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martes, 24 de septiembre de 2013

Salvo toca la fibra de la plantilla

El gestor llamó al técnico el domingo por la mañana para comunicarle que quería transmitir a la plantilla un mensaje de unión antes del partido El presidente convenció a todo el club sobre la continuidad de Djukic



JUAN CARLOS VILLENA | VALENCIA..-


La palabra unión, tan simple de pronunciar y tan complicada de aplicar cuando llega una mala racha de resultados en el deporte profesional, fue la clave para apagar el primer incendio de la temporada en el Valencia. Y con una intensidad de agua que evite que se reavive. Cuando un equipo acumula cuatro derrotas, dando una pésima imagen sobre el terreno de juego, y en la ecuación aparece un técnico que acaba de tomar las riendas del equipo, no suelen producirse soluciones muy diferentes a la destitución del entrenador. Es aquello de que la cuerda se rompe siempre por el mismo sitio o que es más fácil cesar a una persona que a veinte. Y ese debate, esa espiral, es la que quiso atajar desde el viernes el presidente.
La bisoñez en el cargo de Salvo jugó, aunque no sirva de precedente, a su favor. Sobre sus hombros no tenía ninguna decisión que recordara a ese momento, nunca tuvo que pasar por el trance de destituir a un entrenador. Simplemente fue coherente con su discurso, y con sus convicciones. Llegó al cargo hablando de unión y de que todo el club formaba un solo bloque. Y la decisión de la entidad sigue siendo la de llegar con esa filosofía hasta el final. Eso sí, el reto será comprobar si esa nueva forma de entender el fútbol, y la toma de decisiones, se puede aplicar sea cual sea el escenario. La frase de Salvo ante las cámaras de Canal + fue el epílogo a tres días donde acabó convenciendo a todos los estamentos del club de que la mejor acción pasaba por la normalidad.
Tras la debacle ante el Swansea brotaron todas las dudas, saltaron todas las alarmas. Y esos nervios no fueron ajenos a los consejeros de la entidad, que se reunieron con carácter de urgencia esa misma noche en Mestalla. Salvo amaneció al día siguiente con un entorno plagado de dudas y con grandes titulares que ya hablaban de un relevo, con los primeros nombres que comenzaban a ofrecerse. Y en ese preciso instante comprendió que tenía que acabar de raíz con todo atisbo de duda.
La primera llamada de ese viernes fue para Braulio, y al director deportivo le recomendó que apagara el teléfono móvil que utiliza en su desempeño profesional. Toda llamada que fuera a recibir ese día, evidentemente, no iba a querer hablar de la continuidad de Djukic. Ni de la palabra unión. Ahí surgió la idea de la comida de trabajo. Braulio se traslado a Paterna para comunicarle al técnico la reunión que se iba a producir, con mesa y mantel, muy cerca del domicilio particular de Djukic.
En esa comida fue donde Salvo se enteró de que esa misma mañana el técnico se había encerrado con la plantilla para hablar y aclarar todo lo que estaba sucediendo alrededor del equipo. El serbio transmitió al presidente que los jugadores se mostraron activos en la charla, y al gestor no le sorprendió que nombres como el de Ricardo Costa o Joao Pereira salieran en el grupo de los que más claro hablaron en el cónclave.
Esa reunión, de la que Salvo no tenía constancia hasta ese momento, no hizo más que confirmar la decisión con la que llegó al encuentro con el técnico y el director deportivo; garantizar la continuidad del proyecto pasara lo que pasara el domingo contra el Sevilla. El presidente sólo quería saber de boca de Djukic si se sentía con fuerzas. La rotundidad de la respuesta afirmativa de Djuka cerró cualquier debate.
Pero en esa comida no se habló sólo del equipo, sino de la comunicación de todos los estamentos del club. Y al día siguiente comenzó a aplicarse el nuevo modelo. Salvo presenció junto a Braulio el entrenamiento a puerta cerrada en Mestalla y el director deportivo, tal y como informó LAS PROVINCIAS el domingo, bajó al césped tras la sesión para reunirse con Djukic y su cuerpo técnico. Para hablar de fútbol y de sensaciones. Una toma de contacto importante, ya que fue la primera después de la confianza mostrada por el presidente al técnico un día antes en la comida. Un mensaje de estabilidad que también afectaba a Ray, el segundo entrenador, y Dejan Illic, el preparador físico y que ya había levantado algunas dudas en una parte del vestuario.
Salvo cerró el círculo comunicativo el domingo. Por la mañana llamó a Djukic para trasladarle su intención de hablar con los jugadores antes del partido. Y al técnico le pareció una gran idea. El discurso del presidente ante la plantilla no tuvo como hilo conductor la figura del técnico sino la unión del club. Con Djukic como capitán del barco.
Salvo trasladó a los jugadores que su confianza era total en el técnico, pero también en sus ayudantes, la plantilla, el cuerpo médico y el resto de empleados de la entidad. El gestor recordó a los futbolistas que eran una parte importante del club y que de su rendimiento dependía el trabajo directo de varios centenares de personas. Un mensaje que tocó en la fibra de los jugadores.
«El Valencia es un club grande y hay que levantarlo». Con esa frase cerró Salvo una charla que tenía como objetivo convencer a los futbolistas de que todos juntos, junto a Djukic, forman parte del mismo barco. Salvo despejó cualquier duda al asegurar a la plantilla que, teniendo claro que lo iban a dar todo en el partido frente al Sevilla, habría bajado al vestuario a felicitarles uno a uno en el caso de que se hubiera perdido el partido. Con esa idea clara, la de la continuidad de Djukic, saltaron los jugadores a Mestalla.

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