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martes, 13 de agosto de 2013

Cómo jugar sin un 9 y no perecer en el intento

JV Aleixandre




Hacer de la necesidad virtud. Esa es una de las claves secretas de los grandes estrategas. El fútbol „la vida„ está repleto de situaciones adversas que acaban revirtiendo en lances favorables porque alguien acierta a transformar una carencia en un arma letal. Cuando en 1970, Alfredo di Stéfano llega a Mestalla para dirigir al Valencia por primera vez, se encuentra con una coyuntura muy parecida a la actual: sin un duro en la caja „ya entonces, como ahora, el poder adquisitivo del VCF andaba lejos del de Madrid y Barça„ y con un equipo que había que renovar. La posición de delantero centro había sido exclusiva durante años y sin ningún tipo de discusión, de Waldo „ el mejor 9 en la historia del club hasta que llegó David Villa„. Pero el brasileño se jubila. Y en parecidas circunstancias estaba Fernando Ansola. A la vista del panorama, Di Stéfano otea el horizonte y detecta a Pellicer, un fino delantero del Barça que, tras una grave lesión, apenas jugaba. Se lo trae por cuatro perras y lo ubica en la teórica posición de delantero centro. Pero en la práctica, le hace bajar y arrancar desde campo propio. A los rivales, esa novedad les descoloca. En realidad, de nueve hace Forment, un chico de Almenara que el técnico recupera del Torrent, donde estaba cedido. Ninguno de ambos delanteros permanece estático en el área, sino que irrumpen en esa zona minada, tras ayudar en el centro del campo. Los centrales adversarios, que no huelen carnaza a la que morder, deambulan desorientados. Esa temporada, el Valencia se convierte en el equipo revelación y da la gran sorpresa: gana la Liga y es subcampeón de Copa. Y sin necesidad de jugar con un delantero centro clásico, goleador, a la antigua usanza. Ese experimento, entonces, fue toda una revolución, aunque el propio Di Stéfano, en el Madrid, ya había jugado así, como falso nueve. Pero Di Stéfano sólo había uno. 
En la actualidad, esta disposición táctica ya no es ninguna novedad, pero sigue funcionando. La avala la Roja, nada menos, que actuando de esa manera, es campeona mundial y de Europa. Frente a esa estratagema, los defensas siguen sin saber muy bien qué hacer, dudan constantemente y les cuesta horrores fijar a un rival que no presente un delantero de referencia.
Fichado Hélder Postiga y con la caja temblando de frío „pese al sofoco reinante, el club está más tieso que un pingüino, no vendría mal que Miroslav Djukic echara mano de ese recurso estratégico del falso nueve, o que buscara algo parecido. Se trata de reinventar el Valencia, como hizo Di Stéfano en su día. De despistar para esa demarcación tan deseada, con alguien como Jonas, o engañar con Viera, o confundir con Banega, o engatusar con Canales, o llegar con Míchel... Si la plantilla reúne gente de sobra con ese perfil, utilícese. Para sorprender, para romper moldes, para rentabilizar... toca reinventar y reconstruir el equipo... Ese es el gran desafio que tiene por delante Djukic. El VCF no está en condiciones de acudir al mercado a comprar otro delantero de garantía y homologado. Así que tampoco merece la pena gastarse la pasta „que no hay„ y encontrarse con un petardazo. Para meterse en aventuras de dudoso final, más vale arriesgar con Paco Alcácer. A ver qué pasa.

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