ALBERTO SANTAMARÍA. HOY Ocurra lo que ocurra en la reunión, por favor, que no nos cuenten que todo ha sido un malentendido. Yo, al menos, no me lo pienso creer. La crisis es evidente
VALENCIA.
Era sábado por la tarde. Diluviaba en Agullent. En ese momento, el mundo parecía llegar a su fin. Además, de buenas a primeras el agua se convirtió en piedra y el cielo se oscureció hasta hacerse casi de noche. Tuve suerte. Los 35 minutos de apocalipsis meteorológica me cogieron resguardado y rodeado de dos centenares de valencianistas. La metáfora no podía ser mejor. Todo sucedía justo el día después del terremoto Rodrigo Caio. Ese tono gris con el que quedó coloreada aquella estampa era el fiel reflejo del coloquio que mantuvimos con los peñistas del Sector 11 de l'Agrupació. Estaban celebrando su fiesta y, sin embargo, la preocupación por la crisis abierta en el club de sus corazones era evidente. "¿Es verdad todo lo que estáis contando?" "¿No estaréis exagerando?" "¿Tan mal se llevan Nuno y Rufete como hace meses que venís informando?" Las preguntas se sucedían una tras otra conforme me acercaba a charlar con los aficionados. Sinceramente no sabía qué contestar. Intentaba dulcificar las respuestas, pero sus caras eran un poema. Estaban jodidos. Muy jodidos. No entendían el porqué del enfrentamiento. Ellos solo quieren disfrutar, ilusionarse con la plantilla y soñar con volver a ganar un título. Bajo su perspectiva, las guerras internas están de más. Y tienen razón. Sin embargo, la verdad, aunque duela, solo es una.
Era sábado por la tarde. Diluviaba en Agullent. En ese momento, el mundo parecía llegar a su fin. Además, de buenas a primeras el agua se convirtió en piedra y el cielo se oscureció hasta hacerse casi de noche. Tuve suerte. Los 35 minutos de apocalipsis meteorológica me cogieron resguardado y rodeado de dos centenares de valencianistas. La metáfora no podía ser mejor. Todo sucedía justo el día después del terremoto Rodrigo Caio. Ese tono gris con el que quedó coloreada aquella estampa era el fiel reflejo del coloquio que mantuvimos con los peñistas del Sector 11 de l'Agrupació. Estaban celebrando su fiesta y, sin embargo, la preocupación por la crisis abierta en el club de sus corazones era evidente. "¿Es verdad todo lo que estáis contando?" "¿No estaréis exagerando?" "¿Tan mal se llevan Nuno y Rufete como hace meses que venís informando?" Las preguntas se sucedían una tras otra conforme me acercaba a charlar con los aficionados. Sinceramente no sabía qué contestar. Intentaba dulcificar las respuestas, pero sus caras eran un poema. Estaban jodidos. Muy jodidos. No entendían el porqué del enfrentamiento. Ellos solo quieren disfrutar, ilusionarse con la plantilla y soñar con volver a ganar un título. Bajo su perspectiva, las guerras internas están de más. Y tienen razón. Sin embargo, la verdad, aunque duela, solo es una.
Si esperan que hinche el pecho, les diga que, por mi parte ya estaban avisados y que solo era una cuestión de tiempo que la situación explotara, dejen de leer. No es el momento de hacer sangre. Ahora no. Simplemente me gustaría hacer un repaso de lo ocurrido hasta el momento para que todos nos demos cuenta de que nada ha cambiado desde que Peter Lim empezara a coquetear con la compra de las acciones. Sin ir más lejos, justo hace un año. El 11 de junio de 2014 en la sede de Power Electronics, Jorge Mendes, con el beneplácito del magnate asiático, impuso como entrenador a un desconocido Nuno Espírito por delante de Juan Antonio Pizzi, a pesar a la oposición de Amadeo Salvo y Rufete. Los dos tragaron. Las reglas del juego quedaron claras desde el primer día. O mejor dicho, desde antes que el singapurense se hiciera con el 70% de las acciones de la entidad. En el Valencia se hacía y se hace lo que diga Lim, que para eso es el dueño, que para eso se ha gastado su dinero. Queda comprobado por tanto que el affaire Caio es uno más. No es nuevo. Acuérdense de Aleix Vidal, de Vietto, de Kouyate o de los supuestos -porque no hay cifras oficiales y suena muy raro- 15 millones de Cancelo. Es lo que todos hemos aceptado. Por obra u omisión. A quién le guste bien, a quién no, ya sabe dónde está la puerta.
¿Significa esto que el modelo Mendes/Lim es malo? No seré yo quien se atreva a gritar a los cuatro vientos tal afirmación, entre otra cosas porque esta temporada ha quedado demostrado que no del todo. Cierto es que el pasado verano la dirección deportiva tuvo voz a la hora de incorporar a determinados futbolistas: unos con mejor rendimiento como Mustafi y Otamendi y otros no tanto como Zuculini y Negredo, pero ¿por qué tener de cara al que para muchos es el mejor agente del mundo tiene que ser perjudicial para el Valencia? Creo que lo justo será dejarles trabajar si es que ésa es la decisión que se toma en la cumbre que tendrá lugar a lo largo de la jornada de hoy. Y entonces, solo entonces, juzgarlos de forma conveniente. Porque el bando de Nuno, con Mendes como brazo ejecutor, se ha equivocado con Filipe y, en este primer año también con Rodrigo, pero el acierto de André Gomes es, sin duda, el más destacado de 2014.
Y ante este panorama, ahora la gran cuestión es qué van a hacer Amadeo Salvo y Rufete. A estas alturas seguro que ambos tendrán la respuesta más que meditada. El viernes de autos, se plantearon decir adiós, marcharse. Era el calentón del momento. ¿Qué harán una semana después? ¿Intentarán cambiar las reglas del juego, las aceptarán o por el contrario, decidirán no aguantar más? En el caso del director deportivo no entendería que se mantuviera en el cargo si el statu quo no varía. Continuar pegando la cabotà y seguir asumiendo como suyos fichajes que no eran de su agrado, provocaría la pérdida de credibilidad en un trabajo, el suyo, que ni mucho menos ha sido malo. Pero aferrarte a un puesto de trabajo del que has sido ninguneado de manera pública no es plato de buen gusto para nadie. Enterarte por el twitter que tu club ha fichado a un futbolista siendo el Manager General Deportivo es muy duro. Y si llevas meses negociando por Imbulà, que ocupa la misma posición, todavía lo es más.
Solo pido una cosa: que ocurra lo que ocurra en la reunión, por favor, que no nos cuenten que todo ha sido un malentendido. Yo, al menos, no me lo pienso creer. La crisis es evidente. Las posiciones están encontradas y la relación Rufete-Nuno parece irreconciliable. Sin embargo, desde Singapur no son partidarios de grandes cambios. Van a abogar por el diálogo pero dejando bien claro que, como desde junio de 2014, en el Valencia se hará lo que a Lim le plazca. Y Peter seguirá escuchando a Mendes. Esas son las reglas. Siempre las han sido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario