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jueves, 26 de septiembre de 2013

Fede, un ganador hecho en la casa

El argentino llegó al club a los 12 años y ya tenía la ambición que mostró ante el Sevilla



Federico Cartabia es la confirmación de que el futbolista de potrero se mantiene vivo. Potrero es la calle o el descampado y en Argentina, el escenario donde se forja el jugador de raza; el lugar donde cristaliza el futbolista de expresión libre, pendenciero, sin vergüenza y descarado. La división donde sólo triunfan aquellos que no se arrugan, los ganadores. Fede no podía tener un telón de fondo más apropiado para ligar su historia. Rosario es su cuna, allí nació el 20 de enero de hace 20 años, justo en el territorio original del balompié de potrero. En ese sentido, no hay otro lugar más futbolero en Argentina. Por poner dos ejemplos, esa es la tierra donde se parieron dos talentos como Messi y Éver Banega. Toda esa fábula, sin embargo, enlaza con una vida que no es precisamente un cuento de hadas y que descubre los motivos de su potente personalidad. El dolor y el compromiso también están en el raigón del carácter que le ha guiado hasta el estallido actual.
Fede tiene algo especial. El domingo no dejó indiferente a nadie.Hay que buscar mucho para dar con un canterano dispuesto a echarse el Valencia a la espalda en la tercera titularidad. Eso demuestra una fuerza mental y una capacidad para soportar la presión por encima de la media. Djukic lo ha visto claro. En un momento donde había que asegurar para salvar una situación límite, el serbio se la jugó a todo o nada con el joven Cartabia. La respuesta del canterano ha sido pura determinación. Precisamente, el Sevilla era la cita que llevaba esperando desde el pasado jueves, cuando la expulsión de Rami le eliminó prematuramente del choque ante el Swansea. Fede es hambre e impertinencia. Siempre quiere jugar y lo hace con el mismo desparpajo, ya sea el patio del colegio o la ´final´ donde Djukic se juega el cuello. Su manera de buscar el uno contra uno, el descaro para sacarse una vaselina ante Beto en plan genio o la internada por la izquierda que culminó en la asistencia de gol a Jonas definen una parte de su genética. También el pique con Juan Cala o la patada a Vitolo. No se arruga, pero sabe que debe poner freno a ese ímpetu para no volver a dejar imágenes post partido como las del domingo. Bien canalizado, ese espíritu le otorga condiciones de líder del futuro. La plantilla no tiene nada semejante, nadie capaz de encarar por fuera, generar fútbol por dentro y agitar a los rivales con viveza.
Braulio hizo bien en renovarlo. Consciente de su progresión, el director deportivo apostó por blindarlo hasta 2017 con una cláusula de 20 millones de euros. Fede es un jugador de consenso absoluto en el club. Rufete no pierde detalle del argentino. Ayer le animó a seguir en la misma línea. Ahora tiene que pelear por mantenerse, volverá al banquillo o a la grada y eso es difícil. El mánager de la cantera le propuso el reto de la selección, de morder para llegar a la Albiceleste. Unos colores que ya vistió durante el último Sudamericano Sub´20. Luis Milla lo estuvo siguiendo para a España, pero Cartabia siempre ha tenido claro donde tiene su corazón. Junto con Icardi (Inter), Fede es el valor más promete de esa generación argentina. Málaga, Madrid, Espanyol o Barça manejan informes suyos.
Coraje a prueba de golpes
Fede se crió en el seno de una familia humilde, que se trasladó a Bombal „un pueblo de 3.000 habitantes 100 kilómetros al sur de la ciudad de Rosario„ para salir adelante. Allí comenzó a jugar con cuatro palmos en el Sportivo. Riquelme era su gran referencia por entonces. Así decidió copiar los detalles que hoy descubren su naturaleza de enganche, de número ´10´. David Bisconti „ un cazatalentos dueño de un club en Murphy„ fue el primero que intentó lanzar su carrera. River y Boca estuvieron pendientes de sus primeros pasos, pero prefirió no separarse de su gente.
La ocasión de dar el salto no tardaría en llegar. El Barça fue su primer destino en España. Juan Antonio Pizzi „ex delantero de Valencia y actual entrenador de San Lorenzo„ lo llevó para una prueba a La Masía, donde no advirtieron su talento. Sin embargo, no tardó en tener una otra oportunidad. Pizzi le preguntó si querría venir al Valencia y con 12 añitos no lo dudó. Su familia lo dejó todo para que pudiera cumplir su sueño.
En la Ciudad Deportiva le recuerdan chiquitín, muy rápido, con mucha técnica. En el primer partidillo, Fede se dirigió a Alfredo Pérez „entonces entrenador del Infantil B„ y le dijó que jugaba de ´5´. Recién llegado quería manejar el equipo. Estaba acostumbrado a hacerlo todo: defendía, organizaba, creaba y marcaba. Miembro de la camada de Juan Bernat, Rober y Alcácer, Fede tuvo que salir para jugar. Primero en Cracks y luego en Torre Levante. En Orriols recuerdan que estuvo en la órbita del Atlético tras el convenio firmado en 2007, en la etapa de Amorrortu al frente de la cantera colchonera. El VCF siempre lo tuvo controlado.
Con 14 años la vida le dio un golpe brutal y despiadado: falleció su padre. Sufrió mucho, pero con el apoyo esencial de su hermano y su madre, se repuso, se hizo más fuerte y se prometió ser futbolista sí o sí. Con 17 años volvió al Valencia. Un viaje de ida y vuelta a Paterna al alcance de muy pocos. Convenció a los técnicos tras un torneo en Abu Dabi y desde entonces no ha parado de crecer. La rompió en el Juvenil B y luego en el División de Honor, siempre de la mano de Sergio Ventosa, hasta el Mestalla. El coraje y el descaro son sus señas de identidad. Fede siempre confía en sus posibilidades, esa es su gran virtud.

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