LETRAS HERZIANAS
Empezando por el entrenador, no me parece ni justo ni razonable criticarle cuando lleva apenas dos meses en un proyecto diferente al anterior. Todavía no sabemos si mejor ni peor, pero si muy diferente.
Y lo que es más importante, con tan solo tras tres jornadas disputadas. A finales de Octubre habrá pasado un tiempo razonable para valorar en su justa medida a donde vamos con el proyecto Djukic. Hasta entonces, lo que está claro es que el Valencia no carbura. Y el serbio es el primero que lo sabe. Su equipo no tiene fútbol, está sumido en una peligrosa indefinición táctica en la que los futbolistas ni defienden bien, ni atacan bien. El centro del campo no suma y los resultados restan. Djukic sigue buscando su once tipo y mientras tanto, no nos queda más remedio que esperar, confiar y sobre todo empezar a ganar partidos. Porque con puntos es mucho más fácil hacer evolucionar a un equipo. Pero los malos resultados no hacen más que generar dudas en el vestuario, impaciencia en la grada y nervios en la directiva. Y otro tropiezo en Heliópolis empezaría a sembrar todos esos vientos. Así es el fútbol y así lo vivimos con Pellegrino.
Y luego está Salvo. Con el presidente me pasa lo mismo que con Djukic. Con 100 días en el cargo y tantos cambios como quiere acometer, no se puede criticar porque casi no ha tenido tiempo para hacer nada. Lo que si hemos visto ya un cambio radical en la política social. Un cambio para bien. Pequeños detalles que hacen al aficionado sentir que su club es grande y sobre todo que piensa en ellos. Ahí, Salvo merece un aplauso. En lo deportivo, por más que el presidente defienda su discurso inicial de que el equipo iba a ser mejor que el del año pasado, a mi no me lo parece. El tiempo dirá quien tiene la razón de los dos. Aun es pronto para aseverar. Y en cuanto a la política de marketing me parece muy realista e interesante el nuevo modelo que quiere instaurar en el Valencia. Pero los resultados llegaran en el medio-largo plazo.
Y luego está lo de la Fundación, y su plan de negocio para autofinanciarse, pagar la deuda de las acciones, y nutrir al mundo de futbol de jugadores de primera división. Proyecto en el que, como era de esperar, el Valencia como club participará directamente. Ya veremos si a alguno le da por preguntar en un juzgado que dice la ley de todo esto. Cosa no descartable viendo los precedentes.
Y yo, sobre ese plan de negocio, tras alabar su presentación porque ya es infinitamente más que lo que hizo Társilo Piles en casi cuatro años (o sea, nada) reconozco que tengo mis dudas. Como en su día las tuve con la operación Newcoval. Porque Llorente lo fió todo a un tercero -Bancaja- que le iba a solucionar la papeleta del nuevo estadio, de las parcelas y de la deuda en un mismo pack. El banco explotó y se llevó por delante el cuento de hadas.
Pero es que lo de Salvo & Martinez también depende de un tercero igual de impredecible; el fútbol. Y hablar con tanta naturalidad de crear futbolistas de primer nivel -nivel de primera división- cada año a través de la escuela de la Fundación me parece cuanto menos arriesgado. No digo que sea imposible, pero no lo veo tan fácil. Porque no hay ley física que garantice que eso vaya a ser así, y mucho menos en la proporción de la que se habla.
Si además, a eso le sumamos la hipotética -que no digo irreal- llegada de patrocinios, rentabilidad de las escuelas en el extranjero, aumento de patrocinadores y refinanciación de las deudas de Valencia y Fundación, permítanme al menos mantenerme en un suizo grado de neutralidad. Porque si Newcoval dependía de que salieran bien un montón de circunstancias que fallaron a última hora como un castillo de naipes, tampoco veo muy diferente este nuevo plan en el que deben concurrir de nuevo muchas circunstancias positivas para que sea viable. Esperamos todos que con opuesto final.
¡Ah! Y todo esto contando con la inestimable ayuda de un juez que debe fallar a favor de Bankia en la legalidad del aval de la Generalitat. Porque si no, todo lo anterior va por el aire. Vamos, que hay mucho arroz para tan poco pollo. O mejor dicho; que aquí hay mucho pollo, y ya veremos cuanto arroz.
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