla es un honrado currante que se gana el pan machacándonos los tímpanos con sus gritos y sus músicas estridentes. Como buen mandado, sigue las instrucciones del jefe y trata de complacerle. De manera que ayer, acabado el partido, metió el volumen a toda pastilla para tratar de sofocar los gritos de la grada. Pero la evidencia, por definición, no se puede ocultar, aunque le echen encima miles de decibelios del «Amunt València». Y la realidad evidente es que la cantinela de «Llorente vete ya» volvió a resonar como colofón. Guste o no guste, esa es la canción de moda.
Al presidente del Valencia, desde la noche del 2-5 frente a la Real Sociedad, el reloj le corre en su contra, sobre todo si su equipo sigue ofreciendo la pobre imagen de ayer. Pese a la ligera mejoría observada en el aspecto defensivo, a este Valencia le cuesta horrores fabricar fútbol. Ayer, ante el Rayo, Valverde alineó a ocho jugadores de perfil más ofensivo que defensivo, y fueron incapaces de elaborar juego. Fundamentalmente porque ese centro de campo integrado por Banega, Tino Costa, y Jonas, fracasó estrepitosamente. Un fallo colectivo de las tres piezas básicas del motor, es un lastre muy pesado para cualquier equipo.
A Manolo Llorente se le van agotando recursos, juegos malabares y trucos de magia. Ahora ya sólo le queda un escudo tras el que refugiarse: el de su encargado técnico, Braulio Vázquez, quien, dicho sea de paso, se viene cubriendo de gloria. También, contraviniendo sus sagrados principios economicistas, el presidente puede liarse la manta a la cabeza y en el mercado invernal sacarse algún fichaje de la manga con el que engatusar a las masas y satisfacer al periodismo amarillento. O echar mano de Luis Aragonés, como ya debió hacer la semana pasada. Pero atribuir a la grada extrañas intenciones, oscuras manipulaciones y diabólicas confabulaciones, son ganas de engañarse. Y resulta tan ridículo como culpar de la derrota de ayer a los errores arbitrales „que los hubo, y gordos„. Pese a ello, el eco que comienza a repetirse en Mestalla resulta perfectamente audible, por mucho que atronen los altavoces y voceen sus pregoneros mediáticos. Reitero: guste o no, la veda está abierta
Al presidente del Valencia, desde la noche del 2-5 frente a la Real Sociedad, el reloj le corre en su contra, sobre todo si su equipo sigue ofreciendo la pobre imagen de ayer. Pese a la ligera mejoría observada en el aspecto defensivo, a este Valencia le cuesta horrores fabricar fútbol. Ayer, ante el Rayo, Valverde alineó a ocho jugadores de perfil más ofensivo que defensivo, y fueron incapaces de elaborar juego. Fundamentalmente porque ese centro de campo integrado por Banega, Tino Costa, y Jonas, fracasó estrepitosamente. Un fallo colectivo de las tres piezas básicas del motor, es un lastre muy pesado para cualquier equipo.
A Manolo Llorente se le van agotando recursos, juegos malabares y trucos de magia. Ahora ya sólo le queda un escudo tras el que refugiarse: el de su encargado técnico, Braulio Vázquez, quien, dicho sea de paso, se viene cubriendo de gloria. También, contraviniendo sus sagrados principios economicistas, el presidente puede liarse la manta a la cabeza y en el mercado invernal sacarse algún fichaje de la manga con el que engatusar a las masas y satisfacer al periodismo amarillento. O echar mano de Luis Aragonés, como ya debió hacer la semana pasada. Pero atribuir a la grada extrañas intenciones, oscuras manipulaciones y diabólicas confabulaciones, son ganas de engañarse. Y resulta tan ridículo como culpar de la derrota de ayer a los errores arbitrales „que los hubo, y gordos„. Pese a ello, el eco que comienza a repetirse en Mestalla resulta perfectamente audible, por mucho que atronen los altavoces y voceen sus pregoneros mediáticos. Reitero: guste o no, la veda está abierta
http://www.levante-emv.com/deportes/2012/12/17/la-evidencia-se-impone-a-la-megafonia-evidencia-impone-megafonia/960364.html
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