Los 92 millones de euros gastados en un total de 28 jugadores han servido de poco
JULIÁN MONTORO
La presidencia de Manuel Llorente está más que nunca en las botas de los futbolistas. Esos mismos jugadores que él ha fichado en los últimos tres años, o al menos la mayoría de los que han venido desde que en junio de 2009 asumió el cargo con el objetivo de sanear económicamente una entidad al borde de la quiebra, son los que el próximo viernes podrían precipitar su dimisión si no son capaces de hacer algo tan sencillo aparentemente como ganar al Getafe en Mestalla. Pero, ¿puede el presidente estar tranquilo? ¿Será capaz este equipo confeccionado según los criterios de ´bajo coste´ de sacarle del aprieto? Un Valencia que ha perdido sus dos últimos partidos en casa y que, por la propia composición de la plantilla, muestra síntomas evidentes de que ante su público y cuando hay que dar un paso al frente está acusando la presión.
Si finalmente se produjera su salida del club, Llorente se marcharía después de haber incorporado al Valencia CF en ese tiempo nada menos que 28 jugadores, en los que invirtió sólo en concepto de traspasos un total de 92 millones de euros. Pese a la política de low cost, por tanto, esta partida de los presupuestos se ha llevado por delante el importe de la ampliación de capital del verano de 2009. Fichó por valor de 92 pero vendió casi por el doble, 176 millones, siendo los principales logros en este sentido los 40 de Villa, los 30 de Silva y los 28 de Mata, que le han permitido cumplir con el reto de rebajar la deuda. Pero, ¿a costa de qué? Fundamentalmente, de acabar armando un equipo que ha perdido calidad, carácter y arraigo, lo que le ha ido alejando poco a poco de sus aficionados y sobre todo en los últimos meses de los buenos resultados, que han sido los que al final han dirigido las iras hacia el palco de autoridades.
Quedan sólo tres
De la plantilla que se encontró Manuel Llorente al llegar, la que Unai Emery había clasificado en sexta posición en su primera temporada al frente del equipo, sólo le quedan tres jugadores, Albelda, Banega y Guaita. Aunque ni siquiera había entrado en Liga de Campeones, era aquel un equipo que presumía de ser la base de la selección española que empezaba a deslumbrar en Europa, con internacionales como Raúl Albiol, Marchena, Villa, Silva y Morientes en sus filas. Hoy, sólo diez de los 28 jugadores que han llegado son españoles y como fijo en la Roja a este Valencia sólo le queda Roberto Soldado, precisamente el fichaje más costoso de la era Llorente, que es además el que mejor rendimiento ha ofrecido hasta el momento y el valor más fiable en caso de que fuera necesaria una futura venta.
De la plantilla que se encontró Manuel Llorente al llegar, la que Unai Emery había clasificado en sexta posición en su primera temporada al frente del equipo, sólo le quedan tres jugadores, Albelda, Banega y Guaita. Aunque ni siquiera había entrado en Liga de Campeones, era aquel un equipo que presumía de ser la base de la selección española que empezaba a deslumbrar en Europa, con internacionales como Raúl Albiol, Marchena, Villa, Silva y Morientes en sus filas. Hoy, sólo diez de los 28 jugadores que han llegado son españoles y como fijo en la Roja a este Valencia sólo le queda Roberto Soldado, precisamente el fichaje más costoso de la era Llorente, que es además el que mejor rendimiento ha ofrecido hasta el momento y el valor más fiable en caso de que fuera necesaria una futura venta.
Pero a pesar de la enorme carga financiera que supone la deuda y la dificultad añadida de la crisis económica general, que ha menguado sobre todo los ingresos por abonados y comercialización en los últimos dos años, el Valencia ha podido invertir en refuerzos cerca de 30 millones de euros en cada uno de los últimos tres ejercicios, lo que quiere decir que está entre los cuatro clubes de la Liga que más dinero han gastado en fichajes. La austeridad absoluta fue sólo en su primer año, pues con el club en una situación crítica bastante fue con retener ese verano a Villa y SIlva. La bandera de Llorente en estos años siempre ha sido que, pese a ir vendiendo a los mejores futbolistas para sanear las cuentas, el equipo no perdió potencial competitivo y logró clasificarse para la Champions durante tres años consecutivos.
Política de riesgo
Así ha sido durante bastante tiempo en que los resultados, efectivamente, minimizaron los pequeños desajustes que se iban produciendo a raíz de esa política deportiva no exenta de riesgo, basada en la necesidad de fichar jugadores a coste cero y de invertir el poco o mucho dinero disponible en futbolistas que pudieran ofrecer un rendimiento deportivo tal que permitiera venderlos en dos años por mucho más. Se puede decir que esa política de fichajes a coste cero ha sido un éxito gracias a la llegada de futbolistas como Mathieu, Ricardo Costa, Dealbert, Feghouli y Guardado, con algún fiasco del estilo Chori Domínguez, pero mucho más cuestionable es cuando el club ha tenido que apostar cantidades importantes para cubrir posiciones muy determinadas. Acertó de lleno con Soldado, Aduriz y también con Rami, al que firmó en invierno adelantándose a otros clubes para dejarlo cedido seis meses en el Lille, pero se le fueron las ganancias con la contratación por encima de los siete millones de euros de Piatti y Víctor Ruiz, todo un lujo en tiempos de crisis, o los seis millones de Parejo y Cissokho. Además de mermar el potencial del equipo, estas decisiones suponen un lastre para el club económicamente hablando, porque en líneas generales hablamos de jugadores que han costado mucho más de lo que el club se puede permitir, han aportado o aportan poco al equipo y por tanto tienen difícil salida en el mercado.
Así ha sido durante bastante tiempo en que los resultados, efectivamente, minimizaron los pequeños desajustes que se iban produciendo a raíz de esa política deportiva no exenta de riesgo, basada en la necesidad de fichar jugadores a coste cero y de invertir el poco o mucho dinero disponible en futbolistas que pudieran ofrecer un rendimiento deportivo tal que permitiera venderlos en dos años por mucho más. Se puede decir que esa política de fichajes a coste cero ha sido un éxito gracias a la llegada de futbolistas como Mathieu, Ricardo Costa, Dealbert, Feghouli y Guardado, con algún fiasco del estilo Chori Domínguez, pero mucho más cuestionable es cuando el club ha tenido que apostar cantidades importantes para cubrir posiciones muy determinadas. Acertó de lleno con Soldado, Aduriz y también con Rami, al que firmó en invierno adelantándose a otros clubes para dejarlo cedido seis meses en el Lille, pero se le fueron las ganancias con la contratación por encima de los siete millones de euros de Piatti y Víctor Ruiz, todo un lujo en tiempos de crisis, o los seis millones de Parejo y Cissokho. Además de mermar el potencial del equipo, estas decisiones suponen un lastre para el club económicamente hablando, porque en líneas generales hablamos de jugadores que han costado mucho más de lo que el club se puede permitir, han aportado o aportan poco al equipo y por tanto tienen difícil salida en el mercado.
La línea roja
Pero, como suele ocurrir en el fútbol, el proyecto no se tambalea hasta que la pelota deja de entrar y llegan los malos resultados, y en el caso del Valencia la crisis deportiva se presenta como consencuencia directa de que el presidente decida invadir de lleno la parcela deportiva fichando a Mauricio Pellegrino para relevar a Unai Emery en el banquillo como apuesta personal, consensuando posteriormente con él todas las decisiones que afectan a la plantilla 2012/13. Ahí fue cuando cruzó la línea roja, hizo de director deportivo y, como el tiempo no ha tardado apenas en demostrar, se equivocó.
Pero, como suele ocurrir en el fútbol, el proyecto no se tambalea hasta que la pelota deja de entrar y llegan los malos resultados, y en el caso del Valencia la crisis deportiva se presenta como consencuencia directa de que el presidente decida invadir de lleno la parcela deportiva fichando a Mauricio Pellegrino para relevar a Unai Emery en el banquillo como apuesta personal, consensuando posteriormente con él todas las decisiones que afectan a la plantilla 2012/13. Ahí fue cuando cruzó la línea roja, hizo de director deportivo y, como el tiempo no ha tardado apenas en demostrar, se equivocó.
El fichaje de Pellegrino, al que tuvo que destituír hace algo más de dos semanas, ha dejado muy marcado a Llorente. Además de poner el equipo en manos de un técnico sin experiencia, que no acertó a sacar rendimiento a demasiados futbolistas, del consenso con el entrenador salieron decisiones tan poco afortunadas como rechazar una oferta millonaria del Spartak de Moscú por Tino Costa, al que hoy seguramente traspasarían por menos. También del fichaje de Fernando Gago, no por mal futbolista ni por ser excesivamente costoso, sino porque no ofrece el perfil que estaba buscando y necesitaba el equipo para ser el sustituto de David Albelda. O por último de la decisión de afrontar la temporada con sólo tres centrales, cuando este equipo siempre ha tenido en plantilla cuatro y hasta cinco de cierta solvencia. La descompensación de la plantilla es notable porque al mismo tiempo coexisten de medio campo en adelante demasiados futbolistas cuya participación en el equipo no termina de estar clara, en parte por la incertidumbre que azotaba a los técnicos en pretemporada sobre el rendimiento de jugadores con lesiones de larga duración como Banega y Canales.
El plan de austeridad le puede terminar explotando a Llorente en su mismo asiento del palco de Mestalla. Será, entre otras muchas cosas, por priorizar la cantidad sobre la calidad y lo de fuera sobre lo de casa. En este sentido, hay situaciones y decisiones que tienen dudosa explicación como el hecho de que nadie valorase en su momento la posibilidad de que Vicente Guaita pudiera ser el portero del Valencia, y que después de fichar a Moyà y a Diego Alves el club se presentase con cuatro porteros, tuviera que ceder al mallorquín y no renovar el contrato de César, que lo merecía y se marchó al Villarreal. Que en su momento se perdiera el fichaje de Spahic libre de cargas, con el que tenían un acuerdo, por la decisión de Emery de intentar hacer una operación imposible para traer a Nico Pareja. Como resultado, Spahic se fue al Sevilla, ha rendido a un buen nivel y el Valencia, a última hora y con el agua al cuello, acabó pagando prima por Víctor Ruiz.
El caso Isco
Pero, por encima de todo, llama la atención y duele especialmente al aficionado la cantera. Ver a Isco Alarcón marcharse por no tener oportunidades y triunfar por todo lo alto en el Málaga mientras el Valencia se gastaba el dinero de su cláusula y algo más en Pablo Piatti,que a día de hoy no ha demostrado ser mejor. O la cantidad de futbolistas que han costado dinero y que, de entrada, cierran el paso a un joven de la casa como Juan Bernat. Así, con cierto aire de equipo falto de identidad y con los referentes justitos dentro y fuera del terreno de juego, es como el Valencia pone en juego el próximo viernes la cabeza de su presidente, el artífice de este proyecto.
Pero, por encima de todo, llama la atención y duele especialmente al aficionado la cantera. Ver a Isco Alarcón marcharse por no tener oportunidades y triunfar por todo lo alto en el Málaga mientras el Valencia se gastaba el dinero de su cláusula y algo más en Pablo Piatti,que a día de hoy no ha demostrado ser mejor. O la cantidad de futbolistas que han costado dinero y que, de entrada, cierran el paso a un joven de la casa como Juan Bernat. Así, con cierto aire de equipo falto de identidad y con los referentes justitos dentro y fuera del terreno de juego, es como el Valencia pone en juego el próximo viernes la cabeza de su presidente, el artífice de este proyecto.
http://www.superdeporte.es/valencia/2012/12/19/proyecto-low-cost-tambalea/182661.html
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