domingo, 28 de noviembre de 2010
Valencia Almeria
Valencia CF: Guaita, Bruno, Jordi Alba, Ricardo Costa, Maduro, Albelda, Tino Costa, Joaquín, Mata, Aduriz, Soldado.
Amería: Diego Alves, Ortiz, Carlos García, Silva, Jakobsen, M'Bami, Bernardello, Corona, Piatti, Uche y Goitom.
El Valencia, todavía sin la vistosidad necesaria, ya impone la lógica en sus compromisos en Mestalla, donde había perdido excesivos puntos ante rivales del mismo perfil bajo que el Almería, al que ayer derrotó sin demasiados apuros. En una noche desangelada, con mucho frío, Mata se erigió en el líder del equipo. Por sus pies pasaron todas las buenas noticias que transmitió el equipo blanquinegro. Además, se inventó un genial taconazo para regalar a Soldado su segundo tanto. El ariete ha marcado cuatro tantos en una semana y ha reforzado su confianza, al igual que todo el equipo, para afrontar con más garantías de éxito la complicada visita del próximo sábado contra el Real Madrid. En la cita del Santiago Bernabéu, Emery podrá contar con los cuatro jugadores que estaban a una sola tarjeta de ser suspendidos, y que ayer no vieron ninguna amarilla.
Mata se cargó a sus espaldas el juego de un equipo que notaba la presión del público con los primeros silbidos, tras 20 minutos poco finos. El extremo asturiano aportó desequilibrio por la banda izquierda, aprovechando las limitaciones de Juanma Ortiz, pero también apareció por el centro y la banda derecha, para asociarse con Joaquín e intentar encontrar huecos entre la ordenada defensa que dispuso Oltra. De Mata nació la primera jugada de verdadero peligro, a los cinco minutos. El campeón del mundo se marcó un autopase para deshacerse de Juanma Ortiz y cedió a Joaquín, que prefirió buscar la vaselina (ligeramente alta) antes que pasar la pelota a Aduriz, desmarcado en el segundo palo.
Era un encuentro sin brillo pero abierto. El Valencia contó con ocasiones, como un remate a quemarropa de Ricardo Costa, después de un saque de esquina, que desvió con reflejos Diego Costa, pero el Almería, muy necesitado, no renunció a ir al ataque y pisó área con cierta asiduidad. Kalu Uche creó problemas a la espalda de Jordi Alba y Corona estrelló un golpe franco en el larguero. La defensa valencianista no estaba todo lo expeditiva que se podía esperar y Guaita, acertado en las jugadas claves, notó en el inicio los nervios propios de su inactividad en la salida por alto de algunos centros.
Sin Villa ni Silva, el Valencia no tiene tanta imaginación atacante, pero Aduriz y Soldado, sus sustitutos, pulen esas carencias con un sacrificio encomiable y buenos números. Presionan y luchan cada pelota como si fuera la última, con todo. Así, por insistencia, llegó el primer gol de Soldado. El delantero valenciano se hizo, mediante un afortunado control de cabeza, con un balonazo que bajaba con nieve. Acosado por su marcador, usó el muslo para orientar la pelota y buscar ángulo de disparo, raso y al primer palo, imposible para Alves. Los delanteros, y más si cabe en ejemplos tan temperamentales como Soldado, viven a expensas de las rachas. En épocas de sequía se desquician, se nota su sufrimiento. Una vez reconciliados con el gol, retoman la confianza y todo parece más fácil. Soldado rompió su maleficio contra el Bursaspor, con un doblete que anoche repitió. Ya sonríe y se le ve menos ansioso. El primer gol animó por momentos al Valencia, que en los minutos posteriores podría haber conseguido la sentencia. Antes de acabar la primera mitad, Soldado exigió una gran parada a Alves para rechazar un testarazo.
El gol que encarrilase el choque tardaba en producirse y la segunda mitad se adentró en una dinámica engañosa, sin nada resuelto y con los locales sin desarrollar un juego vistoso. El segundo tanto , sin embargo, llegó en una gran jugada colectiva, con pocos toques y mucha contundencia. Guaita sacó con potencia de puerta y Aduriz, que las gana todas por arriba, peinó de cabeza hacia Joaquín, que le devolvió el balón en una pared. El delantero vasco, situado como accidental extremo, centró hacia Mata, que dibujó la acción del partido con un delicioso taconazo que le dejó el gol servido a Soldado, que remachó sin oposición.
Con el partido controlado, y con el frío calándose en los huesos de los espectadores, Emery retiró a los grandes triunfadores de la noche, Aduriz y Mata, y la principal preocupación consistió en evitar que ningún futbolista apercibido de sanción recibiese una cartulina amarilla que le habría impedido jugar el decisivo encuentro del próximo sábado contra el Real Madrid. Hubo tiempo para que Guaita ganase confianza con varias paradas de mérito. Poca culpa tuvo en el gol con el que el Almería redujo distancias. Marcelo Silva se adelantó a Maduro en el salto y remató ajustado al palo. Era el último minuto y no hubo tiempo para más sustos.
Levante
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