AL PRINCIPIO DE LA SEMANA
Desde luego el valencianismo no atraviesa, ni de lejos, su mejor época deportivamente hablando. La entidad y todo lo que le rodea está para recostarse en un diván, ponerse en manos de un especialista y tratar de averiguar por qué en el terreno de juego nada termina de funcionar como debería. Ayer el equipo jugó uno de los mejores partidos de la temporada en Elche pero, ni por esas, pudo sacar algo positivo. El caso es que, cuando no es un pito es una flauta, pero no hay semana en que la felicidad sea completa.
Y para muestra, un botón. Analicemos los últimos días. Empecemos por lo de ‘fuera’. Lo extradeportivo empezaba a aclararse. De hecho, todo apuntaba a que la realidad jurídica y económica de la entidad (Fundación + club) empieza a aclararse (que no calmarse). El aval volvía a estar de nuevo en el tejado de la Generalitat, comenzaban lo contactos para refinanciar la deuda y, con ellos, se empezaban a dar los pasos necesarios ya sea para poder solventar el primero de los múltiples problemas económicos que asolan al valencianismo.
Con calma aparente en los despachos, en el campo todo estaba listo para que el juego fluyera. Djukic recuperaba jugadores lesionados, llegaban informaciones desde Inglaterra que el Manchester quería a Banega por ¡¡¡¡24 millones!!! (eso sí que es una buena noticia), y el equipo aterrizaba en el Martínez Valero concentrado y entonado. De hecho, ha jugado uno de los mejores partidos esta temporada, pero ni por esas. Ni veintidós tiros a puerta, ni nueve ocasiones claras son suficientes para ganar un partido. ¿Falta un nueve? ¿Es mala suerte? ¿Son simplemente los despistes en defensa suficiente explicación para que hoy nos enfrentemos a otra derrota? ¿Djukic está capacitado para revertir esta situación? ¿Es el entrenador culpable de que los centrales no estén concentrados o que el balón golpee en el larguero y no entre? Son preguntas sin respuesta sencilla –al menos yo no la encuentro- y que condenan al valencianismo al diván porque es increíble que el equipo no sumara al menos un empate.
La derrota ayer fue un castigo excesivo y cruel si se analiza de forma individual, pero no sorprendente si se analiza la trayectoria de toda la temporada. Es un hecho constatable que el Valencia no está rindiendo al nivel que de él se espera y lo más preocupante que deja el partido en Elche es que cuando quiere y pone todo sobre el campo, tampoco puede. Los de Djukic no acaban de despegar y Europa se aleja inexorablemente.
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