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martes, 23 de junio de 2015

Truque y retruque

SALVA FOLGADO. HOY Duele su perdida. Normal. Ayala había traído a su heredero. A Otamendi hay que aplaudirle su temporada, que ha sido sobresaliente, y no llorar demasiado su marcha. Se ha ido a ganar más dinero. Mucho más dinero...



VALENCIA. 
Tiene guasa la cosa. Aquí jugamos al Truc y allí al Truco. Y aquel es un juego de cartas cuyo origen parece estar, precisamente, en el popular juego valenciano. Argentina armó un torneo de truco en el hotel Serena Suite de Chile para pasar las horas muertas en la concentración de la Copa América. Barajas y mate para combatir el aburrimiento en un torneo largo. La albiceleste se divirtió. Ganaron Otamendi y Pastore. Truco y retruco. Cantaron las buenas.
Luego, el barbudo Nicolás, que previamente había dicho que se afeitaría la barba si Argentina ganaba la Copa América como declaración más destacada, dijo lo que había espoileado su agente semanas antes: "Cada palabra de mi agente es con mi autorización. Yo tuve una charla con el presidente y con mi representante y él sabe muy bien cuál es mi deseo". Por si alguien no lo tenía claro. No quiere volver. Nunca más. Quiere salir pero necesita que alguien, previamente, reviente una caja fuerte por él. Toca esperar.
No busquéis más. Disfrutadlos, admiradlos, aplaudidlos pero no cometáis el error de elevarlos a los altares. Podéis llamarlos mercenarios. Yo prefiero llamarlos soldados de fortuna porque el primer término suena peyorativo aunque probablemente el segundo sea el eufemismo del otro. Vosotros mismos. No tienen patria. No tienen bandera. Son profesionales en el sentido más estricto. Trabajan allá donde más les pagan como haría cualquiera de nosotros. Se arropan con la bandera mientras le paga, luego buscan sombra en otra que les pague más soldada. Profesionalismo. Fútbol de hoy en día. No esperéis sentimentalismos de escudo. Los one-club men escasean. Pronto serán una especie protegida. Tenéis que aceptarlo.
Duele su perdida. Normal. Ayala había traído a su heredero. A Otamendi hay que aplaudirle su temporada, que ha sido sobresaliente, y no llorar demasiado su marcha. Se ha ido a ganar más dinero. Mucho más dinero. ¿Alguien renunciaría a ganar más dinero en su trabajo? Yo no, así que entiendo su marcha. No lo estoy defendiendo. Sólo quiero decir que es comprensible. Los más jóvenes os calentareis con su adiós pero el resto, el que las ha visto pasar de todos los colores, estará resignado porque eso es habitual. Además, el jugador ha sido honesto porque nunca le hemos escuchado decir que se quiere quedar. Prefirió el silencio, hasta que dio luz verde para que su agente encendiera la traca y eso se produjo cuando la temporada ya había concluido y el central había sido decisivo, incluso con goles, en ese sprint final para conseguir la Liga de Campeones a última hora. Ni una mala palabra, ni un mal gesto. Hasta el último momento cumplió. Gracias por todo, Nicolás.

Lo de su representante estuvo feo, por supuesto, pero también es el pan nuestro de cada día y formaba parte de la estrategia para forzar su salida y medir fuerzas en un pulso con el club. Hubo mucha gente que cargó contra las palabras de Eugenio López y se auto engañó pensando que eran un momento aislado en alguien que quería hacer negocio con uno de los mejores jugadores de su ganadería. Creían que el jugador era inocente y que no sabía nada... Claro y el fútbol es tan dulce como un capítulo de Peppa Pig. Pero no eran fuegos artificiales. El representante hacía su trabajo y estaba representando a su jugador.
Ahora urge encontrar un central de su jerarquía. Probablemente esa sea la palabra que mejor defina al heredero de Ayala: jerarquía. En España la tiene Otamendi, la tiene Godín, la tiene Mascherano y pocos centrales más. Su futuro está en Manchester pero en el United o en el City. ¿El Real Madrid? Otra posibilidad. Antes tiene que pasar por caja. Parece que en este punto hay consenso entre la subdelegación del gobierno de Valencia y el gobierno central de Singapur.

Mientras, Otamendi seguirá jugando al truco y bebiendo mate a la espera de novedades. Muy tranquilo, como es él. Probablemente olvida que el juego nació aquí. Así que si truca, el Valencia dirá retruque y si dice quatre val el Valencia dirá joc fora. Y la partida no acabará hasta que no pague 50 millones de euros.

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