El interés será algo mayor que el actual, habrá un periodo de carencia de tres anualidades y a partir de la cuarta se amortizará capital
ANTONIO BADILLO | VALENCIA..-
ANTONIO BADILLO | VALENCIA..-
'Raro' y 'muy malo'. Los términos que empleó ayer en LAS PROVINCIAS José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, para calificar un improbable escenario de desacuerdo con el Valencia no son gratuitos. Que el banco y el club fueran incapaces de alcanzar antes del 27 de marzo un pacto por el que refinanciar el crédito de 200 millones pendiente de pago resultaría 'muy malo' para ambas partes, ya que abocaría a la sociedad deportiva a un concurso de acreedores que en nada beneficiaría a Bankia. Pero por encima de todo sería 'raro', pues las bases están más que sentadas tras las sucesivas reuniones en Madrid de Manuel Llorente con los responsables del Departamento de Riesgos del banco.
El pago por parte del Consell de los 4,8 millones que debía la Fundación, correspondientes a los intereses de 2012, ha desbloqueado las negociaciones. Bankia no podía, por imagen y porque hoy por hoy es una entidad muy fiscalizada, conceder facilidades de pago a un cliente cuya matriz figuraba en su lista de morosos. Solventado este complejo trámite, las conversaciones entran en su recta final.
Uno de los flecos pendientes es el de los años que tendrá el Valencia para devolver los 200 millones. El club quiere que sean 18, mientras que el banco no acepta más allá de 15. Todo apunta a que se impondrá la voluntad del acreedor, parte fuerte de la negociación. También queda definir en cuánto se incrementan los intereses del crédito, actualmente fijados en 2,5 puntos por encima del Euríbor. El resto de las pautas están ya trazadas. Habrá un periodo de carencia de tres años en el que sólo se pagará intereses. Es el colchón que se reserva el Valencia a la espera de tiempos mejores. A partir del cuarto ejercicio se incrementarán de forma considerable las cuotas, ya que en ese momento el club comenzará a amortizar capital.
De la renegociación del crédito no se desprenderá, por tanto, una menor presión financiera sobre la entidad deportiva, que actualmente ya paga 14 millones al año en concepto de intereses, seis de ellos a Bankia. No debe pues interpretarse como una maniobra para economizar recursos y desviarlos hacia la parcela futbolística, sino que se trata de un pacto de supervivencia dirigido a prolongar los plazos para hacer más llevadera la situación hasta que remita la crisis.
Lo que también se ha descartado es ampliar las garantías, que continuarán limitándose al suelo donde se asienta el viejo Mestalla, cuyo valor, de acuerdo con el estudio de una empresa de tasación homologada por el Banco de España, ha pasado de 175 a 225 millones de euros después de la Actuación Territorial Estratégica (ATE) impulsada por el Consell.
19 millones al año
Sobre la mesa de negociación ha puesto el Valencia la condición de cliente ejemplar, que siempre ha cumplido sus obligaciones de pago, al contrario de lo ocurrido con la Fundación. Bankia valora la capacidad del club para generar ingresos y no pierde de vista que cada año recibe cerca de 19 millones de euros procedentes de las arcas blanquinegras y vinculados a conceptos como intereses por créditos, viajes o seguros, entre otros.
Esta relación, que Goirigolzarri calificó de «muy fluida», se ha traducido también en un buen gesto por parte del banco. Si el crédito de 200 millones vence el 27 de marzo es porque la entidad financiera accedió en diciembre a dar al Valencia una nueva prórroga de tres meses. De no ser así, el club habría tenido que afrontar los actos jurídicos documentados, un impuesto que se traduciría en un sobrecoste de tres millones de euros para la sociedad deportiva.
Por todo ello a Manuel Llorente no le sorprendieron ayer las declaraciones del presidente de Bankia. «Las relaciones han sido siempre muy buenas -indicaba el dirigente a LAS PROVINCIAS-, tanto como lo eran antes con Bancaja. En todo momento hemos encontrado una excelente predisposición, un diálogo fluido con nuestros interlocutores, franqueza y una sensibilidad con lo que representa el Valencia CF y la difícil situación económica que atraviesa. Jamás hemos sentido lejanía. Por eso no me cabe duda de que pronto podremos avanzar un acuerdo bueno para todas las partes».
Llorente no quiso entrar en detalles sobre las negociaciones, amparándose en la confidencialidad de las mismas, pero insistió en que Bankia «no va a tomar ninguna decisión que perjudique al Valencia». Y recurrió a un símil futbolístico que ya empleó, por ejemplo, el día en que se hizo oficial el fracaso del acuerdo con Newcoval: «Me preocupan mucho más los resultados deportivos que el problema con Bankia». La frase no fue escogida al azar. El presidente todavía rumiaba ayer el tropiezo ante el Levante, aunque lo atribuía a la falta de fortuna y valoraba la buena imagen ofrecida por el equipo de Valverde.
Otro fleco pendiente de cara al futuro inmediato del club es en qué momento concluirá la presidencia de Llorente. El gestor rechazaba ayer cualquier relación entre su permanencia en el cargo y el acuerdo con Bankia, lo que deja su mandato en manos de dos factores: la hipotética venta del Valencia a algún inversor o los resultados deportivos. Aunque la opción más probable continúa siendo que Llorente abandone Mestalla el próximo verano, renunciando así al año de contrato que todavía tendría por delante, su entorno deja una puerta abierta a la continuidad hasta 2014.
En cualquier caso, es una decisión que ya no está en las manos del aún presidente, cuya influencia ha quedado reducida a la gestión diaria del Valencia, de modo que ya no participa en la búsqueda de inversores. A esa labor se han entregado tanto el Consell como los aspirantes a la presidencia Fernando Gómez y Alfonso Rus, algún consejero y hasta el dimisionario Antonio Sesé.
El principal cometido de Llorente al frente del club es por tanto la refinanciación del crédito con Bankia, al margen de la planificación de la nueva temporada. Sabe el dirigente que a efectos prácticos la sociedad está intervenida por una Fundación que controla la Generalitat, pese a los ímprobos esfuerzos del vicepresidente Císcar por maquillar la situación y atenuar el desgaste político y social. Sin embargo, Llorente ya ha comunicado que no aceptará trabajar bajo la batuta de un presidente de la Fundación -el que venga tras la interinidad de Mateo Castellà- que restrinja hasta límites insostenibles su autonomía y le obligue, por ejemplo, a vender más jugadores de los estrictamente necesarios.
Lo que ya parece tener totalmente aparcado Llorente es el salto a la Liga de Fútbol Profesional, a pesar de que tiene garantizado el apoyo de varios clubes y supondría un retiro de oro (casi doblaría sus actuales emolumentos). La irrupción de Javier Tebas ahoga cualquier otra candidatura. Fue precisamente uno de los temas de conversación de la comida entre directivas previa al derbi del sábado, en la que el presidente valencianista confirmó a Quico Catalán que ya no contempla trasladar su actividad a Madrid cuando concluya la etapa al frente del Valencia.
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